Miércoles, 03 de Diciembre de 2025

Un atraso cambiario diferente

UruguayEl País, Uruguay 3 de diciembre de 2025

Es muy llamativa la diferencia de visión de varios dirigentes del Frente Amplio respecto a la situación del valor de dólar, de cuando eran oposición, a cuando ocupan cargos en el gobierno.

...Urge que el gobierno tome medidas: estamos ante el atraso cambiario más grande del siglo (...) complica la competitividad de nuestra economía, afectando los esfuerzos de quienes producen.". En marzo de 2023 el dólar estaba a 39 pesos y Mario Bergara recorría medios y redes denunciando lo insoportable de la situación que vivía el país.

Hoy, el dólar sigue en torno a ese valor nominal, lo que implica un valor real significativamente menor y una situación más acuciante. Sin embargo, Bergara hace silencio y, si le preguntan -como en ADM hace unos meses-, dice que este es un "atraso cambiario diferente".

No es que nos vayamos a asustar por un poco de oportunismo político. Pero, en este caso, la contraposición entre lo que dijeron los referentes económicos del FA durante 2023 y 2024 y el silencio actual es pavorosa. El caso de Bergara no es el único: el actual viceministro de Economía también denunciaba "el mayor atraso cambiario del siglo" y ahora casi no se le escucha la voz.

Pero el caso de Bergara es particularmente grave porque, en muy pocos dirigentes, vemos una mezquindad y un oportunismo político tan notorios.

A diferencia de otros que simplemente repiten eslóganes sin entender los conceptos que utilizan, él sí sabe de economía. Y aun así, sin que se le mueva un pelo, repite lo que sea necesario para que prevalezca el cálculo político por sobre lo que sabe verdadero.

Ese patrón en el hoy intendente es muy repetido: no decir ni hacer lo que es mejor, sino lo que da una ventajita. Cuando la reforma de la seguridad social llegó al Parlamento, Bergara la bombardeó con una ferocidad sorprendente. Él y su asesor -hoy viceministro de Economía- se dedicaron a señalar problemitas menores y a pronosticar las siete plagas, omitiendo siempre lo esencial: que la reforma iba, sin dudas, en el sentido que el país necesitaba, como ellos bien saben.

La deshonestidad intelectual que manejaron "los equipos económicos" del FA en este tema fue total.

Ahora las víctimas son también sus adversarios internos. Con el solo objetivo de complicarle la vida al poderoso ministro Gabriel Oddone, Bergara salió a respaldar el llamado "impuesto a los ricos", en el que nadie que haya leído lo que el intendente escribió -cuando era economista- puede creer que él cree. La ventajita de fastidiar a un adversario interno pesa más.

Esta política de "la ventajita" la vimos cuando tuvo responsabilidades importantes. Basta recordar 2014, el año en que Bergara fue ministro de Economía y, en plena bonanza económica, con la recaudación creciendo, aumentó el déficit fiscal en 600 millones de dólares.

La campaña electoral más cara la pagó su propio partido en 2015 y 2016, cuando Astori tuvo que ajustar para ordenar algo del descalabro que había dejado Bergara.

Su pasaje por la presidencia del Banco Central tampoco deja un legado para rescatar. La célebre "política de los platitos chinos" fue un gran fracaso. Durante su gestión, Uruguay se mantuvo con la inflación más alta de la región, solo por detrás de Venezuela y Argentina. Nos quiso convencer de que era normal convivir con aumentos de precios del 8% o 9% cuando Chile, Paraguay, Perú y Brasil tenían cifras menos de la mitad.

Todo tiene un hilo conductor: siempre eligir el atajo, el camino fácil por sobre el correcto, y la política grande.

Los platitos chinos por sobre una política monetaria creíble (y costosa); el carnaval electoral por sobre el orden fiscal; el populismo jubilatorio por sobre decirle la dura verdad a la gente; la crítica barata al dólar bajo por sobre la honestidad técnica; el agitar el resentimiento con un impuesto "a los ricos" por sobre ayudar a Oddone en su cruzada para que esto no se desmadre. Y podríamos seguir.

Por eso el silencio actual frente al atraso cambiario "más grande del siglo" -es mayor que el del año pasado, así que debería serlo- no sorprende.

Lo que sí sorprende -y preocupa- es que todavía haya tantos dispuestos a olvidar los costos de esa manera de hacer política. Porque los países no se construyen con platitos chinos ni con frases ingeniosas, sino con caminos difíciles que muchas veces implican pagar costos políticos.

Cuando se está en la oposición o se es ministro en plena bonanza económica, es muy fácil no ser responsable. Pero las encuestas ya comienzan a mostrar que esa actitud no sirve de nada cuando tocan las más o menos difíciles.
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