El sorprendente impacto de los microcréditos productivos y los obstáculos que (todavía) enfrentan las emprendedoras
"El problema es que se trata a estos emprendimientos como si fueran negocios consolidados, cuando gran parte corresponde a autoempleo y subsistencia", afirma Mario Pavón, gerente general del Fondo Esperanza.
Un avance en los ingresos, el ahorro y la estabilidad financiera de las mujeres microemprendedoras revela un informe del Fondo Esperanza (FE), organización que trabaja con 145 mil emprendedores en Chile, de los cuales un 78% son mujeres. El estudio muestra que, tras un año de participación en el servicio microfinanciero, las socias aumentaron sus ganancias en 49,6%, pasando de un ingreso promedio mensual de $642.565 a $961.089.
En el país, las mipymes representan más del 90% de las empresas y concentran el 65% del empleo, pero mantienen un bajo acceso al crédito formal.
"A diferencia de la banca tradicional que exige garantías, FE aplica un modelo de trabajo grupal. Grupos de 21 personas en promedio se unen para solicitar microcréditos productivos, permitiendo el acceso a quienes no tienen historial crediticio. Cada emprendedor solicita un monto para el desarrollo de su negocio y el grupo asume como propio el compromiso de pago de cada integrante, en lo que se conoce como coavalidad solidaria. Se entrega un primer crédito de entre $70.000 y $500.000 a 3,5 meses plazo, con cuotas semanales o quincenales, pudiendo optar a montos mayores en ciclos siguientes hasta un máximo de $1.490.000", describe la organización que pertenece al Hogar de Cristo y a la Fundación Microfinanzas BBVA.
El 67,7% de las mujeres que participan del servicio pertenece al tramo 0-40% del Registro Social de Hogares.
Ingresos al alza
El informe muestra el crecimiento económico de los microemprendimientos: Las ganancias de los negocios aumentaron en casi 50%, mientras que la presencia de trabajadores remunerados subió 8,1%. En cuanto al patrimonio emprendedor, se observa un incremento importante tanto en herramientas como en activos fijos.
Los resultados preliminares al segundo año de medición, con una muestra menor pero representativa, evidencian una mantención de la tendencia: las ganancias aumentan más de 106% respecto al inicio, y la formalización del negocio sube de 29,6% a 31,4%.
Karina Gómez, gerente comercial y social de FE, explica que el resultado positivo está asociado a los tres elementos centrales del modelo: el acceso a microcréditos productivos, el acompañamiento y capacitación, y el mecanismo de banca comunal que genera una red de apoyo que reduce el riesgo y crea oportunidades de colaboración y nuevos mercados entre las socias.
De acuerdo con el reporte, el avance económico no solo se refleja en los ingresos del negocio. A nivel hogar, el ahorro mensual aumentó 62,1%, acompañado de una reducción de 27,4% en la deuda financiera externa, lo que indica un fortalecimiento de la estabilidad económica familiar y una menor exposición al endeudamiento.
Pese a los avances, el aumento en la formalización todavía es marginal. Mario Pavón, gerente general de Fondo Esperanza, advierte que las barreras estructurales que limitan la formalización tienen que ver con un sistema que no está adaptado a la realidad del microemprendimiento. "Desde la política pública, el problema es que se trata a estos emprendimientos como si fueran negocios consolidados, cuando gran parte corresponde a autoempleo y subsistencia, que se encuentran con procesos complejos, costosos y poco adecuados a sus dinámicas de trabajo", argumenta.
Para aumentar la formalización de estos microemprendimientos, Pavón propone que tanto el sector público como el privado simplifiquen la normativa, reduzcan costos de entrada y diseñen soluciones financieras que reconozcan las realidades diferentes.
Brechas de género
El informe incluye una medición de brechas de género. Aunque las mujeres comienzan con niveles de ingreso inferiores a los hombres, su ritmo de crecimiento es mayor: 53,4% versus 40,9%. En ahorro, las mujeres incluso superan a los hombres al completar el primer año de seguimiento.
Sin embargo, la sobrecarga de tareas de cuidados que recae sobre las mujeres se mantiene como una barrera estructural. Las horas de trabajo no remunerado disminuyeron de 49 a 40 semanales, pero siguen siendo casi el doble que las de los hombres, quienes reportan 20 horas en labores de cuidados en el mismo período.
Migrantes: crecimiento acelerado
El estudio también incorpora un análisis diferenciado para emprendedores migrantes, quienes presentan un dinamismo económico superior: sus ganancias aumentan 75,3%, y su ahorro crece 104,8%, duplicando el avance observado en chilenos.
Gómez sostiene que este resultado estaría fundado en dos factores: una mayor vulnerabilidad socioeconómica y exclusión, lo que los impulsa a usar el microcrédito con alta intensidad, como vía inmediata de subsistencia y validación económica. Y en segundo lugar, por el mayor nivel educativo con el que llegan al país: según estadísticas oficiales, el 41,5% de las personas migrantes en Chile posee educación terciaria, frente al 29,5% de la población chilena (y en venezolanos, el 64,6%).
40 horassemanales dedican las mujeres al trabajo no remunerado. Aunque ha disminuido, es casi el doble del tiempo reportado por los hombres.