Elogio del esfuerzo
"…No entender fue mi experiencia primera y definitiva
"…No entender fue mi experiencia primera y definitiva. Comencé no entendiendo y, casi enseguida, acepté que ese era el punto de pasaje a todo lo que valía la pena. Comprendí que entender era un trabajo, me acostumbré a que ese trabajo fuera un placer. Ni el camino del arte ni del pensamiento son una línea recta…", escribe Beatriz Sarlo en su libro póstumo No entender . Un texto que tiene la inmediata lectura de una autobiografía intelectual, llena de recuerdos impresionistas sobre su formación intelectual y las personas que influyeron en esa aventura del conocimiento. Y que incluye sus reflexiones sobre momentos y situaciones que fueron forjando su destino individual y profesional.
También, tiene incorporada una visión acerca del aprendizaje y lo que este supone . No entender "… es un pasaje hacia el fuera de la propia cultura, una desconfirmación, de la creencia de que con lo que ya se tiene, basta y sobra… nos coloca frente a lo desconocido, al ofrecernos la oportunidad de ampliar el espacio en que vivimos y pensamos…". Un salto hacia lo todavía desconocido o inexplorado, pero que, una vez dado, inaugura nuevos mundos y perspectivas. Nos ilumina.
En cierto modo, la crisis educativa tiene que ver en gran medida con el abandono de la escuela como el espacio por excelencia del esfuerzo y la superación personal en los aprendizajes. Las políticas educativas han fomentado en gran medida esa degradación del espacio escolar, plagándolo, como en la provincia de Buenos Aires, de distintas instancias disponibles para aprobar los contenidos propuestos. Huelga decir que, a medida que se suceden, disminuyen en su exigencia.
La disciplina necesaria que requiere disponerse a resolver determinado problema matemático, iniciar la lectura de un texto específico de historia o ciencias supone previamente aprender un lenguaje desconocido y sus conceptos más importantes. Cada asignatura tiene su idioma específico, y eso es observable en los textos de las distintas materias. También, pasando de una clase a otra y escuchando lo que allí se conversa, prestando atención a las palabras que se utilizan. Luego de este primer desafío del entendimiento seguirán otros no menos exigentes.
La primera reacción a no entender es evitar la tarea que supone internarse en una terra incognita , abandonándose a las múltiples estrategias del facilismo o convenciéndose de que uno no puede y que todo esfuerzo es inútil. La otra es aceptar el desafío del esfuerzo disciplinado que supone un nuevo aprendizaje, afrontar las dudas, animarse a preguntar, ser capaz de modificar una conclusión si la evidencia así lo indica y soportar las frustraciones que el camino inexorablemente va a ofrecer.
Las dos requieren, por razones diferentes, la vocación del docente, su acompañamiento exigente que no reemplace el aprendizaje de sus estudiantes, que evite los atajos, que cree el contexto para que el esfuerzo tenga sentido, que pida siempre un poco más. Sarlo, en su libro, no describe el "no entendimiento" como placentero, ni siquiera como feliz. Pero, una vez atravesado ese desierto de incomprensión, la recompensa se presenta siempre como algo que valió la pena, que abrió una nueva puerta, una nueva dimensión para seguir explorando.
No entender es un libro que tiene muchas lecturas posibles: literarias, ensayísticas, biográficas . Pero entre ellas se puede rescatar la mirada de su autora, sobre lo que para ella significó aprender y las implicancias singulares que suponía disponerse a hacerlo. Esfuerzo y más esfuerzo. Dedicación y disciplina. Satisfacción por los objetivos logrados. Junto a una curiosidad infinita. Todos rasgos que debieran volver a constituir el ADN de la educación argentina.