La inusual composición de los hogares que permite acceder a la gratuidad universitaria
Un estudio muestra eventuales prácticas de "manipulación" en el Registro Social de Hogares. Expertos critican el fenómeno.
La ley establece que tendrán derecho a la gratuidad universitaria las personas que pertenezcan al 60% más vulnerable de la población; o sea, de los primeros seis deciles (cada decil = 10%).
Para dirimir en qué decil queda un estudiante, el sistema utiliza el Registro Social de Hogares (RSH), que tiene un amplio componente declarativo.
Especialistas dicen que ha comenzado a "desaparecer" el séptimo decil. Se trata de familias que, en teoría, no deberían calificar a gratuidad, porque son del 40% de mayores recursos, pero que sí terminan beneficiadas.
¿Hay tantos hogares?
Investigadores del centro de estudios Horizontal compararon que los datos del Censo 2024 y de la Casen de 2024 muestran una cantidad de personas por hogar, mientras que el RSH sostenidamente arroja cifras inferiores. Por ejemplo, si según el Censo había 6,6 millones de hogares en Chile, cuando se toma el RSH aparecen 8,9 millones. Es decir, mientras la evidencia más cercana a la realidad (el Censo) indica que solo el 21,8% de los hogares en Chile son unipersonales, la ficha del RSH -en buena medida autodeclarada- cuenta otra historia, según la cual en uno de cada dos hogares solo vive una persona.
En su análisis, en Horizontal realizaron otra medición. Tomaron el RSH y clasificaron a las familias en dos grupos. En el Grupo 1 (G1), solo incluía a jóvenes de entre 14 y 17 años (potenciales secundarios); en el Grupo 2 (G2), en esas familias solo había personas con más de 14 años de escolaridad y que tuvieran entre 18 y 24 años de edad (potenciales estudiantes de la educación superior). Ambos grupos eran excluyentes.
Si la composición de los hogares fuera estable, ambos grupos deberían ser similares. Los datos muestran que no lo son. Mientras en el G1 había 3,36 personas por hogar, en el G2 eran 2,72 en promedio. Un fenómeno similar ocurría con el número de trabajadores: bajaba de una media de 0,857 a una de 0,755.
Soledad Hormazábal, investigadora de Horizontal, indica que de estos resultados se infiere que cuando el joven pasa a la edad universitaria, algunos hogares comienzan a declarar menos integrantes y menos personas ocupadas. Estas diferencias no se distribuyen de forma homogénea, sino que se concentran en los segmentos más vulnerables, que son los que están más cerca del umbral que define el acceso a la gratuidad. Así, pues, el hogar "empeora" sus condiciones justo en el momento en que el beneficio se vuelve relevante.
Un elemento distintivo, agrega Hormazábal, es que puede haber el siguiente comportamiento: en un hogar del decil 7 se resuelve que el futuro estudiante de educación superior se autodeclare como independiente desde el punto de vista de sus ingresos. Su caso no se reflejaría ni siquiera en el decil 6 (donde ya tendría gratuidad) sino que puede descender al cuarto decil por el descuento de ingresos. La investigadora dice que hay numerosos hogares "unipersonales" en esa categoría que no parecen guardar proporción con un comportamiento general de la población.
"El RSH contiene variables que pueden ser, en cierta medida, manipulables por la población, especialmente aquellas que dependen de la autodeclaración. Unas de las más relevantes es el tamaño del hogar y la presencia de ocupados en el mismo, ya que afecta directamente en el cálculo de los ingresos per cápita y, por ende, de la clasificación socioeconómica", indica la economista. Las diferencias significativas son más claras en los tramos socioeconómicos bajos, lo cual "sugiere que el diseño del sistema de focalización genera incentivos al ajuste estratégico del RSH, lo que debiera motivar una revisión técnica", agrega.
Hay un "precario sistema de acreditación socioeconómica", afirma Carlos Williamson, investigador de Clapes UC. "Hoy es fácil 'engañar'. La técnica más utilizada es declarar que se vive solo y no depende de los padres", ejemplifica.
¿Qué hacer?
La desaparición del séptimo decil refleja un problema estructural del diseño de la gratuidad, comenta Juan Eduardo Vargas, rector de la U. Finis Terrae. "Ante el incentivo de estudiar de manera gratuita, es natural, aunque jamás justificable, que exista un comportamiento oportunista por parte de ciertos estudiantes: fraude social", apunta.
Por ello, cree que "la gratuidad debe ser corregida fuertemente". Además, recomienda que, ante subdeclaraciones de ingresos o falseamiento de datos, se debieran aplicar sanciones como "la pérdida permanente de todo beneficio estudiantil".
Williamson sugiere que se robustezcan los mecanismos de control y seguimiento de la situación socioeconómica. "A los que están dentro de la universidad y se reacreditan, hay que hacerles un seguimiento riguroso. En todo esto, tener el apoyo del Servicio de Impuestos Internos (SII)", menciona.
En cuanto al diseño, propone un gradiente del decil 6 a 7, "donde se vaya reduciendo la gratuidad a medida que aumenta el ingreso".
Coincide Juan José Obach, director ejecutivo de Horizontal y miembro del equipo económico de la candidatura de Evelyn Matthei: "La salida de los beneficios que entrega el Estado debe ser gradual y no responder a la lógica del 'todo o nada' condicional a pertenecer a cierto grupo de vulnerabilidad".
''La evidencia presentada sugiere que podría existir un uso malicioso del sistema".
SOLEDAD HORMAZÁBAL INVESTIGADORA HORIZONTAL
''Este fenómeno evidencia un problema estructural en el diseño de la gratuidad".
JUAN EDUARDO VARGAS RECTOR DE LA U. FINIS TERRAE
''Se ha producido un despoblamiento del decil 7 porque tenemos un precario sistema de acreditación socioeconómica y porque el paso del 7 al 6 es todo o nada".
CARLOS WILLIAMSON INVESTIGADOR DE CLAPES UC