Lunes, 01 de Diciembre de 2025

Una obviedad asombrosa

UruguayEl País, Uruguay 1 de diciembre de 2025

Lo que resulta asombroso no es que este proceso demográfico-electoral exista, sino que los dirigentes blancos lo planteen ahora como si fuese una enorme novedad a tener muy presente.

Una de las cosas que han trascendido de las reuniones partidarias blancas en torno al análisis y la autocrítica acerca del proceso electoral que terminó en la derrota del año pasado de toda la Coalición Republicana (CR) a manos del Frente Amplio (FA) y su candidato Orsi, refiere a la preocupación por la forma en la que votan las nuevas generaciones con respecto a las más viejas.

En efecto, parece que los dirigentes blancos que acuden a esas reuniones se van desayunando en este 2025 de que existe una evolución demográfica muy notoria que lleva ya muchas elecciones. Por un lado, entre los más viejos son muchos más los que votan a los partidos tradicionales que los que lo hacen al FA. Por otro lado, entre las nuevas generaciones el voto por la izquierda es más importante que el que favorece a blancos y colorados. La conclusión de todo esto es evidente: como en cada ciclo electoral en realidad existe un padrón que se renueva en no menos de 100.000 personas cada vez, es decir que las viejas generaciones que eran más proclives a los partidos tradicionales se van muriendo y van llegando a la mayoría de edad para votar las nuevas generaciones más izquierdistas, la tendencia de largo plazo termina así favoreciendo al voto pro-FA en desmedro de los votos pro-CR.

Lo que resulta asombroso no es que este proceso demográfico-electoral exista, sino que los dirigentes blancos lo planteen ahora como si fuese una enorme novedad a tener muy presente. Por un lado, este asunto ha sido estudiado desde hace mucho tiempo por distintos especialistas en temas electorales: desde César Aguiar en los años ochenta, hasta Luis Eduardo González en los noventa, pasando por estudios de opinión periódicamente publicados por los más diversos analistas en todos estos años, este asunto es archiconocido por quienes se interesan por estos temas.

Por otro lado, alcanza con haber vivido en Uruguay en las últimas décadas para saber que la educación, la cultura, la socialización política y la historia reciente, es decir, todo lo que hace al universo simbólico ciudadano que forma opinión, está tomado por valores izquierdistas que promueven identidades partidistas de ese signo político y que minusvaloran todo lo que sea blanco o colorado. ¿Qué se supone que tiene que pasar con la simpatía partidaria mayoritaria de las nuevas generaciones cuando el contexto político y cultural pro-izquierdista es tan evidente?

Realmente llama la atención que los principales dirigentes blancos se sorprendan de la circunstancia electoral que trae implícita toda esta situación y que desfavorece a los partidos de la CR. Porque no estamos hablando de esos buenos dirigentes locales que son abnegados vecinos con gran vocación de servicio y que, en verdad, muchas veces conocen poco de cuestiones electorales nacionales. Estamos hablando, por el contrario, de la principal dirigencia de un partido que debería naturalmente haber conocido estos asuntos hace mucho rato, de manera de actuar en consecuencia tanto en estrategia electoral como en acciones de comunicación y de cultura.

El país precisa de una opción vigorosa que sea una alternativa real al gobierno de izquierda. Para eso, las ideas de esa opción potente en favor de soluciones posibles para los problemas del país tienen que permear en la sociedad y convencerla de que existe un rumbo mejor. Si esa opción ni siquiera tiene claro que en todo nuestro electorado actual que abarca hasta la mediana edad aproximadamente, existe un basamento cultural y sociológico que otorga amplias mayorías a la izquierda, por razones que no son políticas sino que son culturales y de valores preferidos, entonces los partidos de la CR están evidentemente en serios problemas para conquistar a la mayoría del voto ciudadano del país.

Alguien podrá decir que no hay que ser tan drástico ni dramático, porque algo parecido ocurrió por décadas en Argentina, y la verdad es que en poco tiempo los nuevos medios de comunicación y la visión crítica de la juventud dio vuelta esa hegemonía pro-izquierdista que favorecía al kirchnerismo. Pero hay dos variables en esa comparación que la vuelven poco pertinente. La primera es que Argentina se hizo añicos en 2023, y por eso se decidió a cambiar. Y la segunda es que, a pesar de esa crisis fenomenal, el amplio peronismo ha seguido recibiendo el apoyo de al menos un tercio del electorado argentino.

Precisamos partidos de oposición que no pongan cara de asombro ante obviedades que ya llevan cerca de cuarenta años de vigencia. Deben, notoriamente, rendir más.
La Nación Argentina O Globo Brasil El Mercurio Chile
El Tiempo Colombia La Nación Costa Rica La Prensa Gráfica El Salvador
El Universal México El Comercio Perú El Nuevo Dia Puerto Rico
Listin Diario República
Dominicana
El País Uruguay El Nacional Venezuela