Reacomodo de fuerzas en la izquierda
Por más que Jeannette Jara haya triunfado en la primera vuelta, su exiguo caudal de votos -no alcanzó el 27%- exhibe una debilidad del sector, indicativa del importante cambio en la correlación de fuerzas ocurrido en la política chilena
Por más que Jeannette Jara haya triunfado en la primera vuelta, su exiguo caudal de votos -no alcanzó el 27%- exhibe una debilidad del sector, indicativa del importante cambio en la correlación de fuerzas ocurrido en la política chilena. Enfrentar el futuro a partir de esa premisa resultará en un inevitable reacomodo doctrinario y de liderazgos para la izquierda, sobre todo si, como todos los analistas predicen, la derecha alcanza la presidencia en la segunda vuelta. El Frente Amplio (FA), el PS y el PC, sus partidos más importantes, se verán en la necesidad de reflexionar hacia el futuro respecto de los contenidos de sus planteamientos, pero también sobre la forma en que habrán de conducirlos políticamente.
Ante la dura realidad de que la derecha, dispersa en tres candidatos presidenciales, logró más del 50% de los votos, la izquierda deberá preguntarse qué es lo que la alejó de la ciudadanía. ¿Habrán sido sus planteamientos programáticos, progresivamente agotados; la pobreza de su improvisada gestión, o la dificultad de transmitir un mensaje coherente con tantos partidos representándola?
Sobre el FA recae la mayor responsabilidad en este estado de cosas. No solo porque el gobierno lo encabezó un miembro de sus filas, sino que, además, porque sus planteamientos originales, críticos de los partidos de izquierda tradicionales, fueron los que arrastraron a todo el sector hacia la situación actual. Más aún, su liderazgo se basó en una autoadjudicada superioridad moral que rápidamente dilapidaron. Quizás si la propuesta constitucional de la Convención, fuertemente apoyada por los líderes del FA, es lo que mejor representa el extravío doctrinario que desencadenó la actual desconexión de la izquierda con la ciudadanía. De ahí que Boric tendrá un importante desafío si desea mantener su liderazgo hacia el futuro.
Por lo mismo, el PS, conducido bajo el consolidado liderazgo de Paulina Vodanovic -recientemente fue elegida senadora con una buena votación-, pretende retomar el protagonismo que históricamente su partido tuvo en la izquierda chilena. En recientes entrevistas, Vodanovic ha afirmado que el PS es un partido de izquierda y no de centroizquierda, que el Socialismo Democrático "es un nombre que no ha logrado tener un contenido ni una definición política"; también ha trascendido que buscaría privilegiar la cercanía con el PC. Probablemente, con ello pretende disputar al FA la hegemonía de la izquierda, optando por cambios estructurales que estén en sintonía con sus planteamientos históricos, alejándose así de la política identitaria, que fragmenta la sociedad y que no conecta con las necesidades materiales de las personas, que caracterizó al FA.
Por su parte, el PC mantiene una pugna interna -como ha quedado patente en esta campaña electoral- entre sus militantes más ortodoxos, que no han abandonado sus ansias revolucionarias de transformar la sociedad siguiendo fórmulas obsoletas, y un sector que parece dispuesto -sea por convicción o por cálculo- a proyectar una imagen más renovada. Aunque mantiene una respetable representación parlamentaria, mientras esa pugna no se resuelva con claridad y la población entienda cuál es en realidad su mensaje de futuro, difícilmente constituirá una fuerza política que pueda liderar a la izquierda chilena.
El resto de los partidos del sector no tienen fuerza suficiente como para marcar pautas. Se incluye en ese grupo a la DC, que por decisión propia se ha subsumido en ese mundo, consolidando una crisis existencial cuyo destino es la irrelevancia. En ese escenario y mientras no se aclaren las dudas doctrinarias que permitan determinar con mayor claridad qué significa ser de izquierda a estas alturas del siglo XXI, no resulta fácil anticipar cómo se reconfigurarán las fuerzas al interior de ese sector ni cómo sus liderazgos actuales, o los nuevos que surjan, buscarán reconectar con la ciudadanía.