Miércoles, 03 de Diciembre de 2025

El efecto Wanda Nara en la política

ArgentinaLa Nación, Argentina 3 de diciembre de 2025

La jura de la senadora Cándida López del Frente de Todos por Tierra del Fuego, el 28 de noviembre El filósofo canadiense Marshall McLuhan, quien murió en 1980, no debió imaginar que sus postulados pioneros sobre los mass media se incrustarían un día con tanta naturalidad en el léxico corriente

La jura de la senadora Cándida López del Frente de Todos por Tierra del Fuego, el 28 de noviembre



El filósofo canadiense Marshall McLuhan, quien murió en 1980, no debió imaginar que sus postulados pioneros sobre los mass media se incrustarían un día con tanta naturalidad en el léxico corriente. De allí viene la voz francesa mediatique , luego "mediático", adjetivo multipropósito tal vez abusado (sirve para ponderar un buen narrador de historias tanto como para descalificar una denuncia de corrupción), cuya última flexión consistió en sustantivarse. Funciona así: cuando los cronistas de espectáculos hablan, por ejemplo, de las proezas y las desventuras de Wanda Nara, para evitar la reiteración del nombre de ella en cada oración echan mano a una metonimia. El sujeto pasa a ser la mediática. La mediática a secas. Como si dijeran la médica, la cirujana, la maestra, la cocinera. El vicio deviene oficio. El adjetivo mediático, sustantivo.

Quién sabe cómo lo explicará la RAE el día que le toque legitimar la nueva entrada. ¿Qué requisito se exige para obtener el título profesional de mediático? ¿En qué momento las ocupaciones prexistentes del interesado (en el caso de Wanda Nara, modelo, conductora, cantante, manager deportiva, empresaria y en la génesis, botinera) quedan soslayadas por la especialización hegemónica?

Un mediático "profesional" no es simplemente alguien que aparece hasta en la sopa sino aquel que estructura toda su vida en torno de la sobreexposición . Lo cual exige a su vez una incesante provisión de conflictos, alborotos, romances, traiciones, rupturas, referencias sexuales, litigios con hijos, cuitas judiciales, giros inesperados, disputas patrimoniales, en fin, dimes y diretes, cualquier cosa capaz de saciar esa demanda infinita, circular, estimulada probablemente por mecanismos parecidos a los de una adicción.

Podría tratarse de entretenimiento inocuo, a lo sumo controversial para los sociólogos que estudian la influencia de los modelos populares sobre la gente de a pie, si no fuera porque hay una mala noticia: la farándula siempre se espeja en otras actividades que también crean narrativas y buscan conquistar audiencias. En primer término, la política.

Desde ya que el maridaje de las tablas y la política no es algo nuevo. Lleva muchas décadas, distintas versiones y un precedente de enorme trascendencia histórica, el de la actriz de radioteatro Eva Perón. Pero tal vez cabe preguntarse si el escándalo mediático, formato que se reputó eficaz con unas pocas, destellantes figuras de la farándula, no estará siendo copiado por políticos nuevos sin trayectoria, ávidos por figurar o por ascender y que desconfían de los talentos convencionales innatos, tales como exponer ideas, ganar debates, repujar la oratoria, presentar proyectos indispensables, practicar con tenacidad la vida partidaria, hacer política.

Un caso preliminar fue el de la diputada libertaria Lourdes Arrieta, quien en 2024 obtuvo considerable fama en todo el país gracias a que formó parte del grupo de legisladores que fue a visitar a represores de la dictadura presos en la cárcel de Ezeiza, entre ellos Alfredo Astiz. Un par de meses antes había aparecido en la reunión de bloque con un patito amarillo de plástico en la cabeza, con pelo, a modo de homenaje a Milei, no obstante lo cual, tras una serie de escándalos menores terminó expulsada del bloque libertario y se convirtió en opositora.

Lo más llamativo no fue su propensión sistemática al escándalo sino el nivel de ignorancia jactanciosa que dejó asentado. Cuando le preguntaron por qué había estado con Astiz respondió que no sabía quién era Astiz. "Yo nací en 1993", fue su explicación.

Otro caso fue el de Marcela Pagano, flamante política, antes periodista televisiva, quien protagonizó sucesivos escándalos de previsible resonancia, entre ellos el de aparecerse con un megáfono en la Cámara de Diputados -algo inédito- para dirigirse en términos muy hostiles, a viva voz, sin poder ser interrumpida, al presidente del cuerpo Martín Menem, a quien dejó claro que detesta, y que igual que ella fue puesto donde está por Milei.

