Valparadisea
Os aseguro, dice un amigo del discreto Critilo, que el poeta Luis Correa-Díaz ignora que lo que ha escrito en su libro es épica
Os aseguro, dice un amigo del discreto Critilo, que el poeta Luis Correa-Díaz ignora que lo que ha escrito en su libro es épica. Pero épica no de la clásica o la antigua, sino épica de lo mundanalmente cotidiano, de aquello que recoge la vida urbana de un puerto ("principal", como dicen por ahí), de sus calles, de su historia, de sus habitantes.
Decía Pío Baroja: "lo que no es autobiografía es plagio". Y estos poemas, de desafiante factura y alusiones a la vida propia del escribiente, son originales. Que no es decir que son novedosos, es decir que son fieles a su origen en la vida y la historia del narrador. Así lo destaca el prologuista, Ignacio Vásquez Caces, que entiende quizá entre líneas lo que el autor deja insinuado.
Este poeta de épica urbana y contemporánea adopta a veces un tonillo didáctico al que quizá lo han acostumbrado sus lecciones de varia literatura en una universidad estadounidense. Pero ello no impide el asombro ni disminuye el ingenio. Que estos versos breves hacen justicia a aquello de que habla Baltazar Gracián, "lo bueno, si breve, dos veces bueno".
La cuidada edición de Altazor agrega los deleites del libro que se palpa, se huele y se guarda para nocturnas y repetidas lecturas.