Estadística empresarial
Editoriales
La semana pasada, el Dane presentó los resultados preliminares del Censo Económico Nacional Urbano 2024 (Cenu), una de las operaciones estadísticas más ambiciosas e importantes desplegadas en el país en años recientes
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La semana pasada, el Dane presentó los resultados preliminares del Censo Económico Nacional Urbano 2024 (Cenu), una de las operaciones estadísticas más ambiciosas e importantes desplegadas en el país en años recientes. Desde hace unos 34 años, Colombia no actualizaba su radiografía de la estructura y conformación de las actividades económicas en el territorio nacional. La organización nacional estadística encontró que en las zonas urbanas colombianas operan poco más de dos millones de unidades económicas, con el 53,1 por ciento dedicadas al comercio, el 33,2 por ciento a los servicios y solo el 5,2 por ciento a las industrias. Como era de esperarse, estos negocios están concentrados mayoritariamente -57,2 por ciento- en 30 grandes municipios, y el 40 por ciento está ubicado en Bogotá, Antioquia y Valle del Cauca. Una cifra que llama la atención de este reporte preliminar del Cenu es la presencia de alrededor de 211.000 negocios de ventas en calle. Que el 11 por ciento del total de unidades económicas del país correspondan a vendedores ambulantes refleja tanto la dimensión del comercio callejero y su peso en la llamada economía popular, como los retos que implica en materia de informalidad, ocupación del espacio público y protección social. Si bien el Dane entregará próximamente mayores detalles que enriquecerán esta valiosa y necesaria caracterización, estos primeros pincelazos reflejan una fotografía ya presente en diagnósticos anteriores. Por ejemplo, la mayoría de ellos apunta a un tejido empresarial nacional, conformado en su inmensa mayoría por micronegocios y pequeñas empresas -de acuerdo con el Rues en 2024, un 98 por ciento- y con un alto nivel de informalidad. De hecho, en su más reciente informe nacional, el Consejo Privado de Competitividad (CPC) calcula que del total de las empresas que operan en Colombia, el 56,1 por ciento son informales y, en el caso de las microempresas, este indicador sube al 77,2 por ciento. Aunque estos guarismos no deberían generar mayor sorpresa, no sobra recordar los efectos de esta realidad sobre la productividad y el dinamismo empresarial. Una radiografía con estas características abre preguntas no solo sobre la propia supervivencia de estas unidades económicas tan frágiles, como sobre las requeridas políticas para su sostenibilidad y desarrollo. Es más, en cuestión de financiamiento empresarial, el Informe Nacional de Competitividad del CPC 2025-2026 pone sobre la mesa interesantes propuestas que ameritan discutirse, como las de ampliar el menú de opciones de financiación más allá del crédito y la revisión de los umbrales de renta e IVA. En momentos en que la polarización ideológica ha recrudecido la hostilidad contra las empresas y la actividad emprendedora, es necesario recordar que el panorama empresarial colombiano está conformado por estos negocios micro, informales y sin acceso al crédito. Para que la economía nacional recupere la senda de crecimiento sostenible y equitativo, necesita más políticas que dinamicen este tejido y fortalezcan la iniciativa privada. editorial@eltiempo.com
La cifra de ventas en calle plantea dudas sobre su supervivencia y sobre las requeridas políticas para su sostenibilidad y desarrollo.