Guns N' Roses convocó a una multitud con sus clásicos
El show transitó entre la solidez instrumental y un irregular Axl Rose.
El mazazo desde lo instrumental, anoche en el arranque de Guns N' Roses, sigue siendo certero. Un clásico del rock como "Welcome to the jungle", que se acerca a las cuatro décadas, aún es sinónimo de alta tensión. Slash y Duff McKagan, en guitarra y bajo, en gran forma artística, sostienen esta reencarnación del grupo que va a cumplir una década desde el retorno de sus figuras más titulares, junto a un Axl Rose, al frente, que se esfuerza por estar a la altura de sus compañeros.
El cantante luce en una mejor condición física que en sus últimas visitas, pero el natural paso del tiempo ha sido duro con su voz, muy irregular anoche, y que está lejos de amplificar la crudeza callejera que chillaba en su juventud.
El público, de todas maneras, reacciona entusiasta, sobre todo el núcleo más fanático cerca del escenario, una audiencia ya familiar, muchos padres con hijos pequeños, que llegó en masa anoche al Parque Estadio Nacional, con cerca de 50 mil personas que confirman el interés por seguir viendo a la banda.
Axl Rose arranca atlético recorriendo el escenario, ligero en sus desplazamientos de lado a lado, caminando rápido en reversa con el pedestal del micrófono en sus manos, y con sus clásicos movimientos serpenteantes, lo que le quita aire y termina afectando su voz. Pasan "Bad obsession", "Mr. Brownstone", "Chinese Democracy", "Better", y luego una "It's so easy", que en tonos más graves se acomoda mejor a su presente, entusiasmando y dejando buenas sensaciones.
Siguen luego con"Pretty tied up" y una extendida "Estranged", de lo mejor de su interpretación -que más adelante lo tendría sólido en "Don't cry" y el saludo a Dylan con "Knockin' on heavens' door"-, pero tras eso vuelve a ser irregular con el cover a Wings, "Live and let die", y sobre todo con "Yesterdays", "You could be mine" y el homenaje al fallecido Ozzy Osbourne, con "Sabbath bloody sabbath", que sonaron poderosas en baquetas y cuerdas, pero destempladas y fuera de rango desde el micrófono, promediando un concierto que estaba planificado para extenderse por tres horas.