La compleja sencillez de la Zona 14
A la hora del inicio de la ansiada "reconstrucción" de la selección chilena signada en el encuentro amistoso frente a Perú, el mayor drama que la ha aquejado en los últimos años -la enervante incapacidad de concreción- volvió a manifestarse con fuerza
A la hora del inicio de la ansiada "reconstrucción" de la selección chilena signada en el encuentro amistoso frente a Perú, el mayor drama que la ha aquejado en los últimos años -la enervante incapacidad de concreción- volvió a manifestarse con fuerza.
Chile terminó ganando con un autogol que denotó más imprecisión del defensor peruano que mérito chileno en su construcción. Y si bien el tanto del eventual empate de Ben Brereton sí fue producto de una jugada bien elaborada, el porcentaje de eficacia del equipo chileno fue bajísimo en relación a la cantidad de llegadas.
La crisis de conversión que vive el fútbol chileno es general.
Lo curioso es que este defecto, para muchos (incluidos varios DT de la vieja escuela), nace de una simple carencia: no surgen hoy delanteros centros como los de antaño, esos que eran referentes de área y que cazaban pelotas como vinieran y resolvían con lo que fuera. No tenemos "peperos", para decirlo en idioma pichanguero.
Sí, claro. En un momento de la evolución del fútbol, claramente ese tipo de jugadores eran esenciales y trascendentes. Más aún si, además de oportunistas, tenían cierta exuberancia física para romper defensas con el cuerpo, y altura para ganar cabezazos.
Pero hoy eso ya no alcanza. Para ser goleador no basta con quedarse en el área a la espera de centros tras desbordes de laterales o rebotes tras las diagonales de los extremos (como mucho lo hace Chile hoy), sino que debe saber moverse y participar del entramado ofensivo para generar los espacios.
Hace algunos años, en Liverpool, en la Facultad de Ciencias del Deporte de la Universidad John Moores, se detectó con certeza estadística que hay un espacio en el campo de juego que es el más favorable para producir ataques ofensivos peligrosos contra la valla contraria: la denominaron Zona 14 o Golden Square (Cuadrado de Oro), que es una porción de terreno ubicada en el último tercio de la cancha (esta se divide en 18 rectángulos y la Zona 14 es la que está centralizada y detrás del sector del atacante).
Si bien la Zona 14 no es un área de finalización o de definición directa, los números comprueban que ahí se produce la mayor cantidad de ocasiones de gol y que por ello la convierte en un lugar de excelencia para que el futbolista dotado técnicamente pueda aprovecharla (el español Iniesta es un gran ejemplo).
Por ello, lo que hoy se requiere en términos de un atacante es que este salga del punto penal, donde se ubica normalmente, hacia la zona 14 para desmarcarse, se conecte con el generador de juego y, con un buen control del balón, sepa dar pases a espalda de su marcador para generar la llegada de un tercer hombre.
Eso fue lo que diferenció el rendimiento de Juan Francisco Rossel en el Sudamericano de Colombia respecto al del Mundial de Chile. En el primero, la labor del atacante que salía y generaba espacios la hacía Damián Pizarro, mientras que en la Copa del Mundo, sin Pizarro, fue Rossel quien tenía que hacer esa labor (que, por cierto, no le acomodaba y redujo sus opciones de gol). Por eso, Chile abusó de los centros.
No, claro. No hay soluciones mágicas para esto. Todo tiene que ver con trabajo, convencimiento y mecanización.
Pero buscar soluciones a temas futbolísticos complejos a veces es más simple de lo que se cree. Por último, hay que atreverse a variar para encontrar resultados diferentes.