Sin Congreso no hay futuro
Víctor Muñoz
El ruido de las consultas presidenciales del 8 de marzo ha comenzado a copar titulares
Víctor Muñoz
El ruido de las consultas presidenciales del 8 de marzo ha comenzado a copar titulares. Se habla del Frente Amplio, del centro, de la gran coalición. Pero mientras tanto, el debate de la conformación del Congreso de la República ha sido marginado. Durante los últimos cuatro años, el Senado ha sido el principal muro de contención frente a las pretensiones autoritarias del Ejecutivo. Desde allí se logró frenar el desmonte del sistema de salud, contener una segunda tributaria desbordada y bloquear una reforma política que habría consolidado el control ideológico sobre el poder electoral. Pero también se ha fallado. La aprobación de la reforma pensional, contaminada por vicios técnicos, junto con el avance de la reforma laboral y la tributaria de Ocampo. La Cámara, en contraste, fue cooptada sin mayor resistencia. Convertida en instrumento del gobierno, allí la política se volvió transacción: burocracia por votos, contratos por silencios. La deliberación desapareció, sustituida por la lógica del beneficio particular. En marzo de 2026 se definirá si el país podrá contar con un verdadero equilibrio de poderes. Si el próximo presidente, sea quien sea, podrá gobernar con legitimidad, sin someterse al chantaje de intermediarios políticos. En ese contexto, la proliferación irresponsable de partidos es una amenaza directa. Con más de 35 colectividades activas, muchas sin ideología ni estructura territorial, el Congreso se ha vuelto inoperante, fragmentado y profundamente vulnerable a la corrupción. Hoy no existe una verdadera identidad partidista. Solo votos que sirven para alcanzar curules, sin importar la mezcla ideológica que se negocie para conseguirlos. Con un umbral del 3% en Senado y una participación estimada del 50% de los 42 millones de colombianos habilitados para votar, cada partido necesitará al menos 630.000 votos para sobrevivir. Eso exige listas serias, técnicas, con figuras preparadas, con trayectoria, con visión de país. No más improvisación disfrazada de juventud, ni activismo digital o de representación identitaria vacía. Es momento de aplicar filtros estrictos en los avales, tanto para los nuevos como para quienes buscan repetir, Es momento también de que los presidentes de los partidos se definan: si les importan los votos o la coherencia. Si les interesa la lealtad ideológica o la matemática electoral. La inscripción de candidaturas ya comenzó. No podemos seguir mirando solo hacia la Presidencia mientras las listas al Congreso se llenan de oportunistas, herederos de contratos y expertos en repartirse el Estado como botín. Colombia necesita congresistas que legislen, no que facturen. La verdadera batalla de 2026 no se libra en segunda vuelta. Comienza hoy, en cada lista, en cada partido. Porque sin Congreso no hay reforma, no hay control, no hay democracia.
Emprendedor, investigador, analista.