Lunes, 01 de Diciembre de 2025

Voces que cantan

ChileEl Mercurio, Chile 30 de noviembre de 2025

La poesía de Américo Reyes es difícil de ubicar en el panorama nacional

La poesía de Américo Reyes es difícil de ubicar en el panorama nacional. Digo esto no con el sentido de hacer un reparo, sino solo para señalar las dificultades de intentar aproximarse a ella y para destacar algo que solía llamarse "originalidad", un sello muy propio. En su poesía, no obstante un despeje y una abertura de estilo, aparecen referencias a gran variedad de autores y tradiciones, aunque algunas operan con mayor fuerza: Parra, Kavafis, la epigramática antigua, sobre todo Catulo y Propercio. Reyes se apropia del tono de los autores y sobre este tono trabaja y elabora su propia poética. La escritura de Reyes es espaciosa, se desliza con rapidez, es densa pero dinámica. Sus versos, aunque lúdicos, parecen construidos sobre los bordes de un espacio vacío, lo no dicho sino a tientas.
La urgencia y apariencia del decir de Américo Reyes es polifonía. Poetizar es de algún modo poner de manifiesto la variedad de voces que convergen en las escrituras. La homogeneidad, la uniformidad, la monotonía apagan el lenguaje poético.
Reyes construye poemas en que concurren el hablante y auditor, el autor y el lector. Cuatro sujetos que se reúnen a conversar en el poema, a desplegar sus voces en la escritura de los versos. Su poesía es conversacional. El hablante, sin restar su presencia, cede la voz a un hablante sustituto que se dirige a su vez a alguien. Todo es oblicuidad e ironía.
La polifonía es una suerte de invitación a otras voces a hablar desde el texto y en el texto mismo. Entonces, también sucede que, sin que aparezca un sujeto en su integridad con su voz propia, las voces penetran en los versos, alteran su superficie, se constituyen como sustrato.
El sentido del humor es central en este poemario. Salvo el sarcasmo, la risa en sus distintos matices se hace presente en estos textos. Reyes poetiza a través de un chiste, non sense , la parodia o una leve ironía. Sin tomar en cuenta el humor, el fluido que corre por los versos les da, por lo menos a muchos de ellos, un tono gracioso; no se puede entender este libro sin considerar esta dimensión. Un ejemplo: "CARTA DEL DIRECTOR IMAGINARIO DE LA HERMANDAD IMAGINARIA DE LOS ANDES A NICANOR PARRA". El poema está muy bueno y con mucho humor, un humor que se nutre de sus lecturas y posee, además, el dejo curicano.
Veamos este otro poema con una cuerda distinta: "CARTA DE UN OCHENTERO CELESTE A YOLANDA
El verano arrasa con sus eneros y febreros/Y tú, Yolanda, me cuentas que esperas el otoño/pero es mentira; no se espera aquello que/de no esperarlo llega de todos modos/ no se espera la
caída de las hojas: caerán/aunque nadie la vea, aunque a nadie le importen/ dices que esperas un día para sentir/ para alzar los brazos en son de alegría/ pero ese día ya llegó y ni te enteraste/ay qué única soledad esa que nos unió, Yolanda./
Nunca hubo una soledad para dos tan impúdica en su esencia,/tan certera en triunfarse a sí misma, tan indescifrable/ al punto que, vista de lejos,/ cualquiera hubiese podido dudar de sus motivaciones".
Este es muy buen ejemplo de como un poeta con talento puede combinar los elementos con los que ha estado trabajando para construir un buen poema. Hay en el poema un retornar de ciertos tópicos clásicos como la fugacidad de las estaciones, el fluido silencioso del tiempo. En el centro del poema está la soledad "que los unió", situada, pues, en el pasado, que reververará hasta el presente. El poema es un recordatorio, ya que el tú, Yolanda, pertenece a la memoria, mientras la soledad, viniendo de allí, se instala en el presente. El poema trabaja la singularidad de la soledad, su carácter insustituible, inconmensurable e inconfundible. ¹
En otro poema señala:
Ya sabemos que/ no siempre el asesino cumple/a veces su labor lo cansa/a veces cumple con su deber/casi por obligación/ o simplemente/ porque se le da la soberana gana/otras veces/ no aparece nadie que merezca/ su dedicación su entrega/aunque la mayoría de las veces/ en que el asesino/ no realiza su trabajo/ es cuando ha vislumbrado/ que vivir no vale la pena/tanto como no vivir". El poema está elaborado sobre un leve sinsentido: el asesino es también un obrero, un trabajador como cualquier otro trabajador. También el asesino, cuyo trabajo es privar de la vida a otro, tiene una delicada sensación sobre el sentido de la vida y de la muerte.
Breve historia del asombro es elegiaca; con sentido del humor y con una factura y buen oído impecables. El libro consolida una trayectoria del poeta en la que figuran varios otros buenos volúmenes. Recomendable.
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