Martes, 18 de Noviembre de 2025

Tensión en el Caribe

ChileEl Mercurio, Chile 17 de noviembre de 2025

El despliegue del portaaviones "Gerald Ford" eleva la tensión en el Caribe, ya alta con los ataques de Estados Unidos contra supuestos botes narco. Hay incertidumbre sobre las intenciones de Donald Trump al seguir intensificando la presencia de su fuerza naval: ¿combate al narcotráfico o presión para la salida de Nicolás Maduro?

En una reciente entrevista, Trump puso en duda que inicie una guerra contra Venezuela, pero aseguró que los días de Maduro en el poder estaban contados. Esta ambigüedad alimenta las versiones de que el propósito real del despliegue de las poderosas naves norteamericanas es forzar un cambio político en Caracas. Sin embargo, personeros como Marco Rubio insisten en que el Presidente "está enfocado en el combate al crimen organizado, es lo que ordenó y lo que se está haciendo", aunque se sabe que no reconoce a Maduro como presidente legítimo y lo acusa de dirigir un gobierno que es una "organización de transbordo" que coopera con los traficantes.
La Casa Blanca ha estado impermeable a las críticas sobre las operaciones que lleva a cabo desde septiembre y que han dejado unos 80 muertos en una veintena de acciones con misiles o drones, tanto en el Caribe como en el océano Pacífico. El Departamento de Justicia le habría dado base legal a Trump para atacar los botes con resultado de muerte de los sospechosos, al sostener que existe conflicto armado con los carteles y, por tanto, el mandatario tiene los poderes presidenciales en tiempo de guerra. No todos están de acuerdo. Aliados como Francia han sido directos en acusar a Washington de violar el derecho internacional y Gran Bretaña suspendió el intercambio de inteligencia porque teme que con ella se cometan crímenes de guerra. Países latinoamericanos se manifiestan preocupados. La Cancillería chilena emitió una declaración en la que "rechaza toda acción armada que ponga en riesgo la estabilidad y la paz de la región", al tiempo que reafirmó el compromiso con el derecho internacional, recomendando acciones multilaterales coordinadas contra el crimen organizado, sin condenar explícitamente las maniobras norteamericanas.
México, que comparte tres mil kilómetros de frontera con EE.UU. y es un eventual blanco de las operaciones contra narcos, quiso evitar la posibilidad de una intervención en su espacio soberano y llegó a acuerdo para capturar con sus medios los botes sospechosos frente a sus costas, usando informes de inteligencia de las agencias norteamericanas. Eso lo ha podido conseguir la Presidenta Claudia Sheinbaum porque, a pesar de las enormes diferencias ideológicas con Trump, ha tejido relaciones de respeto mutuo que han beneficiado a su país en esta época tumultuosa.
Maduro en la miraEn su primer mandato, Trump buscó presionar a Nicolás Maduro imponiendo severas sanciones que debilitaron la economía venezolana pero no su férreo control sobre las fuerzas armadas y el resto del país. Fracasado ese camino, y luego del fraude electoral del año pasado, en esta administración el norteamericano ha endurecido su política, si bien no se han cortado todas las líneas de comunicación con el régimen chavista, e incluso se permitió a empresas norteamericanas como Chevron seguir operando en Venezuela. Ha habido una estrategia de dos niveles: mientras un enviado especial de Trump conversaba con el dictador, desde el Departamento de Estado se mandaban señales menos amistosas. Ha trascendido que la Casa Blanca habría rechazado una propuesta que incluía la salida de Maduro en 2028 y la posibilidad de acceso prioritario a los recursos naturales (petróleo, oro y otros minerales) a empresas norteamericanas. Incluso se habría ofrecido limitar los contratos con China, Irán y Rusia, y redirigir sus envíos a EE.UU.
Con la presencia de los buques de guerra en el Caribe, la autorización pública a la CIA para desarrollar operaciones encubiertas, los raids aéreos sobre la costa venezolana y las declaraciones de que Maduro debería entregar el poder, Washington envía el mensaje de que perdió la paciencia y que estima que la presión militar es más efectiva que las sanciones económicas, incluso si no se llega al uso de la fuerza. La respuesta de la dictadura ha sido llamar a "preparación" a las fuerzas armadas y las milicias civiles. Maduro intenta con esta movilización, de unos 200 mil soldados y un millón de milicianos, proyectar una imagen de capacidad de resistencia a una invasión, que por ahora no parece estar en los planes de Trump. Es conocida la reticencia del Presidente a "poner botas en tierra", así como su compromiso de terminar las guerras y no iniciar nuevos conflictos que arriesguen vidas de sus militares. Pero se sabe también que Trump puede ser imprevisible, y así como se sumó a los ataques israelíes en Irán, podría también tomar la decisión de sacar por la fuerza a Maduro.
Por ahora eso no está considerado, según Rubio y el secretario de Defensa, pero existen planes "teóricos" para un ataque que busque convencer a los militares de quitarle el apoyo a Maduro y permitir una transición. Una operación de ese tipo podría incluir blancos como las instalaciones armadas, la infraestructura crítica, pistas aéreas usadas para el traslado de drogas y defensas antiaéreas que hoy cuentan con sofisticados sistemas de misiles rusos. Más complejo sería enviar tropas de operaciones especiales para capturar a Maduro y su entorno, y tomar control de sitios estratégicos. El escenario ideal para Trump, según algunos analistas, es el colapso del régimen, sin intervención armada, sino por disuasión ante la amenaza que representa la fuerza que está ya desplegada.
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