La española Patricia Ibárcena visitó Uruguay para presentar su primera novela, "Hijos dorados", ya disponible en Uruguay, y adelantó parte de "Sanctas", su segundo libro del subgénero dark academia.
Patricia Ibárcena tiene 29 años, habla rápido y con la seguridad de una abogada, profesión que ejerció por varios años antes de dedicarse a la escritura. Pero el Derecho quedó atrás: la escritora nacida en España y de padre peruano tomó la decisión que muchos fantasean y pocos llevan a cabo. Dejó la estabilidad laboral para lanzarse al vacío de la literatura. Y cayó de pie.
Su debut, Hijos dorados, se publicó en España en noviembre de 2024 y, contra todo pronóstico del algoritmo siguió creciendo durante un año entero. En un mercado donde la vida útil de un libro dura menos que un video de TikTok, el suyo resistió. "Sigue como si acabara de salir", cuenta todavía sorprendida mientras toma un helado de dulce de leche en su primera visita a Uruguay.
Su novela debut es un dark academia (subgénero policial ambientado en el mundo universitario y que aborda temas como la ambición y las consecuencias de la búsqueda intelectual) narrada en tres tiempos y a través de cinco narradores. Y casi sin pensarlo, Ibárcena irrumpió en un mundillo dominado por autores anglosajones. Con Hijos dorados se apropió del subgénero a partir de su propia biografía: una vida académica intensa y exigente, estudios en la Universidad de Los Ángeles y una mirada latinoamericanista que no aparece en la literatura española. Por eso decidió que Vera, una de sus protagonistas, fuese peruana.
La trama policial inicia con la desaparición de una estudiante en el campus, recurso que le permitió equilibrar atmósfera, tensión y el desarrollo de los personajes. "Quería mantener al lector enganchado sin que la academia se volviera pesada", explica.
El éxito llegó de forma inesperada, casi de manera silenciosa. No fue por las redes sociales, sino por la recomendación del boca a boca entre sus lectores. "Cuando la gente te dice que leyó el libro porque se lo recomendó un amigo, entendés que funcionó".
Mientras presenta la novela en ferias internacionales pasó por la de San José gracias a la editorial Urano Ibárcena preparaba el lanzamiento de Sanctas, su segunda novela, centrada en dos personajes obsesionados por un mismo misterio. El libro se lanzó el 4 de noviembre en España y llegará a Uruguay en el primer semestre de 2026.
Comenta que escribirlo fue más difícil que su debut. Tuvo que investigar un nuevo misterio desde cero, construir el elemento especulativo y lidiar con la presión de repetir un éxito que no buscó pero sí encontró. Pero la autora sonríe durante su visita a Uruguay, porque sabe que el vértigo también forma parte del oficio, y sorprender al lector es la clave del éxito.
Por el momento asegura que una segunda parte de Hijos dorados no está en sus planes. "Termina como termina", dice, aunque los lectores saben que hay tela para continuar expandiendo ese universo. Por ahora, el foco está en seguir escribiendo, y cumpliendo el sueño de esa niña que escribía historias en los márgenes de sus cuadernos del colegio.
Sos abogada con doble titulación. ¿Cómo terminaste escribiendo ficción? Estudié Ciencias Políticas y Derecho, pero finalmente me incliné por la abogacía. Trabajé tres años como abogada, y me encanta el Derecho, pero escribir es mi pasión. Y llegó un momento en que mis dos vidas la profesional en el Derecho y la pública en el mundo literario empezaron a chocar. Tuve que elegir: estabilidad o sueño, y pensé "si no salto ahora, ¿cuándo?"
¿Cómo viviste el éxito? ¿Cuándo sentiste que el libro había "explotado"? Creo que cuando empecé a ver colas larguísimas en firmas. En Asturias, en el festival Celsius, pensé que iba a firmar cuatro libros y me encontré con una fila de dos horas y media. También cuando la gente me dice que lo leyó por recomendación, no porque me siga. El boca a boca es lo más valioso que te puede pasar.
Para ser tu primera novela, te metiste en un género complicado como el dark academia. ¿Por qué? Pensaba que iba a terminar escribiendo fantasía. Pero como lectora descubrí la dark academia en 2022 con Somos villanos (de M.L. Río) y me explotó la cabeza. A partir de ahí entré en el subgénero con El secreto de Donna Tartt y Babel de R.F. Kuang. Entonces pensé: "Tengo que escribir algo así", sin pensar si iba a funcionar en el mercado. Lo hice porque me enamoré del género y sentí que podía aportar una voz local. Mucha gente descubrió la dark academia con Hijos dorados, y eso es un regalo.
La novela está narrada en tres tiempos y con cinco voces distintas. ¿No fue meterse en camisa de once varas con esa estructura? Todo el mundo me dice que es un lío enorme para una primera novela, pero yo lo tenía clarísimo desde el principio. Hacía años que imaginaba una historia contada en pasado, presente y futuro. Y lo de los cinco puntos de vista surgió cuando descubrí que no quería limitarme solo a Vera: los otros personajes tenían demasiado que decir. Trabajé con una escaleta muy organizada: capítulo a capítulo, alternando tiempos y voces. Nunca pensé "esto puede salir fatal". Después de publicarlo mi editor me confesó que él sí lo pensó y que ocultó su preocupación para no angustiarme.
El título alude a esos estudiantes privilegiados en las universidades. ¿Cuánto de esa obsesión por estudiar viene de vos? Bastante. Ellos vienen de familias millonarias, pero la disciplina no te la compra nadie. Algunos personajes saben que siempre tendrán un "flotador" detrás, pero otros realmente se matan estudiando. Yo creo mucho en la meritocracia cuando está bien entendida: trabajar, esforzarse, darlo todo.
La desaparición de una estudiante sostiene gran parte del suspenso. ¿Cómo trabajaste el thriller dentro del género? A mí el thriller me encanta, así que necesitaba que la novela tuviera un gancho que mantuviera al lector en tensión. Por eso hay capítulos anónimos, saltos temporales, fragmentos que no revelan quién habla. Todo eso está pensado para equilibrar la construcción de personajes con la intriga. Es una manera de mantener al lector atrapado, que al final es uno de los mayores desafíos para cualquier escritor.
¿Qué podés adelantar de Sanctas, tu segunda novela? Es una historia independiente de Hijos dorados, otro dark academia, en la Edimburgo del 2001. Los protagonistas son Agnes y Rast: uno huye del dolor, el otro lo busca. Y ahí paro, porque si quieren saber qué son, tendrán que leerlo (se rié).
Para terminar: ¿qué te deja este primer año como escritora publicada? Mucha gratitud, mucho vértigo y una certeza: valió la pena dejar la estabilidad para perseguir un sueño. Y si el libro sigue viajando, recomendándose y encontrando nuevos lectores, yo ya me doy por más que satisfecha.