Martes, 18 de Noviembre de 2025

Seres sintientes

ColombiaEl Tiempo, Colombia 17 de noviembre de 2025

Así como siempre será lamentable registrar casos de violencia contra los animales, vale recordar -citando a Gandhi- que la grandeza de una nación puede medirse por la forma en que trata a estos seres vivos, Bogotá ha tenido en las últimas semanas episodios que muestran lo peor y lo mejor de nuestra relación con ellos

Así como siempre será lamentable registrar casos de violencia contra los animales, vale recordar -citando a Gandhi- que la grandeza de una nación puede medirse por la forma en que trata a estos seres vivos, Bogotá ha tenido en las últimas semanas episodios que muestran lo peor y lo mejor de nuestra relación con ellos. Entre lo triste: la brutal agresión contra la perrita Samantha en un conjunto de Cedritos, hasta el abandono y explotación de mascotas dentro de TransMilenio, pasando por casos como el de Lilo y Canela, rescatadas en Engativá tras permanecer amarradas y sin poder alimentarse. Pero también es cierto que estos episodios han servido para comprobar, si es que hacía falta, que hoy existe una sensibilidad distinta en este campo. Lo que antes se silenciaba, ahora se denuncia. Los vecinos que reportaron la violencia contra Samantha, los ciudadanos que alertaron sobre los animales usados para mendicidad en el sistema de transporte, o quienes divulgaron el caso de Engativá, demuestran que la sociedad ya no mira hacia otro lado frente al sufrimiento de seres que la ley reconoce (con justicia y en buena hora) como sintientes. Hay que añadir también que esta sensibilidad no tendría impacto sin una respuesta institucional articulada. La creación del Bloque de Atención y Rescate en TransMilenio, los operativos interinstitucionales que permitieron salvar a Samantha, Lilo y Canela, y la voluntad de fortalecer la sanción a los agresores muestran un Estado que empieza a estar a la altura del momento cultural que vive la ciudad. Ojalá esta sea señal de un cambio profundo en la manera como nos relacionamos con la vida. El maltrato animal es un síntoma de indiferencia, de abuso de poder, de falta de empatía. Así pues, el llamado es a que esta sensibilidad creciente se traduzca en responsabilidad cotidiana -en el cuidado de las mascotas, por ejemplo, no abandonarlas- y en un cambio profundo que llegue a las relaciones entre seres humanos.
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