Miércoles, 03 de Diciembre de 2025

Mirada a largo plazo

UruguayEl País, Uruguay 3 de diciembre de 2025

Permitir la degradación o el agotamiento de los recursos naturales deberá tener una penalización.

Sin ánimo de azuzar fantasmas está claro que enfrentamos un desafío enorme a escala global.

A medida que aumenta la población mundial, se incrementa el consumo de recursos naturales para satisfacer su alimentación, vestimenta, transporte, etc. Los hechos demuestran que tal como viene el proceso, no le estamos dando el tiempo suficiente a los ecosistemas y biomas del planeta para regenerar esos recursos, haciendo insostenible el sistema.

En otras palabras, consumimos más de lo que producimos, lo cual conduce inexorablemente al agotamiento. Es como si la población de una isla consumiera más alimentos de los que produce. Estaría caminando hacia el colapso alimentario, y debería recurrir a la importación. Pero en el caso de los recursos naturales de la Tierra, si estos no alcanzan, no disponemos de la posibilidad de recurrir a una importación extra planetaria. Tenemos que arreglarnos con lo que nos ofrece la biosfera, por ser nuestra única fuente de recursos.

Aquí debería ingresar de lleno nuestro ingenio e inteligencia, estrechamente unido al sentido común.

Todo parece indicar que será el desarrollo tecnológico el que nos aporte las herramientas idóneas para enfrentar el reto con expectativas reales de éxito, además de introducir una serie de cambios de visión y perspectiva.

Pero también es cierto que esta estrategia deberá ser consensuada y compartida por los países, porque no se pueden combatir las asimetrías que hoy condenan al planeta a un desbalance notorio, con esfuerzos individuales o aislados.

Está claro que para hallar el camino correcto debemos elevar la mira y pensar a largo plazo. Lo cual nos conduce hacia un terreno en el que parecería que nos sentimos incómodos. Nos referimos a tomar las grandes decisiones agregando al plato de la balanza, los derechos y necesidades que tendrán las generaciones futuras. Desde el punto de vista racional la tarea no parece tan difícil.

Como en definitiva a la hora de tomar las grandes decisiones, casi todo se mide en términos económicos, de rentabilidad y conveniencia, está claro que debemos incorporar nuevas variables a las ecuaciones. Estamos hablando de atribuirle un coste a la degradación de los ecosistemas, que proyecte a futuro las pérdidas que nos ocasionarán, si hoy no promovemos la sustentabilidad de manera real y concreta.

Permitir la degradación o el agotamiento de los recursos naturales deberá tener una cuantificación (penalización) que impacte directamente en las políticas económicas nacionales y regionales, de tal manera que las conductas afines a la conservación provoquen beneficios tangibles, estimulantes y muy atractivos a sus promotores, siendo premiadas también en el terreno económico.

Se trata, en definitiva, de un cambio de paradigma pues lo que comenzó hace muchas décadas, como un manojo de tímidas ideas para "proteger a la naturaleza", hoy las ponderamos como decisiones estratégicas para elevar la calidad de vida de la gente, y garantizar su permanencia en el tiempo.

Como se ha dicho tantas veces, lo importante es aprender de nuestros errores para superarnos en busca de las mejores soluciones a largo plazo.
La Nación Argentina O Globo Brasil El Mercurio Chile
El Tiempo Colombia La Nación Costa Rica La Prensa Gráfica El Salvador
El Universal México El Comercio Perú El Nuevo Dia Puerto Rico
Listin Diario República
Dominicana
El País Uruguay El Nacional Venezuela