Memoria y advertencia
En orden a conseguir la atención de un público constantemente asediado por toda clase de estímulos -¿a cuántas cosas les estamos poniendo "me gusta" diariamente en nuestros dispositivos?-, no es para nada extraño que las nuevas series intenten abrirse camino a codazo limpio para alcanzar a su audiencia potencial, usando toda clase de estrategias tanto artísticas como publicitarias
En orden a conseguir la atención de un público constantemente asediado por toda clase de estímulos -¿a cuántas cosas les estamos poniendo "me gusta" diariamente en nuestros dispositivos?-, no es para nada extraño que las nuevas series intenten abrirse camino a codazo limpio para alcanzar a su audiencia potencial, usando toda clase de estrategias tanto artísticas como publicitarias. Nadie negará la calidad e importancia de "Adolescencia" (en Netflix), "Severance" (Apple) o "Andor" (Disney) dentro del panorama audiovisual de 2025, pero sin duda que el espacio que cada una ha ocupado en la discusión pública en los últimos meses se debe tanto a la maestría de su ejecución y el astuto tratamiento de sus respectivos temas (la fractura familiar, la escisión radical entre la vida laboral y la privada, la amenaza de los autoritarismos) como al delicado manejo del debate ejecutado por sus equipos de prensa, a través de los medios y las redes, pero sobre todo al boca a boca de fieles espectadores que, casi sin darse cuenta, se convierten en eficaces relacionadores públicos de sus programas favoritos.
El punto es saber cuáles teclas apretar. Si se opera con demasiada sutileza, tu serie puede pasar inadvertida y quedar varada en medio de una tonelada de material sobre el cual nunca se apretará play . Si se cargan las tintas, tal vez se provoque un rechazo inicial que más tarde no se podrá revertir. ¿Entonces? Una posibilidad -aunque arriesgada- es ser totalmente desvergonzado, como ocurre con "M. El hijo del siglo", la ambiciosa serie coproducida por Sky, Freemantle, Pathé y Cinecittá, en torno al trabajoso y meteórico ascenso de Benito Mussolini al poder, a principios de los años 20 del siglo XX. Basada en el grueso primer volumen (de un total de cinco) dedicado al personaje por el escritor y columnista Antonio Scurati, la producción despliega tal seguridad, desparpajo y confianza en sí misma que se las arregla para desembarazarse del producto original, reclamando la total atención de un espectador que, si entra en el juego, encontrará difícil dedicarse a algo más que mirar la pantalla intensa, apasionadamente, mientras el episodio corre frente suyo; porque sí, vale la pena avisar por anticipado que "M" es la clase de serie que no conviene maratonear, sino ver paso a paso, un capítulo a la vez; en parte, por la cantidad de información e imágenes con las que uno va siendo bombardeado, pero en especial por el desbordante despliegue de Luca Marinelli en el rol principal: puesto en la piel de Mussolini, el intérprete, más que un actor, semeja a un medium , alguien que canaliza energía, discurso, carisma y brutalidad, todo a la vez, interactuando con el resto de los personajes, pero también rompiendo -de manera persistente y casi maníaca- la cuarta pared, interpelando al espectador sin darle tregua en algo que parece una invitación más que una actuación. Invitación al público a acompañarlo en sus delirios, arrebatos y excesos; en las ocurrencias fallidas, geniales y diabólicas que configuran algo que él visualiza desde el comienzo como un destino inevitable: el declive del sueño democrático y la llegada de un tiempo nuevo, su tiempo.
La memorable parrafada con que se inicia el primer episodio, pronunciada de forma exultante por nuestro protagonista, mientras corren imágenes de archivo, frenéticas y descarnadas, habla por sí sola: "Siempre llega un momento en que el populacho extraviado vira hacia ideas simples, hacia la sabia brutalidad del hombre fuerte. En nosotros, encuentran una salida para sus rencores, un escape de su mortificante situación de impotencia, una repentina y milagrosa esperanza de revertir su insatisfactorio destino. Basta con decir las palabras justas, simples, directas, con la mirada correcta, el tono indicado. Y entonces nos aman, nos veneran. Me amaron locamente. Durante veinte años me adoraron y temieron como a una divinidad. Y luego me odiaron, con pasión, porque aún me amaban. Me ridiculizaron, profanaron mi cadáver, por miedo al amor enloquecido que aún sentían por mí. Pero díganme, ¿de qué sirvió? Miran alrededor suyo, de nuevo estamos aquí...".
La pantalla se va durante unos segundos a negro, y uno también.
¿Desde dónde nos está hablando esta versión de Mussolini? Ciertamente, no desde esos adocenados documentales sobre la Segunda Guerra tipo History Channel que lo retratan como un monigote derrotado con anticipación. ¿Y por qué ese tono celebratorio, como si lo que relata no fuese historia pasada y pisada, sino el inquietante preludio de algo que todavía se encuentra en marcha y cuya última palabra aún no ha sido dicha? Tomando en cuenta que todo filme de época debiera ser, al mismo tiempo, la evocación de una era desparecida y un comentario acerca del presente, del aquí y ahora, toda coincidencia de los hechos de la serie con situaciones y conflictos recientes no parece tener nada de casual.
En ese sentido, es inevitable que la producción evoque el desenfreno con que Scorsese retrataba el mundo alrededor suyo en "El lobo de Wall Street", hace poco más de una década. Por ese entonces, parecía evidente que la mirada del cineasta estadounidense iba dirigida a determinar las causas y los culpables de la crisis subprime de 2008, pero el devenir político y económico de su país en los años inmediatamente posteriores probó hasta qué punto su fábula no era de memoria, sino de advertencia. El cruento y salvaje carnaval desatado por el británico Joe Wright -en un registro muy alejado de su debut con "Orgullo y prejuicio" (2005)- parece tener aspiraciones similares para tiempos, si cabe, aún más urgentes. Qué decir.
DRAMA HISTÓRICOM. Il figlio del seccolo
Dirección de Joe Wright.
Reino Unido, Italia, Francia, 2024.
Ocho episodios, estrenados semanalmente en Mubi.