La bodega de Isabel la Católica donde Rubens pintaba y Lope de Vega escribía
La mayor finca vinícola del norte de España, en la Ribera del Duero, ofrece una Vendimia Vip y varias otras experiencias para encontrarse con vinos de lujo, pero sobre todo con personajes legendarios de la historia. Por Isabel García .
L a mismísima Isabel la Católica compró la finca por dos millones de maravedíes en 1503. Le recordaba a su infancia en la cercana Aranda de Duero y a los paseos con su padre en busca de corzos, venados, jabalíes, osos y ciervos, como buen coto de caza que era: uno de los más importantes de España. Y así sigue siendo. Hablamos del Real Sitio de la Ventosilla , perteneciente al municipio burgalés de Gumiel de Mercado, donde continuaron la tradición cinegética los sucesores de la monarca.
De Juana la loca y Felipe el hermoso a Carlos I y, en especial, Felipe III, ya que el duque de Lerma, su valido y uno de los siguientes propietarios del lugar, hizo construir para él, ya en el siglo XVII, un hermoso palacete de estilo herreriano (el arquitecto Francisco de Mora trabajó con Juan de Herrera en el Monasterio de El Escorial) para que descansara entre monterías. Y corridas de toros, bailes, torneos, óperas, comedias... Que de todo sucedió en el pequeño Versalles gracias a su ambicioso programa de ocio cortesano. La réplica continúa ahora con monólogos, juegos de magia, cenas temáticas y la Semana del Barroco, que ofrece conciertos, catas y teatro en recuerdo de aquella época.
Aquel palacio pronto pasó a llamarse La Posada de Pradorey (la explicación es simple: este era el prado del rey), convertida hoy en uno de esos alojamientos con solera y encanto (tiene 18 habitaciones) en los que la historia se deja sentir entre altos techos con artesonados, camas con dosel, paredes corpulentas y suelos crujientes.
No en vano, por ellos han pasado personajes como Luis de Góngora (fue donde compuso su Soneto a los Reyes ), Lope de Vega (escribió y representó varias obras en los jardines) y Miguel de Cervantes (Felipe III le firmó el privilegio para imprimir y vender Viaje al Parnaso ). Hasta Rubens tomó apuntes del duque de Lerma para el retrato ecuestre que hoy está en el Museo del Prado. No faltaron milagros, ya que Felipe IV se curó aquí de una extraña enfermedad.
Pero la Ventosilla no es solo la Posada, ya que también cuenta con una iglesia en homenaje a San Andrés, con un retablo gótico de estilo hispano-flamenco del siglo XVI, y la bodega más grande del norte de España, Pradorey, ya que sus viñas ocupan 520 de las 3.000 hectáreas totales.
Un modelo revolucionario
Bodega Pradorey: Vendimia Vip, 120 euros por persona con menú de cinco pasos en La Posada. Con cena, detalle de bienvenida, noche de alojamiento y desayuno: 215 euros por persona.
En internet: Pradorey.es
Aunque se sabe que ya se cultivaba la vid en la zona desde antes de los romanos, fue el ingeniero agrónomo Javier Cremades quien, a sus ya 65 años, decidió comprar la hacienda en 1996 y revolucionar el concepto de la denominación de origen de Ribera del Duero. "Al principio le llamaban el loco de Ventosilla porque cambió la forma de hacer vinos", dice Camino González, responsable de Enoturismo.
¿Cómo? Remontándose a la esencia local con tinajas centenarias de barro y barricas XXL, elaborando los primeros rosados de la D.O. a 813 metros de altitud, dejando incolora la uva tempranillo, fermentando con levaduras autóctonas, probando variedades experimentales, apostando por un viñedo ecológico 100% sostenible y autogestionable, siendo la primera bodega europea en utilizar corchos ecológicos...
"De las 4.000 repartidas por España, solo 110 tienen el certificado Bodegas sostenibles para la protección del clima. Pradorey es una", añade González.
Aun así, como dice Fernando Rodríguez de Rivera Cremades, nieto del fundador y director general de la empresa, "el mejor vino está por llegar porque la innovación y el aprendizaje continuo forman parte de nuestro ADN". Y eso que con sus 17 referencias actuales plantadas en nueve pagos diferentes han obtenido premios como el del mejor rosado de España, el Salgüero 2019. Se puede probar durante la Vendimia Vip que cada otoño (boreal) organizan, una inmersión 100% en el universo vinícola disponible viernes y sábados.
La experiencia incluye la recolección, despalillado, pisado y cata de uvas (y del mosto resultante de cada cual), un almuerzo campestre con productos autóctonos a pie de viñedo, una degustación (con bota y todo) de varios retoños, como el Adaro, un homenaje al patriarca, y una visita por las instalaciones.
Después, llegaría el menú de cinco pasos del restaurante de la citada Posada, centrado en la caza, en un guiño a la trayectoria del lugar. Entre las delicatessen se suceden platos como el paté de ciervo con gelatina de vino oloroso, los canapés de mousse de faisán, el carpaccio de jabalí en cítricos y enebro con láminas de higos frescos o el solomillo de corzo con puré de boniato aromatizado con romero, salsa de frutos del bosque al vino tinto Valdelayegua y chips de chirivía.
El dúo de postres lo componen la copa barroca (otra mirada al pasado) de crema de azafrán con frutas de temporada y crumble de manzana y un parfait de chocolate amargo con corazón de cereza, bizcocho esponjoso de pistacho, crujiente de caramelo y decorado con polvo de oro comestible.
Y todo maridado, claro, con los mejores vinos de la bodega, a elegir por los comensales, de forma que cada uno pueda probar su favorito. Y quien quiera coronar el día puede quedarse a dormir en las habitaciones en las que Cervantes, Rubens y compañía encontraron la inspiración.