La Nación, Costa Rica
20 de noviembre de 2025
El costarricense Alejandro Salisbury narró a ‘La Nación’ el nerviosismo que vivieron los jugadores de Haití, desde un teléfono celular.
El pitazo final fue el inicio de una tensa calma, de una espera interminable, donde se sentían mariposas en el estómago y una ansiedad que dominaba el cuerpo.
Alejandro Salisbury, un costarricense que laboró en la logística de la Selección de Haití, cruzó con nerviosismo la cancha sintética del estadio Ergilio Hato, ubicado en Willemstad, la capital de Curazao. El partido había concluido con la victoria de Haití 2-0 ante Nicaragua, y el empate entre Costa Rica y Honduras (0-0) les daba el pase al Mundial 2026.
El máster en Psicología confesó que no tenía internet, por lo que no podía seguir el resultado del encuentro entre ticos y catrachos, y preguntaba constantemente qué estaba pasando. Incluso la ansiedad lo traicionó y, después del minuto 80, guardó su cámara.
"A mí me gusta ver el partido desde la cancha y por esa razón estaba con mi cámara esperando a Haití. Empecé a caminar despacio, como dando tiempo a que pasara todo, mientras los jugadores se reunían en la cancha para saber el resultado del otro partido, con el que había cinco minutos de diferencia", comentó Salisbury a La Nación.
Alejandro, quien no percibe salario con la Federación de Haití, se aproximaba al grupo de futbolistas y miraba la tensión en los aficionados en las gradas, esperando el desenlace, sin dejar de pensar en lo que pasaba en Costa Rica, pues deseaba un gol de la Tricolor para que al menos lograra entrar al repechaje.
"Uno quería que Haití lograra la clasificación al Mundial. Pensaba en los momentos duros cuando estuvimos muy cerca de ir a una Copa del Mundo femenina menor y no lo logramos, pero también esperaba que Costa Rica venciera a Honduras y peleara por el repechaje. Esa caminata fue interminable", admitió Salisbury con una sonrisa.
Al borde de la locura
La dirigencia de Haití estaba nerviosa, pero les pedían a sus jugadores que aún no celebraran, que esperaran, y fue en ese momento cuando alguien sacó un teléfono celular para observar el partido en Costa Rica. Los jugadores se aglomeraron y esperaban atentos.
"Los futbolistas gritaban, saltaban, no podían contenerse. Yo no sabía si llorar o empezar a grabar a los muchachos. Pensaba en las eliminatorias falladas, todo pasaba rápido. Cuando en Costa Rica el juego terminó, fue un éxtasis total: brincaban, corrían como locos para todos lados, cayeron al suelo y se abrazaron, celebraban y bailaban con los aficionados que llegaron a apoyarnos", añadió.
En medio del festejo y las grabaciones con su teléfono, Alejandro admite que lloró al ser una persona sentimental, y volvió a rememorar los malos momentos con la Selección Femenina, al estar a 90 minutos de un mundial que finalmente no lograron alcanzar.
"Para mí fue muy especial todo lo que pasó. El doctor de la Selección y algunos administrativos bromearon conmigo y me decían que siempre que estoy con ellos pasa algo bueno, como en la Copa Oro 2019, donde llegamos a semifinales y perdimos 1-0 con México. La verdad, me dicen que yo soy el de la suerte", expresó Salisbury.
Alejandro Salisbury confesó que espera poder asistir al Mundial junto con su familia y, de momento, aguarda la conformación de los grupos de la cita mundialista para empezar a investigar datos de los rivales y otras labores que le pida la Federación de Haití.
"Este jueves vuelvo a la realidad de trabajo. Yo laboro con personas con discapacidad, a quienes pongo a su servicio mis conocimientos en Psicología en Cartago. Gracias a Dios vivimos una experiencia única y solo nos quedará esperar a conocer quiénes serán nuestros rivales y cuál será nuestra sede", enfatizó Salisbury.