Lunes, 13 de Octubre de 2025

Trump mira la elección, el Congreso y más allá

ArgentinaLa Nación, Argentina 10 de octubre de 2025

La única buena noticia legislativa que el Gobierno celebró en varias semanas , haber conseguido el miércoles que la ley que regula los DNU tuviera cambios en Diputados y, por lo tanto, deba volver ahora al Senado, se dio en presencia de un lobista de Donald Trump, Barry Bennet, que estuvo en la Argentina supervisando los temas del encuentro que tendrán el martes Milei y el presidente norteamericano

La única buena noticia legislativa que el Gobierno celebró en varias semanas , haber conseguido el miércoles que la ley que regula los DNU tuviera cambios en Diputados y, por lo tanto, deba volver ahora al Senado, se dio en presencia de un lobista de Donald Trump, Barry Bennet, que estuvo en la Argentina supervisando los temas del encuentro que tendrán el martes Milei y el presidente norteamericano. El detalle es más relevante de lo que parece: la Casa Blanca considera decisivo que la administración libertaria pueda llegar a acuerdos con una parte de la oposición. Lo que el secretario del Tesoro definió anteayer como "amplio consenso político para la segunda parte del mandato".

Bennet asesora a Trump desde la campaña. Tiene además una muy buena relación con Santiago Caputo, al que conoció a través de Leonardo Scatturice, empresario y contratista del Estado argentino, y con quien se reunió ese miércoles en la Casa Rosada, mientras se discutía la ley de los DNU y Caputo se involucraba mediante llamados a gobernadores y diputados. Bennet pudo entonces constatar in situ lo que a Trump le preocupa: que el oficialismo tiene todavía capacidad de maniobra en esa cámara y que incluso podría mejorarla después de octubre.

Había venido a supervisar lo que los norteamericanos llaman los talking points del encuentro entre Trump y Milei. Pero se interesó también en otros temas. Leyó encuestas, por ejemplo, y evaluó con nombres propios y proyecciones cuáles serían las posibles alianzas que el Gobierno tendrá disponibles después de las elecciones. No tanto con Pro, sector que Estados Unidos incluye dentro del oficialismo, como con aquellos que, enfrentados ahora, podrían volver a entenderse con Milei después del 26 de octubre. El espacio que conforman diputados como Nicolás Massot, Emilio Monzó o Miguel Pichetto, por ejemplo, o los de gobernadores a quienes seguramente les convendrá interactuar con el Gobierno no bien haya pasado la disputa electoral. El "amplio consenso" de Bessent.

La Casa Blanca acaba de darle a la Argentina un respaldo histórico que todavía sorprende al establishment político y económico. A los propios bancos , por lo pronto, algunos de los cuales quisieran estar en el lugar de los tres elegidos por Bessent para la operación de compra de pesos: el J. P. Morgan, el Santander y el Citi. "Y… es fuerte: compran, venden y tienen información nada menos que del Departamento del Tesoro", dijo el máximo ejecutivo de otro banco, la ñata contra el vidrio.

Les llamó la atención todo , desde la medida en cuestión hasta el tono del mensaje: Bessent dijo que tomaría las medidas que fueran necesarias para estabilizar el mercado. "Solo Estados Unidos puede actuar con rapidez, y actuaremos", escribió en el tuit, reenviado rápidamente por algunos empresarios. " And act we will . Histórico", posteó enseguida en su cuenta Pierpaolo Barbieri, dueño de Ualá.

Pero no hay respaldo a cambio de nada . Estados Unidos necesita en primer lugar que Milei haga viable su programa. Y la clave está en el Congreso: no hay ninguna estimación numérica, ni siquiera la más optimista para el oficialismo, que le permita desentenderse de la oposición para sancionar leyes. El Gobierno arrastra además una dificultad previa que es su propio funcionamiento interno. Esta semana, haber conseguido que la ley de regulación de los DNU volviera al Senado, un éxito humilde, desencadenó tironeos entre dos facciones que se atribuyen el logro: la de Santiago Caputo y la que encabeza Karina Milei e integran Guillermo Francos, Lisandro Catalán y los Menem.

Es probable que haya sido una tarea conjunta. Caputo se había reunido un día antes en una comida con los gobernadores Gustavo Sáenz (Salta) y Raúl Jalil (Catamarca) y pudo además convencer a Rodrigo de Loredo, que venía herido desde el cierre de listas en Córdoba, de que alguno de los radicales votara contra el artículo 3 de la ley. Ese punto, que hacía caer cualquier DNU que no fuera aprobado en un plazo de 90 días, sumó finalmente 127 votos, dos menos que los necesarios para ser aprobado. Menem, Catalán y Francos se contactaron a su vez con los gobernadores Maximiliano Pullaro (Santa Fe) e Ignacio Torres (Chubut) y el número se consiguió. Todo muy justo.

Milei necesitará adhesiones más numerosas después de octubre. Y, desde ya, evitar la zancadilla amiga. La gobernabilidad bien entendida empieza por casa. No hay trabajo legislativo sin fluidez interna: una promesa a un gobernador puede frustrarse sin la colaboración de quien debe ejecutarla, y las sorpresas se ven después en el recinto.

El respaldo y la decisión de la Casa Blanca cuentan con esta dinámica elemental. Bessent dio un fundamento explícito, que la Argentina es un aliado, pero hay también una lógica de negocios del sector privado: Estados Unidos espera ventajas para que empresas norteamericanas puedan competir en áreas estratégicas como la energía, la minería o la industria del conocimiento. Son sectores en los que una coma en la regulación puede, por ejemplo, incluir o vedarle la entrada a una "compañía estatal". El eufemismo de "empresa china" en el mundo contratista.

Parte de estas condiciones se empezarán a develar la semana próxima, después de la reunión entre Milei y Trump. El simple anuncio de Bessent ya tuvo efectos. La idea de que el Tesoro norteamericano tiene pesos y está en condiciones de comprar bonos de la deuda o acciones del Merval podría hacer bajar el riesgo país. La palabra de Bessent tiene en el mercado carácter performativo: que el secretario del Tesoro considere que el peso está, como dijo, "subvaluado" implica necesariamente que Estados Unidos se vería perjudicado con una devaluación. ¿Qué agente estará ahora en condiciones de comprar dólar futuro por arriba del techo de la banda? ¿Vuelven los mandriles? ¿Seguí comprando, campeón?

Una tentación retórica para un equipo económico que venía cuestionado y se siente ahora reivindicado. Fue Luis Caputo, jefe del Palacio de Hacienda, quien negoció en persona en Washington un acuerdo cuyo desenlace derivó en alivio para todo el Gobierno. Permitirá sin dudas enmendar errores. ¿De política cambiaria? ¿Monetaria? ¿De relación con la oposición? Habrá que estar en la cabeza de Milei. El domingo, en la entrevista con Luis Majul, el Presidente admitió haber cometido equivocaciones, que no especificó. En todo caso, lo que festeja desde anteayer parece el resultado de una decisión propia y al menos efectiva: alinearse con Estados Unidos en momentos en que a la principal potencia no le sobran socios. Como para reivindicar aquella idea de Perón que avalaría hasta Bessent: "La verdadera política es la internacional".
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