Murió la prima de Beatriz Sarlo que se había presentado como heredera y la sucesión entra en suspenso
Beatriz Sarlo
Hay novedades en la sucesión de Beatriz Sarlo
Beatriz Sarlo
Hay novedades en la sucesión de Beatriz Sarlo. El pasado 2, a los 89 años, falleció en la ciudad de Viedma la prima materna de la escritora, Ernestina Susana del Río , una de las aspirantes a heredera de la sucesión de la intelectual que murió a mediados de diciembre de 2024 a los 82 años . Así lo confirmaron fuentes desde Río Negro. La empresa de servicios fúnebres Casella publicó el obituario de Del Río en su cuenta de Facebook.
Si bien la abogada de Del Río, Sonia de Elizalde, aún no respondió las consultas de LA NACION, es posible estimar que el expediente que tramita la sucesión de Sarlo en el Juzgado n° 60, a cargo del juez Fernando Cesari , va a quedar en suspenso por varios meses, hasta que la familia de Del Río concluya la sucesión y decida incorporarse a la "causa Sarlo" como eventual heredera. Hasta que no haya una declaratoria no se podrá saber quién o quiénes heredarán los derechos sucesorios de Del Río.
A mediados de junio, Del Río había firmado un poder especial en favor de su letrada, autorizándola a realizar todo tipo de trámites (el primero: cambiar la cerradura del departamento de Hidalgo 140 donde vivía la intelectual), pero debió hacerlo "a ruego" porque tenía "una parálisis temporal en la mano derecha". Una de las sobrinas de Del Río, Marina Carina del Río, que también reside en Viedma y se presume que será una de las herederas, firmó en lugar de su tía, que solo estampó su digito pulgar derecho.
En la sucesión de Beatriz Sarlo concurren también el arquitecto Alberto Sato, marido de quien Sarlo nunca se divorció, si bien ambos formaron nuevas parejas desde la década de 1970; el primo paterno Álvaro Edmundo Sarlo Sabajanes , de 85 años, y el encargado de edificio Melanio Alberto Meza López . Los dos primeros se presentaron como herederos de la sucesión, mientras que Meza López reclama el departamento de la calle Hidalgo 140, en Caballito. Al morir, la ensayista dejó como bienes dos departamentos, dinero en cuentas bancarias y los derechos intelectuales de su obra.