Los muñecos Funko: una elegía capitalista
Nada es para siempre y Funko Pop -la empresa fabricante de muñequitos cabezones y de grandes ojos negros- carga con 241 millones de dólares de deuda
Nada es para siempre y Funko Pop -la empresa fabricante de muñequitos cabezones y de grandes ojos negros- carga con 241 millones de dólares de deuda. Y confiesa tener "dudas sustanciales" sobre su capacidad para continuar.
Durante los últimos años fueron los amos de las jugueterías, bazares y tiendas de cómics. El sueño capitalista de la demanda infinita parecía haberse hecho realidad. Pero después de una década y media de sobreproducción de figuras (existe un funko Eva Perón y un funko Papa Francisco) las ventas no dejaron de caer.
En 2023 la empresa destruyó entre 30 y 36 millones de excedentes. Mandó millones de figuras a vertederos porque era más barato que eliminarlas; están hechos de PVC y tardarán siglos en descomponerse. También quedan amontonadas en el galponcito de nuestra memoria, llena de objetos inútiles y sin significado.
Fueron una revolución, sí, pero una revolución de esas que se estilan ahora: intensas, globales, brevísimas. Saluden a los muñecos Funko, que se van.
Y además:
¿Razones para la caída del imperio funko? Han fabricado más elementos de los que el mercado está en condiciones de absorber. Y la crisis económica. Y los altos aranceles de Trump a los productos manufacturados en China.