Lunes, 20 de Octubre de 2025

Cambio en el paisaje urbano de Montevideo: claves de un creciente deterioro en la convivencia

UruguayEl País, Uruguay 20 de octubre de 2025

"El problema es que no se comprende bien el fenómeno y se hacen esfuerzos compartimentados entre organizaciones, ministerios e instituciones", afirmó Walter Ferreira, fundador de Ni todo está perdido.

Es un fenómeno que ha venido creciendo sistemáticamente año a año. Poco a poco, aunque la problemática no se circunscribe solo a esa zona en particular, el paisaje urbano de los barrios céntricos de Montevideo ha experimentado un cambio visible en materia de convivencia ciudadana.

Casi en cada esquina, en cada calle, se ha vuelto habitual para los vecinos de Ciudad Vieja, Cordón, Centro, Pocitos, Parque Batlle y otros barrios capitalinos encontrarse con personas a la intemperie, improvisando refugios con cartones, colchones, acolchados o buscando algún tipo de asistencia de los habitantes de la zona o de meros transeúntes.

Para buena parte de los estratos medios, que habitan o trabajan en esos barrios, la presencia cada vez más notoria de personas que viven en la calle se traduce en una convivencia incómoda, atravesada por un espiral de deterioro en las formas de compartir el espacio público.
Las esquinas, las plazas, los bares, las entradas de algunos edificios -públicos o privados- se transformaron en escenarios donde coexisten, al menos, dos realidades bien dispares: la de extrema vulnerabilidad y la de una sociedad que convive con la exclusión sin encontrar un modo colectivo de corregirla. El abordaje a comercios y personas por parte de esta población en situación crítica se ha vuelto cotidiana, casi rutinaria, repitiéndose incluso varias veces al día.

En los últimos cinco años -especialmente tras la pandemia, aunque el fenómeno ya se había iniciado antes-, la escena urbana del centro capitalino cambió, impactando en la vida cotidiana, en lo visual y en las dinámicas sociales. Los sin hogar pululan. Dos por tres alguien hurgando. Cada tanto, unas piernas que asoman desde la boca de un contenedor. La realidad citadina golpea. Interpela.

Crisis a la ciudad

Walter Ferreira, fundador del colectivo Ni todo está perdido, director de Casa de Sueños y coordinador de programa Urbano del Ministerio de Educación y Cultura, dijo a El País que este deterioro en la convivencia, con imágenes que antes no se veían, pero que se van naturalizando, es un fenómeno que "va pasando en las ciudades" y ha ocurrido en varias de Latinoamérica.

"Hay algo en la situación de calle que empieza a poner en crisis a la ciudad. El problema sigue creciendo, cada vez más. Si hoy hiciéramos un conteo estaríamos hablando de 7.000 personas, seguramente. La pandemia fue brutal: toda esa gente que estaba al borde terminó apareciendo, llenando refugios. Respuesta del Estado hay; en ese sentido, Montevideo brilla (con respecto a otra ciudades del continente). No hay displicencia al poner energía, cabeza y recursos. Hay políticas, y eso se ha mantenido en todos los gobiernos, aunque siempre se necesite más. El problema es que no se comprende bien el fenómeno y se hacen esfuerzos compartimentados entre organizaciones, ministerios e instituciones. Hay también momentos muy terribles cuando parece que la burocracia no sirve para nada, como cuando mueren personas en la calle", consideró.

A pesar de vivir bajo un sistema de violencia permanente por solo el hecho de estar en calle, agrega Ferreira, "las personas en esa situación no son peligrosas ni violentas". "Nadie que pase por la vereda al lado de un campamento va a sufrir violencia", acota. No obstante, subyace una mayor percepción de inseguridad ciudadana -si se quiere-, especialmente en horarios nocturnos, luego de que ocurre algún episodio aislado que termina por generar un relato criminalizador, cuestionado y rebatido por los especialistas que estudian la problemática.

Reacciones

Tras la agresión a una mujer en el Cordón hace una semana, la alcaldesa del Municipio B, Patricia Soria, recorrió la zona el pasado jueves junto autoridades policiales para conversar con dueños de bares y vecinos para conocer su percepción sobre la realidad del barrio.

Según Soria, en líneas generales todos manifestaron sensaciones similares: "Es cierto que a veces se genera alguna situación tensa, por ejemplo cuando pasan y le meten la mano en el plato a la gente que está afuera. De todas formas, aseguran que es algo controlado. En ningún momento me manifestaron que estuviese desbordado. En general, son las mismas caras, las conocen. Pensé que iba a encontrarme con un panorama peor a raíz del incidente, pero en ningún momento me dio la sensación de que vaya a escalar. Lo que te dicen es que la cosa está muy complicada, que está brava".

En una columna publicada por la Sociedad de Arquitectos del Uruguay, Daniel De León -quién desde por 30 años analizó y proyectó la ciudad desde la Intendencia de Montevideo- reflexionó: "Si bien teóricamente somos todos iguales, en el espacio público hay supuestos beneficiarios que ven discutida su plena ciudadanía a consecuencia de prejuicios, estigmas o señales. Como consecuencia de cierta identificación se asume que no son merecedores de esa igualdad proclamada. Por un código no escrito son empujados a la ilegalidad, al camuflaje y al sigilo. Esto se puede dar cuando, en una ciudad como Montevideo, son 300 personas. Es más difícil cuando son 5.000 ¿Y cuando sean 10.000? ¿Y si llegan a 20.000? A la larga, es imposible ocultar el conflicto".
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