La columna de Gates tiene muchos puntos compartibles, mucha información que nos da optimismo, pero plantea una disyuntiva arbitraria. Sin embargo, el problema más grave es lo que no dice.
Marcelo Caffera, columnista invitadoHace unos días,
Bill Gates publicó una larga columna titulada "
Las tres verdades sobre el cambio climático". Léanla. Está disponible aquí:
A new approach for the world's climate strategy | Bill Gates. Contiene un resumen interesante de las recientes
innovaciones tecnológicas para reducir emisiones y adaptarse a la
variabilidad climática. En esta nota resumo los puntos principales y expongo mis reacciones.
Qué dice Gates
Su punto principal es el siguiente: el calentamiento del planeta es un problema menos importante para las personas más pobres del mundo, en comparación con otros como el acceso a la salud, y el acceso a soluciones técnicas y tecnológicas que les permitan eliminar la fluctuación de sus ingresos y elevarlos (habla básicamente de los rendimientos de sus cultivos). Por ende, dice Gates, hay que destinar más recursos a mitigar estos últimos, más que a mitigar las emisiones de gases de efecto invernadero. A su vez, ello permitirá reducir los efectos del cambio climático sobre los más vulnerables.
Su punto se basa en que se convenció de dos cosas. Primero, que el mundo no se va a calentar más de 2-3 °C para 2100. En segundo lugar, entiende ahora que, para 2050, las tecnologías necesarias para generar electricidad, producir cemento, movernos, alimentarnos, sin emitir gases de efecto invernadero de manera importante, van a estar disponibles a precios que permitan su escalabilidad.
Gates termina su larga columna con dos sugerencias para los políticos (hace referencia a la reunión de Belén en noviembre, la COP 30). La primera sugerencia o recomendación se centra en la causa principal del cambio climático: el costo adicional que tienen las tecnologías con menor huella de carbono, en comparación con las convencionales (lo que él llama en su libro y en su columna la "Prima Verde"). Gates sabe que el problema de la mitigación de emisiones es económico: sale más caro que no hacerlo. Para que las empresas y personas adopten tecnología con menor huella de carbono, ésta debe ser más barata. En la COP, los políticos, según Gates, deberían: (a) centrar sus discusiones y hacer explícito el progreso en las innovaciones tecnológicas, (b) reportarlo, midiendo el progreso por el diferencial de costos con la tecnología convencional y (c) deberían "proteger" el financiamiento para estas tecnologías.
Una segunda sugerencia o recomendación de Gates para los políticos y reguladores es ser rigurosos en cuanto a la medición de los impactos. Las vacunas, la prevención de malaria, salvan vidas de forma costo-efectiva. La innovación en energía salva vidas en el futuro. Implícitamente dice que hay que calcular y comparar las vidas salvadas (hoy y en 2100) por dólar gastado hoy, en diferentes políticas.
Algunas reacciones
El subtítulo de la columna es "una nueva manera de ver el problema". No lo es. Comparar costos y beneficios es más viejo que Adam Smith. Lo que es novedoso es la disponibilidad en tan poco espacio de una lista de innovaciones en varios sectores. Algo que permite ser optimista.
¿Qué cambió desde que Gates publicó su libro "Cómo evitar un desastre climático" en 2021? En él repasa posibles soluciones para evitar un desastre climático. Es decir, las peores consecuencias. Ahora se convenció que éstas no van a suceder antes de 2100. O, que es lo suficientemente poco probable que sucedan. Pero las que vamos a ver son muy malas.
Hay mucha incertidumbre sobre el clima para 2100. Y toda la incertidumbre es sobre qué tan malas serán. Gates lo menciona una vez. Y concluye acertadamente que "...
si nueva evidencia muestra que el cambio climático será mucho peor de lo que predicen los modelos climáticos actuales, tendremos que reducir la Prima Verde más rápidamente y acelerar la transición hacia una economía de cero emisiones."
La disyuntiva que plantea Gates, entre destinar recursos a mitigar la pobreza extrema o el calentamiento global, es arbitraria. Por ejemplo, el FMI estima que los subsidios explícitos e implícitos (externalidades) a los combustibles fósiles son US$ 7 billones por año, mientras que se estima que para eliminar la pobreza extrema se debe invertir 10 veces menos. Tampoco es obvio que el valor presente de todos los costos económicos y sociales (incluidas las muertes) de los efectos del calentamiento global que ya estamos viviendo y los más extremos que vamos a vivir hasta 2100, es menor al costo que tiene para los más vulnerables de hoy no tener las herramientas para salir de la pobreza extrema o lidiar con sus efectos.
El horizonte temporal de Gates es 2100. No mirar después de 2100 es una debilidad muy importante de su argumento. Muchos impactos muy importantes de un clima estabilizado en +3° C se verán después del 2100.
Un planeta con un clima estabilizado en 3°C más que el nivel preindustrial "
no conducirá a la desaparición de la humanidad", como dice Gates. Pero es el fin del planeta que aún podemos ver. Muy distinto al de los últimos 7-15 mil años. Por ilustrar algunos puntos de ese nuevo planeta, nunca cultivamos en un plantea como ese, 1/3 de la biodiversidad marina estará en riesgo muy alto de extinción, lo que se suma al 25% de las especies explotadas que ya están amenazadas, el mar puede llegar a subir 2-3 metros o más (1 m. a 2100, el resto en los siguientes siglos), los eventos climáticos extremos serán más frecuentes, habrá que invertir mucho en adaptación, lo que seguramente reduzca el crecimiento económico, etc. Y estos son algunos impactos con importancia económica obvia.
Hemos avanzado mucho. No pudimos conservar el planeta tal cual lo conocemos hoy. Va a cambiar. Y mucho. Pero muy probablemente podremos evitar lo peor. ¿Qué parte de lo logrado se debe a las alarmas que hicieron sonar los científicos y burócratas y qué parte a inversores privados? Le dejo la respuesta a las hinchadas de unos y otros extremos del espectro ideológico. Menos controversial, puede ser que las alarmas de científicos y burócratas hicieron sonar, produjeron dos reacciones importantes. Primero, provocaron que se tomen medidas (regulaciones e incentivos económicos) que disminuyeron emisiones. Segundo, como consecuencia de las anteriores o puramente por motivación económica, las alarmas provocaron que inversores hayan visto una oportunidad de ganancias en la generación de tecnologías de mitigación de emisiones y adaptación al nuevo clima.
El avance en este campo fue impensado. Y nos vuelve a enseñar que, si bien no pudimos conservar el planeta que tenemos hoy, no hay que subestimar ni el motivo de beneficio económico ni la inventiva humana para evitar lo peor.
En suma, la columna de Gates tiene muchos puntos compartibles, mucha información que nos da optimismo, pero plantea una disyuntiva arbitraria. Sin embargo, el problema más grave de su columna es lo que no dice.