Miércoles, 26 de Noviembre de 2025

La dignidad de un nombre

ChileEl Mercurio, Chile 25 de noviembre de 2025

No es extraño que en muchos países del mundo los clubes de fútbol hayan sido fundados al amparo de colegios, universidades y de maestros y educadores

No es extraño que en muchos países del mundo los clubes de fútbol hayan sido fundados al amparo de colegios, universidades y de maestros y educadores.
El deporte sistematizado y reglamentado nació como tal en las public schools inglesas, y quien no ha oído hablar alguna vez de Thomas Arnold, pedagogo e historiador, la verdad es que del fútbol sabe bien poco.
El caso es que es una contradicción vital siquiera pensar que este verdadero fenómeno social no tiene que ver nada con la elite intelectual. Al contrario, es esta una sociedad indivisible, sustentable y de características permanentes.
En el Chile de hoy, tres equipos del fútbol profesional chileno llevan el nombre de universidades históricas, prestigiosas y formadoras permanentes de la identidad nacional, ya que fueron fundados al amparo de ellas: Universidad de Chile, Universidad Católica y Universidad de Concepción.
Y que estos clubes lleven el nombre de dichas casas de estudios no es simplemente una anécdota histórica. Es un honor. Pero el orgullo no es suficiente para llevar con dignidad estos nombres.
Los equipos universitarios tienen la obligación de mantener en alto ciertos principios y valores que, si bien no son dogmas de fe, sí tiene que guiar su accionar general. Si no es así, no merecen llevar el nombre.
Eso, precisamente, es lo que hoy está en cuestión en el club que desde hace décadas se llama Universidad de Chile.
Es cierto. Ha pasado mucha agua bajo el puente histórico para siquiera soñar que la U pueda tener entre sus figuras a un ingeniero prestigioso formado en las aulas de la casa de estudios como fue el arquero Eduardo Simián, el "Pulpo".
También es a estas alturas demasiado romántico pensar en que alguna vez volverán los clásicos llenos de alumnos haciendo representaciones o que en medio de la cancha un Cocoliche se erigirá como figura de las barras.
Los tiempos han cambiado para todos. Incluso para la U.
Azul Azul, la administradora del equipo que lleva ese legendario nombre, no tiene ni de cerca en su lista de urgentes (quizás ni los conoce) los preceptos con los cuales fundó Andrés Bello la universidad.
Quizás alguno estudió ahí en algún momento, pero es un hecho que ese dato es irrelevante para ellos. Lo único que les vale es tener un nombre que se sabe arraigado en la sociedad chilena para que el negocio crezca. El equipo si se llamara Chunchos S.A., de verdad, no atraería mucho, comercialmente hablando.
Pero no solo a Azul Azul y al señor que está en su testera haciendo negocios cuestionables hay que remecer para que la U vuelva a dignificar su ilustre nombre.
La propia universidad debe dejar de ser pasiva porque le caen unos pesos por el arriendo de su nombre y salir por fin a dignificar la marca.
Si no lo hacen, si se quedan impávidos, si miran para otro lado, son parte del problema. Y tampoco merecen decir que son de la U.
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