Martes, 04 de Noviembre de 2025

Lula: ¿Cuarto mandato?

ColombiaEl Tiempo, Colombia 4 de noviembre de 2025


Ricardo Santamaría
Soy brasileño de segunda nacionalidad


Ricardo Santamaría
Soy brasileño de segunda nacionalidad. Mi madre y toda su familia materna son de Río de Janeiro. En esa condición, en las últimas elecciones presidenciales, sin ninguna convicción, voté por Lula. La otra alternativa, para mí, era peor: Bolsonaro. Así es la política. Brasil me parece un país extraordinario. Soy un observador lejano, quizás con la nostalgia de que esta gran nación sea un verdadero líder latinoamericano. Veo las cosas más con el deseo. Con casi 80 años de edad, Lula anuncia que aspira a un cuarto mandato. ¿Tiene esto alguna sensatez? ¿Dónde queda la capacidad de renovación de la política en Brasil? ¿Su gestión lo justifica? ¿Qué mensaje envía su pretensión de prolongar su relevo? Lula regresó a la presidencia en 2023 con enormes expectativas. En sus dos términos anteriores (2003-2010) dejó huella: crecimiento económico, reducción de la pobreza, protagonismo internacional.  Sin embargo, en este tercer ciclo algunas luces rojas se encendieron. La aprobación de su gestión tocó mínimos: Según la encuesta Datafolha de febrero de 2025, apenas 24% de los brasileños calificaban su gobierno como "bueno" u "óptimo", mientras la desaprobación alcanzaba 41%.  Aunque hubo signos de mejora, como el repunte a 46% de aprobación según el estudio Genial/Quaest de agosto de 2025, aún persiste una desconfianza (51% desaprueban) y la percepción de que el avance es más bien tibio.   El presidente exhibe hoy síntomas de agotamiento político. Pero es innegable que Lula es cada vez más un líder pragmático que ideológico. Lo ha demostrado en reiteradas oportunidades. A Petro le dio una lección de realidad cuando le dijo que el petróleo era necesario para el desarrollo y los programas sociales, y ha convertido al Brasil en una potencia petrolera, superando los 5 millones de barriles diarios de producción de petróleo. Y qué decir de su reciente reunión con el Presidente Trump, al término de la cual ambos mandatarios se elogiaron y afirmaron que iniciaban en firme negociaciones comerciales y de aranceles. Mejor imposible. Dejó a Petro peleando solo con Trump. Ya no representa eso que ostentó en el pasado de ser el decano de la izquierda latinoamericana. Su oferta de mediar en la crisis de Venezuela, cayó en el vacío. Pero su pretensión de una cuarta reelección plantea riesgos. Diluye el principio de alternancia en una democracia saludable; Refuerza el culto a la personalización del poder, muy de moda entre mandatarios de izquierda, en vez de institucionalizar mecanismos de renovación; y transmite la idea de que no confía en nuevos liderazgos. No son buenos mensajes. El legado de Lula merece reconocimiento: descenso de la pobreza estructural en sus primeros mandatos, inserción internacional de Brasil, iniciativas de política social relevantes. Pero una nueva reelección puede borrar sus logros. La democracia, antes que el líder.
Analista.
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