Bach llena la Catedral: un proyecto que sigue creciendo
La Catedral de Santiago se colmó de música y fervor este domingo, en un concierto que marca un nuevo hito del monumental proyecto "Bach Santiago", iniciado en 2018 por el recordado maestro Víctor Alarcón
La Catedral de Santiago se colmó de música y fervor este domingo, en un concierto que marca un nuevo hito del monumental proyecto "Bach Santiago", iniciado en 2018 por el recordado maestro Víctor Alarcón. Bajo la dirección de Danilo Rodríguez, Maestro de Capilla del templo, quien condujo desde el órgano, se interpretaron las cantatas BWV 95 "Christus, der ist mein Leben", BWV 8 "Liebster Gott, wenn werd ich sterben?" y BWV 114 "Ach, lieben Christen, seid getrost", alcanzando así la asombrosa cifra de 150 cantatas ofrecidas en vivo dentro de este ciclo.
El público respondió con entusiasmo: la fila para ingresar al templo se extendía desde Ahumada con Compañía hasta las puertas de la Catedral, una imagen que dice mucho sobre el alcance espiritual y cultural de esta iniciativa. Lo que nació como un sueño personal de Alarcón -hacer sonar en Chile todas las cantatas de Bach- se ha convertido, con el impulso de la Universidad Católica, en una empresa artística y pedagógica de notable proyección.
El momento de mayor intensidad llegó con el aria del tenor "Dónde habrá en este valle de lágrimas un refugio para mi espíritu" (BWV 114), donde la flauta de Mara González y la voz de Gonzalo Quinchahual establecieron un diálogo de conmovedora transparencia. El instrumento pareció encarnar el pulso de un corazón que busca consuelo, mientras el canto se elevaba con una luminosidad poco común, clara y cálida, que dio al texto una emoción de recogimiento esperanzado. Quinchahual mostró seguridad y entrega expresiva en toda su participación, destacando también en la exigente "¿Por qué tendrías que horrorizarte, alma mía?" de la BWV 8.
Mara González fue, asimismo, una de las figuras notables de la jornada. En la BWV 8 su intervención resultó ejemplar por la pureza del sonido y la precisión del fraseo, aportando una delicadeza aérea al tejido instrumental.
El cuarteto de solistas -Pilar Garrido (soprano), María José Uribarri ( mezzosoprano ), Gonzalo Quinchahual (tenor) y Maximiliano Bustíos (barítono), todos con destacadas intervenciones- alcanzó un momento de especial armonía en el coral "Querido Dios, ¿cuándo moriré?" de la BWV 8, intrincada sección debido a la superposición de líneas vocales e instrumentales muy diversas. Allí, el contrabajo (Josué Garay Jara) y los pizzicati de la flauta crearon una textura singular, bellamente resuelta.
En "Señor de la vida y de la muerte", de la BWV 8, el Coro del Arzobispado de Santiago, preparado por Rodríguez, transmitió con sobriedad y hondura el sentido meditativo de la página. Bien logrados resultaron los corales "Puesto que tú te has levantado de la muerte" (BWV 95) y el conclusivo "Despiertos o dormidos somos del Señor" (BWV 114), donde se alcanzó un adecuado equilibrio entre las voces.
El conjunto instrumental -integrado por estudiantes, profesores y exalumnos de Música UC- acompañó con delicadeza y coherencia estilística, aunque es probable que con más ensayos el resultado global hubiera alcanzado una mayor homogeneidad. Más allá de cualquier reparo puntual, el sentido último de este concierto trasciende lo meramente técnico. Escuchar a Bach en la Catedral Metropolitana, en la solemnidad de un espacio consagrado, permitió experimentar su música como lo que es: una forma de oración. Lo expresó el propio Danilo Rodríguez: "Bach nos habla desde la fe. La fe suena así".