¿ Cómo hacer de las redes sociales un espacio de deliberación democrática ?
A estas alturas es innegable el impacto de las plataformas digitales en la vida social y política contemporánea. Jürgen Habermas, el filósofo que pensó la democracia y la deliberación a partir del desarrollo de la prensa en el siglo XVIII, publica "Un nuevo cambio estructural de la esfera pública y la política deliberativa", libro en el que aboga por "garantizar una estructura mediática que asegure que la esfera pública sigue siendo inclusiva y que la formación de la voluntad política y de la opinión de los ciudadanos se mantiene en los cauces deliberativos". ¿Es posible? Cinco intelectuales chilenos responden.
Desde 2016, con el escándalo de Cambridge Analytica, la empresa de procesamiento de datos que aprovechó la información de los usuarios de Facebook, sin su consentimiento, para influir en los resultados de las elecciones que llevaron por primera vez a Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos y que también tuvo que ver con los resultados del plebiscito a través del cual Reino Unido decidió salirse de la Unión Europea, se sabe que las redes sociales digitales se están metiendo con la política y la democracia.
Ese mismo año, de hecho, "posverdad" fue la palabra clave. De ahí en más se han vuelto comunes en el debate público conceptos como "bots", "haters" y "fake news", dada la utilización de las herramientas digitales para tergiversar hechos, contar medias verdades, mentir, favorecer intereses particulares y atacar a rivales políticos.
La esfera pública se ha "platamorfizado", dice Jürgen Habermas en "Un nuevo cambio estructural de la esfera pública y la política deliberativa" (Trotta), libro disponible en Chile a partir de esta semana (ver ficha).
"Con las redes sociales surgen espacios públicos de libre acceso que invitan a todos los usuarios a una intervención espontánea y no sometida a escrutinio, espacios que, por cierto, desde hace tiempo seducen a los políticos para ejercer una abrupta influencia personalizada sobre una esfera pública plebiscitaria", se lee en un extracto del libro publicado por el diario El País de España.
El resultado es una esfera pública desestructurada que se crea a partir de los comentarios de los lectores y de los likes de los seguidores. Una suerte de plebiscito constante en el que, eso sí, no se aprueba o desaprueba, la opción única es "me gusta". Y no hay política: "La infraestructura de esta 'esfera pública' plebiscitaria, desprovista de clics de aprobación y desaprobación, es de naturaleza técnica y económica", afirma Habermas.
"En la medida en que se forman cámaras de eco autosuficientes, estas burbujas comparten con la forma clásica de la esfera pública el carácter poroso de la disposición a crear otras redes. Al mismo tiempo, sin embargo, se diferencian del carácter fundamentalmente inclusivo de la esfera pública -y de su contraposición a lo privado- por el rechazo de las voces disonantes y la inclusión asimiladora de las consonantes en su propio horizonte limitado de 'conocimiento', pero profesionalmente no filtrado, que preserva la identidad".
Cuando hacemos un juicio, todos pretendemos que tenga una validez universal, es decir, más allá de mi propio horizonte, de mi privacidad. Así entramos en el debate público, cada quien con sus convicciones. El asunto es que en la nueva esfera pública no es posible deliberar, dialogar sobre la pretensión de verdad de los juicios que hacemos. Cada quien anda con su privacidad a cuestas. Es un espacio "semipúblico", ni público ni privado.
"La desintegración -de la que solo cabe esperar que resulte temporal- de la esfera pública política se ha expresado en el hecho de que, para casi la mitad de la población, los contenidos comunicativos ya no pueden intercambiarse a través de afirmaciones de validez susceptibles de crítica", dice Habermas. "No es la acumulación de fake news lo que resulta significativo para una deformación generalizada de la percepción de la esfera pública política, sino el hecho de que, desde la perspectiva de los implicados, las noticias falsas ya ni siquiera pueden identificarse como tales".
El espacio común, "lo político", degenera en un campo de batalla. "En Estados Unidos", por ejemplo, "la política se ha visto atrapada en la vorágine de una polarización persistente de la esfera pública desde el momento en que el Gobierno y gran parte del partido gobernante se fueron adaptando a la autopercepción de un presidente que triunfaba en los medios sociales y que buscaba a diario la aprobación plebiscitaria de sus seguidores populistas".
Habermas aboga por "garantizar una estructura mediática que asegure que la esfera pública sigue siendo inclusiva y que la formación de la voluntad política y de la opinión de los ciudadanos se mantiene en los cauces deliberativos". Es un "imperativo constitucional", asegura. La pregunta es si es posible y cómo.
Sigue en E 2 Jürgen HabermasUn nuevo cambio estructural de la esfera pública y la política deliberativa
Trotta, 2025, 112 páginas. Desde esta semana en prosaypolitica.cl
FILOSOFÍA