Programa de Jeannette Jara
Guiños a los distintos sectores de su coalición y gestos populistas marcan sus contenidos.
Un total de 383 medidas contiene la nueva versión del programa de Jeannette Jara (PC), presentada como anexo al anterior texto que acompañara ante el Servel al momento de inscribir su candidatura. Así, a 40 días de las elecciones, la postulante oficialista recién cuenta con un documento -al parecer, este sí definitivo- con la plataforma que pretende impulsar en un eventual gobierno y que intenta equilibrar los gestos hacia las distintas sensibilidades de su coalición.
Ejemplos de esto último, hay en este anexo guiños a los sectores de izquierda, con la propuesta de aborto legal y también al volver a insistir en la negociación ramal. Pero, por otro lado, la candidata se propone eliminar el comité de ministros para poner atajo a la "permisología", en lo que parece una señal hacia quienes están preocupados por recuperar el crecimiento económico. De qué modo centralizar la negociación colectiva puede ser compatible con reactivar el dinamismo de la economía es una pregunta que queda abierta.
Entre las medidas, hay iniciativas que parecen de difícil materialización, verdaderas promesas electorales, como su conocida propuesta de ingreso vital de $750 mil (si bien incorporando subsidios del Estado), y el compromiso del "Consumo Eléctrico Vital", que apunta a reducir en un 20% las tarifas eléctricas de los hogares.
A diferencia del documento anterior, ahora la propuesta sí incluye un capítulo de relaciones exteriores. Claro que el texto dista de despejar las dudas respecto de cuál sería su actitud frente a las dictaduras de izquierda en la región. Solo se habla de apoyar la democracia y las misiones de observación electoral de la OEA, y también de los principios de no intervención y de respeto a la soberanía de los Estados. Esta última es una definición que parece obvia, pero también es una fórmula a la que suele recurrir el PC para evitar referirse a los atropellos a la democracia en países como Cuba, Nicaragua o Venezuela. Con todo, mucho más explícito es el gesto al partido de la postulante en el apartado de derechos humanos: "Asumimos la responsabilidad de enfrentar las graves vulneraciones de derechos ocurridas durante el estallido social, que pusieron en evidencia la fragilidad de nuestras instituciones frente a la conflictividad social", señala.
En lo económico, pese al reiterado uso de la palabra "crecimiento", el programa no fija una meta a alcanzar. Tampoco entrega claridad respecto de su financiamiento, aunque sí habla de que "la recuperación sostenida del crecimiento exige, como condición necesaria, preservar y fortalecer la responsabilidad en la gestión de nuestras finanzas públicas". Ello, aun cuando su principal asesor económico ha restado gravedad a seguir aumentando la deuda, poniendo en duda el actual consenso en torno al 45% del PIB como límite prudencial.
En términos generales, el programa parece más bien débil e incluso inconsistente. Es cierto que no insiste en ideas como la nacionalización del cobre, pero sí en iniciativas como una Empresa Nacional del Litio y, en general, en otorgar protagonismo al Estado como orientador del desarrollo. Ello, además de guiños populistas como limitar el uso de la UF, una idea que el propio gobierno ha cuestionado.
Por cierto, no es sorprendente que una candidata comunista presente un programa con contenidos como estos. Lo verdaderamente complejo es que el Socialismo Democrático y lo que queda de la Democracia Cristiana, al apoyar esta candidatura, hagan suya una propuesta que a su referida debilidad suma planteamientos fundamentalmente vetustos. Las consecuencias en caso de que un programa así llegara a implementarse serían probablemente dramáticas para el país. Pero si, como indican las encuestas, la candidata Jara es derrotada, haber adherido a esta plataforma tendrá ciertamente costos para los sectores moderados de izquierda, tal como ya ocurrió con su apoyo a la propuesta constitucional de 2022.