En 1994, la ópera prima del flamante Nobel de Literatura, László Krasznahorkai, llegó al cine de la mano de Béla Tarr, que la convirtió en una película monumental que fue "una verdadera aventura".
Redacción El País Este jueves, el anuncio del nuevo Nobel de Literatura llevó la atención del mundo hasta Hungría y, en concreto, a la obra de László Krasznahorkai, desconocido para muchos, célebre para otros. En Uruguay, por ejemplo, sus libros aún no se consiguen en tiendas locales lo mismo pasaba en 2024 cuando se supo que había ganado la surcoreana Han Kang, pero un par aterrizaron a la velocidad de la luz en la gratuita web Biblioteca País apenas se conoció la noticia. Son Al Norte la montaña, al Sur el lago, al Oeste el camino, al Este el río y Tango satánico, su ópera prima, que pudo haber sido todo su recorrido como autor y que hace 31 años escribió un nuevo capítulo en el mundo del cine.
Tango satánico, Sátántangó en el original, se editó por primera vez en 1985 y es la historia de un remoto pueblo húngaro, en una zona rural en la que los campos ya no se cultivan y todo está a medio destruir. No para de llover y no hay, parece, ninguna esperanza. Pero algo cambia cuando reaparece Irimías, un hombre al que habían dado por muerto, y que irrumpe en las rutinas de los lugareños con un plan.
Considerada como una distopía moderna, fue la obra que lo dio a conocer en Hungría y es, todavía hoy, 40 años después, su título más importante. Podría haber sido la única. Según dijo ayer a la emisora pública Radio de Suecia, Krasznahorkai solo quería escribir un libro: "No quería ser escritor: lo que no quería era ser nadie".
Eso cambió cuando, años después, releyóTango satánico y entendió, dijo, que no era perfecta. En el afán de mejorarla se embarcó en un nuevo libro, y en otro, y en otro. "Mi vida es una corrección permanente", resumió ayer en su primera entrevista como Nobel de Literatura.
Sátántangó fue, entonces, el comienzo de todo, incluso de su alianza con el cineasta Béla Tarr. El prestigioso director húngaro llevó dos de sus obras al cine. Estuvo años intentando desarrollar la primera, que terminó convirtiendo en una película en blanco y negro que dura más de siete horas, se divide en 12 episodios y es considerada una obra maestra. En 2022, la revista Sight & Sound, del British Film Institute, la eligió como la 78° mejor película de todos los tiempos gracias al voto de decenas de críticos y directores.
"En la novela hay un capítulo en el que Irimías da un discurso el séptimo, si recuerdo bien, aunque seguro está en la segunda parte. La estructura de toda la novela es la del tango: seis pasos hacia adelante, seis pasos hacia atrás. Cuando estábamos en el set, filmamos el discurso tal como está en la novela, porque no se entendería si no viéramos cómo Irimías recoge el dinero de la gente. Hay que mostrarlo claramente, qué podría pasar y qué está pasando físicamente. No me gustan muchos cineastas, pero esa es la lección que puedes aprender de Hitchcock: filmar lo que realmente está ocurriendo", dijo el propio Tarr, en entrevista con el British Film Institute, para explicar el porqué de la duración. El proyecto original tenía seis horas de metraje.
https://www.youtube.com/watch?v=LrPFXuuJOuA Tarr se hizo amigo de su compatriota Krasznahorkai y fue con él a recorrer los lugares donde había escrito la historia porque, dijo al BFI: "Quería ver esa misma realidad. Y cuando fui, entendí a la gente de su novela de una manera totalmente distinta a como la había leído".
Eso lo hizo pensar en que tenía que desarrollar "un nuevo lenguaje cinematográfico" para pensar esa realidad, puesto que "una adaptación literal habría sido muy tonta, primitiva y fea". Lo moldeó haciendo un uso muy personal de los espacios y de la cámara. Los larguísimos y lentos planos secuencia son el pilar sobre el que Tarr construye un ejercicio de contemplación, de paso del tiempo, la única manera posible de reflejar aquello que vio en primera persona.
Sobre cómo compuso ese estilo, señaló: "Surge paso a paso. No naces con él. Vas de la primera película a la segunda, a la tercera. Cuando terminas una película porque espero que no seas una persona estúpida tendrás nuevas preguntas. Y para las nuevas preguntas no puedes usar tus respuestas anteriores; tu estilo anterior ya no funciona. Tienes que seguir adelante. El siguiente proyecto te provoca a dar un paso más. Sabíamos que hacer Sátántangó sería un trabajo duro. Lo fue, absolutamente, pero lo amamos".
"Fue emocional, intelectual y físicamente un gran desafío, una verdadera aventura. Todos los que formamos parte de ese proyecto estuvimos juntos durante 120 días de rodaje, más dos años previos de preproducción", dijo, y resumió la experiencia así: "No fue un rodaje. fue volar".
La crítica la ha visitado, revisitado y definido como "una hazaña cinematográfica" y "una película hipnótica", y ha destacado especialmente la visión y el oficio de Tarr, un hombre comprometido con sus proyectos, capaz de ir hasta lo imposible, y hoy retirado.
Mucho antes de alejarse de "esta maldita cosa del cine", como le dijo al BFI en 2024, volvió a colaborar con el flamante Nobel cuando hizo Werckmeister Harmóniák, basada en la novela La melancolía de la resistencia. Pero aunque la novela original es más larga que Sátántangó, decidió cambiar la pisada: entendió que adaptarla al cine así, como era, era imposible, y se quedó con uno de los tres grandes capítulos en los que se divide.
"No soy un realizador, no soy parte de la industria del cine. Soy solo un ser humano", le dijo en 2019 a Mubi, cuando se estrenó una versión restaurada de Sátántangó en algunos cines, para celebrar el 25° aniversario de su salida. "Para mí, la cámara es solo una herramienta para mostrar cómo veo el mundo. Eso es todo".
Eso es, quizás, lo que convirtió a este proyecto imposible en una obra maestra, un objeto de estudio que trasciende el cine e incluso la forma en que suelen entenderse las películas.