Recogimiento y luz
El recogimiento es un ensimismamiento sin encierro en uno mismo, sino contemplando el misterio y trascendencia de la vida
El recogimiento es un ensimismamiento sin encierro en uno mismo, sino contemplando el misterio y trascendencia de la vida. Para los creyentes, nada acontece sin un orden del Amor divino y sin un sentido mayor en medio de la coyuntura siempre envuelta en una neblina de incertidumbre. Este movimiento hacia el interior del propio yo, en la verdad sincera que se manifiesta ante la Luz purificadora del Señor de la historia, es un anticipo del resplandor celestial que se concederá a todos los bienaventurados. Esta última condición no puede estar al margen de la verdad de cada uno, más bien la reconoce y la colma de plenitud, la reviste de una sacralidad inconmensurable, pues todo aquel que habite en el Paraíso estará inundado de felicidad y de paz, anhelos que en este mundo temporal y transitorio apenas se vislumbran.
En san Mateo 13, 43 dice Jesús a sus discípulos: "Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre". Tal es la esperanza que nutre la fe de todo cristiano, tal es la recompensa de la santidad y que conviene meditar en este tiempo litúrgico de Adviento, un tiempo de particular ahondamiento religioso, pues aquí la Iglesia se postra y anticipa la primera Venida de Cristo, la del único Redentor que es "el camino, la verdad y la vida".