Domingo, 16 de Noviembre de 2025

¿Mujeres al Congreso?

ChileEl Mercurio, Chile 16 de noviembre de 2025

"Los electores valoran más el desempeño de las mujeres en el Congreso; el desafío es lograr que lleguen allí".

La foto del presidente Aylwin junto a su primer gabinete es histórica, no solo por simbolizar el inicio de la transición democrática, sino también porque todos sus ministros eran hombres.
En los 35 años que han transcurrido desde entonces, la participación de las mujeres en política ha aumentado considerablemente, como lo evidencia la elección de una presidenta en dos ocasiones. A pesar de estos avances, la representación femenina en el Congreso todavía dista mucho de ser equitativa. En la última elección de diputados (2021), se eligieron casi dos hombres por cada mujer; una mejora notable frente a los más de cinco hombres por cada mujer de 2013, pero lejos aún de la paridad.
La literatura especializada identifica dos factores principales que explican esta brecha. Primero, la dinámica de la vida política que, con sus horarios extensos y frecuentes viajes, entra en conflicto con la distribución desigual de las tareas domésticas y el cuidado de los hijos, desalentando la postulación femenina. Segundo, la política sigue viéndose como un ámbito donde la asertividad y la decisión son atributos deseables que aún se asocian a rasgos masculinos.
A estos factores socioculturales se suman barreras económicas. Las mujeres suelen contar con menos recursos para financiar una campaña, debido a la brecha salarial de género y a un menor acceso a las redes de donantes de la élite, tradicionalmente dominadas por hombres.
Por último, existen factores electorales. En muchos países los candidatos que van a la reelección (incumbentes) tienen mayores posibilidades de ser electos. Dado que la mayoría de estos candidatos son hombres, esto reduce el número de escaños disponibles para nuevas candidatas y perpetúa la disparidad.
La "Lupa Electoral" (lupaelectoral.cl), una plataforma desarrollada por Espacio Público que fomenta la transparencia del financiamiento de campañas electorales, confirma varias de estas fuentes de inequidad y aporta antecedentes adicionales.
Para estas elecciones, los candidatos hombres a la Cámara de Diputados recibieron, en promedio, un 43% más de aportes que sus contrincantes mujeres; una brecha levemente menor que en 2021. Esta diferencia es mucho mayor en los aportes privados de financiamiento: los candidatos hombres, en promedio, casi duplican lo que reciben las candidatas por esa vía.
Los aportes públicos a las campañas contribuyen a nivelar la cancha, especialmente los que hacen los partidos políticos que, en promedio, son "solo" un 11% mayores para candidatos a diputado hombres.
Un dato relevante es que las mujeres diputadas se reeligen más que los hombres: 61% vs 46% en 2021. Esto sugiere que los electores valoran más el desempeño de las mujeres en el Congreso; el desafío es lograr que lleguen allí.
El hecho de que las diputadas que van a la reelección tengan mayores posibilidades de salir elegidas genera una mayor equidad en el financiamiento: la brecha general del 43% que favorece a los hombres se reduce a solo un 10% entre incumbentes. La reducción se produce, principalmente, porque las mujeres incumbentes toman más créditos contra reembolsos que los hombres. El financiamiento privado, en cambio, continúa favoreciendo a los hombres incumbentes, a pesar de tener menores probabilidades de ser electos.
No se puede hacer mucho para que los aportes privados sean más equitativos. Pero que haya partidos que aporten más del doble a sus candidatos hombres resulta incomprensible. Este es el caso, según datos del Servel al 7 de noviembre, del Partido Nacional Libertario, el Partido Liberal y el Partido por la Democracia. En contraste, el Partido Social Cristiano, Evópoli, Demócratas, el Frente Amplio y el Partido Comunista, aportan más a las campañas de mujeres.
En Chile, las políticas para promover la elección de mujeres contemplan una cuota mínima de candidatas y un incentivo económico: cada partido debe llevar al menos un 40% de candidatas, y ellas obtienen un reembolso por voto un 25% mayor que el de los hombres.
El problema de las cuotas es que son fáciles de eludir: basta con nominar mujeres en distritos donde no tienen posibilidad de ser electas. Sería útil incentivar que los partidos incluyan candidatas competitivas. Por ejemplo, como el primer lugar de cada lista de candidatos es muy apetecido, se podría exigir que este sea ocupado por una mujer en, al menos, la mitad de los distritos (seleccionados al azar, para que no lo decidan los partidos).
La evidencia comparada sugiere que ir primero en la lista incrementa la votación obtenida, incluso en listas abiertas como en estas elecciones, en las que el elector vota por un candidato y son elegidos quienes tienen más votos dentro de la lista.
Otra opción, es adoptar listas cerradas que alternen mujeres y hombres y sortear el género de quien va primero; el elector vota por una lista y el orden predefinido en la papeleta determina quién resulta electo. Esta medida, casi por definición, garantiza la paridad de género entre los congresistas elegidos.
Esta noche, durante el recuento de votos, la atención se centrará en la elección presidencial y en la coalición que obtenga la mayoría en el Congreso. Otro tema a observar es si se sigue reduciendo la brecha entre hombres y mujeres electas. La persistente disparidad del financiamiento presagia que esta brecha se mantendrá.
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