En forma periódica Pagano intercambia insultos con la diputada Lilia Lemoine. Ambas también ingresaron a la cámara por el mismo partido. En el último intercambio se dijeron entre otras cosas "sucia", ñoqui", "valijera" y "narco", todo lo cual, como de costumbre, quedó prolijamente recopilado en videos luego reproducidos masivamente en las redes.

"Me pegaste en cámara", le reprochó en un momento Lemoine a Pagano. Este detalle, el de que la agresión fue "en cámara", parece significativo. Las protagonistas de estas batallas adolescentes han dado sobradas muestras de tener plena conciencia de que lo que se dicen quedará al alcance de todo el público, entre otras cosas porque ellas mismas se filman. "Tomá la medicación, bipolar", replicó aquella vez Pagano, quien integra el bloque "Coherencia". Con los coherentes también forma Lourdes Arrieta.

El episodio más fresco de un escándalo parlamentario pensado para los medios lo protagonizó el lunes pasado la senadora kirchnerista Cándida Cristina López, quien apareció con un cerrajero y con su marido en la puerta del despacho senatorial que ocupaba el salteño mandato cumplido Sergio Leavy. Victoria Villarruel, la presidente de la cámara, había dispuesto y comunicado oficialmente a los senadores que ella sería la única responsable de distribuir los despachos, de lo cual además había dejado constancia mediante una faja en la que sería la puerta del litigio. A sabiendas de que López pensaba apropiarse del despacho gracias a una llave que le suministró el saliente Leavy, la semana pasada Villarruel hizo cambiar la cerradura.

Los despachos de los senadores en el Palacio Legislativo, no así los que están en otro edificio, siempre son motivo de disputas y discusiones, pero nunca se había llegado a la violencia. ¿Acaso pudo pensar la senadora López que el personal de seguridad de la cámara previamente advertido de los pormenores le iba a permitir intrusarse en ese despacho luego de que un cerrajero particular violase la cerradura?

Hubo forcejeos -que en los videos que se difundieron parecen de baja intensidad-, acusaciones y denuncias. Entre las denuncias sobresalió la que hizo la senadora López por "lesiones, amenazas y agresiones sexuales". Extrañamente las agresiones sexuales no se llegan a apreciar en los videos difundidos, pese a que sí se ve que varias personas (en total, una decena) filman desde diversos ángulos. Obviamente esta historia continuará .

López, representante de Tierra del Fuego, no exhibe ningún dato personal, laboral ni académico en el sitio oficial del Senado. "Currículum no disponible", dice, pese a que llegó al Senado hace ya dos años, de apuro, cuando el senador Matías Rodríguez, dirigente de La Cámpora de 41 años, se quitó la vida. Ella acababa de ser elegida concejal en Ushuaia y figuraba en la boleta senatorial como suplente.

El viernes López volvió a jurar como senadora (ahora electa por seis años por la minoría, ya que los libertarios ganaron las dos bancas fueguinas de la mayoría) y lo hizo acompañada por nueve personas en abierto desafío al sentido común y a lo acordado por los presidentes de los bloques. También rompió el protocolo al jurar por las Malvinas y "por los treinta mil desaparecidos: tres cero punto cero cero cero desaparecidos" , exclamó.

Dos de sus intervenciones más recordadas en la cámara fueron cuando dijo que Milei es un enfermo mental y cuando enarboló una doctrina parecida a la de Lourdes Arrieta -la historia comienza conmigo- respecto de Astiz. Les reclamó a sus pares que dejasen de culpar por la situación del país a los gobiernos anteriores ante la imposibilidad de ella de hacerse cargo del pasado: yo antes no era senadora, explicó ofendida. En la última comparecencia de Guillermo Francos como jefe de Gabinete en el Congreso, López pidió la palabra y leyendo un papel en el que había anotado lo que quería espetarle lo trató de mentiroso. Francos pidió que se retractara, pero ella siguió leyendo sin parar. Entonces Francos se levantó y se fue. A renglón seguido López, créase o no, se quejó de que los funcionarios nunca dan la cara.

Si en el Honorable Senado, como se sigue llamando, están los espíritus de quienes alguna vez pasaron por allí, es probable que Dalmacio Vélez Sarsfield, Leandro Alem, Bernardo de Irigoyen, Aristóbulo del Valle, Alfredo Palacios, Juan B. Justo, Lisandro de la Torre, además de Bartolomé Mitre, Domingo Faustino Sarmiento, Nicolás Avellaneda, Julio Argentino Roca, Carlos Pellegrini, por qué no Raúl Alfonsín, y se podría incluir también a las peronistas Juana Larrauri, Hilda Nélida Castañeira y María Rosa Calviño de Gómez, encuentren motivos, cada tanto, para sonrojarse.
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