El nuevo rol de las universidades en la era de la IA
En un tiempo en que las instituciones luchan por mantener la confianza pública, las universidades en Chile destacan como una excepción: hoy son las entidades que gozan de mayor credibilidad del país (55%, según la Encuesta Bicentenario 2025)
En un tiempo en que las instituciones luchan por mantener la confianza pública, las universidades en Chile destacan como una excepción: hoy son las entidades que gozan de mayor credibilidad del país (55%, según la Encuesta Bicentenario 2025). Pero ese capital simbólico tan escaso plantea una pregunta urgente: ¿qué están haciendo las universidades con esa confianza?
Mientras la sociedad deposita en ellas esa legitimidad, la academia enfrenta su propia tensión: un sistema que sigue midiendo la investigación por la cantidad de papers . En la era de la IA, necesitamos pasar de los papers a indicadores más diversos y significativos, que integren impacto, colaboración y conexión con la sociedad.
Vivimos una era marcada por la escala y la velocidad del cambio, donde la innovación ya no ocurre en solitario. En este nuevo contexto, la confianza es la plataforma del progreso y la colaboración su motor.
Un ejemplo a seguir es Nvidia, hoy la compañía más valiosa del planeta. Alcanzó una capitalización superior a US$ 5 billones no solo por la venta de sus chips, sino por su modelo de colaboración en toda la cadena de valor de la IA. Nvidia invierte alrededor del 10% de sus ingresos en I+D, consolidando un ecosistema que conecta a universidades, startups y corporaciones. Su estrategia se refleja en alianzas con Nokia para desarrollar redes AI-native 6G y en iniciativas como el Accelerated Quantum Research Center, que integra IA con computación cuántica.
En contraste, Chile invierte menos del 1% de su PIB en I+D. Esa brecha revela cuánto potencial seguimos sin activar. Y es cierto: no tenemos la compañía número uno del mundo, pero sí las universidades número uno en confianza. Ese capital social puede ser el punto de partida para un modelo propio de innovación: uno que convierta la confianza en inversión, la investigación en impacto y la colaboración en crecimiento.
Como recordaba Ortega y Gasset, la universidad no debe limitarse a enseñar profesiones, sino también investigar y comprometerse con su tiempo. Hoy, ese compromiso exige dominar la IA y, al mismo tiempo, cultivar la ética y la colaboración. La IA no reemplaza las disciplinas: las acelera y las expande. Es la era del AI + X - AI + Salud, AI + Minería, AI + Energía, AI + Derecho - donde cada cruce multiplica la capacidad de descubrimiento.
Chile necesita una nueva cultura de innovación e impacto, un moonshot nacional que una al mundo académico, público y privado en torno a un propósito común: generar valor desde la confianza. Las universidades - las instituciones más confiables del país- pueden y deben ser esa plataforma de convergencia donde ciencia, innovación y sociedad se encuentren.
Porque esta no es solo una era tecnológica: es una era para colaborar o desaparecer.