Miércoles, 05 de Noviembre de 2025

China, el nuevo frente de la carrera por la inteligencia artificial

UruguayEl País, Uruguay 5 de noviembre de 2025

China avanza con paso firme para disputar el liderazgo global en inteligencia artificial. Mientras Estados Unidos mantiene la ventaja en investigación y capital, su hegemonía tecnológica comienza a resquebrajarse

Durante años, Estados Unidos fue el epicentro del desarrollo tecnológico global. Silicon Valley marcó el ritmo de la innovación digital y la inteligencia artificial (IA) parecía otro capítulo en esa hegemonía. Pero los números más recientes indican que el liderazgo estadounidense ya no es tan indiscutible. En silencio y con estrategia de Estado, China avanza para convertirse en la superpotencia tecnológica del siglo XXI.

En el terreno académico, el viraje es evidente. En 2023, China concentró el 22,6% de todas las citas de investigaciones sobre IA, frente al 20,9% de Europa y el 13% de Estados Unidos, según el Artificial Intelligence Index Report 2025 de la Universidad de Stanford. También registró el 69,7% de todas las patentes de inteligencia artificial a nivel mundial. Si bien EE.UU. mantiene ventaja en calidad 50 de las 100 publicaciones más citadas frente a 34 de China, su participación se ha reducido de forma constante.

La misma tendencia se observa en el talento. En 2019, el 59% de los principales investigadores del mundo en IA trabajaba en Estados Unidos y solo el 11% en China. Tres años después, las cifras eran 42% y 28%. Las restricciones a las visas H-1B y la creciente inversión local están empujando a científicos chinos a regresar a su país, fortaleciendo su ecosistema de innovación.

En materia de desarrollo tecnológico, las instituciones estadounidenses siguen produciendo más modelos destacados 40 frente a 15 de China en 2024, pero la eficiencia algorítmica de los modelos chinos se impone. Ejemplos como DeepSeek-V3 o Qwen 2.5-Max, de Alibaba, superan a los mejores modelos estadounidenses en rendimiento por unidad de cómputo. En otras palabras, China aprende a hacer más con menos: con menos acceso a chips de última generación, optimiza sus recursos y comparte capacidad entre empresas y laboratorios.

Las restricciones a la exportación de GPU impuestas por Washington han sido, paradójicamente, un motor de innovación. Impulsaron a las compañías chinas a reciclar equipos, desarrollar alternativas domésticas y liberar modelos de código abierto que circulan a gran velocidad. Según Air Street Capital, China ya superó a EE.UU. en descargas mensuales de modelos de IA. En sectores como fintech, comercio electrónico y logística, las aplicaciones chinas basadas en inteligencia artificial ya sobrepasan a las estadounidenses.

El verdadero diferencial puede estar en el hardware. Con la investigación avanzando hacia la llamada IA encarnada aquella que combina algoritmos con cuerpos físicos, como robots o drones, China parte con ventaja.

Este modelo responde a una lógica estatal de ingeniería: planificación centralizada, movilización de recursos y metas de largo plazo. Es el mismo impulso que fortaleció su economía manufacturera y que ahora se orienta a dominar la infraestructura tecnológica global. Sin embargo, ese poder técnico convive con un nivel creciente de control político y represión social. En ese contraste reside la paradoja china: la eficiencia de un Estado ingenieril que impulsa la innovación, pero que también limita la libertad que suele alimentarla.

Mientras tanto, EE.UU. conserva fortalezas estructurales. Sus universidades siguen liderando la investigación de frontera; su capital de riesgo sostiene el ecosistema y sus gigantes tecnológicos cuentan con acceso privilegiado a los chips más avanzados y a redes globales de datos. Pero el margen de liderazgo se achica. La competencia ya no se libra solo en los laboratorios de Silicon Valley, sino en la capacidad de cada país para difundir la inteligencia artificial en toda su economía y sociedad.

La carrera por la IA no será una réplica de la Guerra Fría tecnológica, sino una disputa por quién logra integrar mejor la inteligencia de las máquinas en la vida cotidiana. En ese terreno, China ya ha demostrado que puede avanzar más rápido. Y aunque está marcada por la vigilancia y el control, el ritmo y la escala de su despliegue tecnológico obligan al resto del mundo: el futuro de la IA puede hablar chino.
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