Mis principios
Faltan apenas ocho días para la elección presidencial y me ocurrió algo bien terrible que no sé dónde pasó, pero ocurrió: se me perdieron mis principios
Faltan apenas ocho días para la elección presidencial y me ocurrió algo bien terrible que no sé dónde pasó, pero ocurrió: se me perdieron mis principios.
De repente lo advertí, no sé hace cuánto tiempo fue y tampoco en qué circunstancias sucedió, pero busco y rebusco y nada. Di vueltas el departamento y alumbré con el celular la parte de abajo de los asientos del auto. Nada. Busqué donde no he pisado y hasta revisé lugares donde no voy, lo hice por si acaso y fue por desesperación.
Hace días solicité socorro y hasta grité !ayúdenme los buenos¡ Todavía no pasa nada.
Se me perdieron los principios y no sé por quién votar.
Los describo por si alguien los encuentra. No pido me los devuelvan, cuídenlos no más.
Mis principios son delgados, escasos y quebradizos, por si los ven por ahí. No son de andar recto y cojean al caminar, a veces se les queda la patita izquierda y a veces la derecha. Son como los de cualquier persona, para una vida larga y con tanto hoyo por delante. Son los de un ciudadano con dos piernas y apenas tres dedos de frente.
Mis principios son más chilenos que la cueca que es un baile circular donde hay medias vueltas y vueltas enteras.
Mis principios tienen sus límites, cuando encuentre esos límites, les doy mi palabra, les aviso. No sé si al tiro.
Mis principios siempre responden, lo hacen a la primera, a la segunda y a la tercera. ¿Y a la cuarta? También.
Mis principios no son toscos ni inmutables, porque eso es de tontos, mis principios son complejos, sabios y miméticos, por eso se camuflan con la realidad y se confunden con los prejuicios.
Mis principios son de la clase común y corriente, carecen de cualquier dato especial y no hay como distinguirlos, por eso son difíciles de encontrar.
Mis principios se ven bien, gozan de buen aspecto gracias a que consumen cualquier tipo de alimentos, desde luego no saben de alergias y acá nadie es mañoso ni fijado ni quisquilloso. Provecho. Gracias.
Mis principios son agridulces, un día son agrios como el vinagre y el chucrut, y al otro dulce como los higos y la lúcuma. Todo depende. Depende del momento y de los comensales, estado de situación y clima, intereses y necesidades. O sea que dependen de lo normal.
Mis principios vienen madurando desde hace décadas, y se pueden licuar, fermentar, descomponer, disipar y acaramelar ¿pero pudrirse? !Jamás¡ Se mantienen en un permanente proceso de maduración, es decir, se nutren, enriquecen y tonifican con el pasar de los años.
Mis principios son un arcoíris de múltiples colores.
Mis principios son de sueño muy profundo, duermen como cualquier ser humano y la novedad es que no saben de pesadillas, sino de puros sueños, y cuando se despiertan y ven que no se ha cumplido ninguno, hacen algo prudente y reparador: se duermen de nuevo.
Mis principios crecieron ordenados, después se revolvieron solos y por su cuenta, nadie los amaestró y tampoco se graduaron de salvajes. De repente se arrancan en moto, pero vuelven al anochecer y duermen hasta el amanecer.
Mis principios se me perdieron y no sé por dónde empezar.