Miércoles, 03 de Diciembre de 2025

Matoneo bogotano

ColombiaEl Tiempo, Colombia 3 de diciembre de 2025


Miguel Gómez Martínez
El colombiano es un ciudadano dócil y resignado


Miguel Gómez Martínez
El colombiano es un ciudadano dócil y resignado. Carece de la sana rebelión que caracteriza a las sociedades maduras. Se pliega sin protestar y se deja pisotear por el Estado. Ya es hora de que alguien lo diga: el problema de movilidad no es responsabilidad del que tiene un vehículo. Es una aspiración legítima de todo ciudadano que progresa. Ha sido así desde la invención del automóvil. El odioso pico y placa es la prueba de nuestra pasividad. Se nos vendió en 1998, como una medida temporal, mientras concluían los trabajos de Transmilenio. Se fueron extendiendo las horas de restricción con todo tipo de trampas para incomodar al ciudadano. Números pares e impares y diferentes combinaciones numéricas para que quienes intentaban organizar su vida cotidiana tuviesen periódicamente que cambiar todos planes. Sólo falta utilizar los números primos o combinaciones de letras. Entretanto la movilidad empeoraba sin que se tomaran las medidas necesarias. Las troncales de Transmilenio se postergaron o, como la de la avenida 68, tardaron más en construirse que las pirámides de Egipto. La congestión del sistema, sumado a su inseguridad y a su costo, estimuló la compra de motocicletas como medio más eficiente y barato de transporte. El metro siguió saltando todos los obstáculos financieros, políticos, jurídicos y técnicos posibles e imaginables. El culpable del caos son los sucesivos gobiernos municipales incapaces de planear la ciudad y las obras de infraestructura necesarias. Es la lentitud pasmosa con que los pocos proyectos se desarrollan. Es el desorden y caos en las vías, los huecos, los semáforos inútiles y sin sincronización, la falta de autoridad para defender el espacio público, que también incluye las vías. A eso súmele los océanos cuando llueve y las horribles maletas anaranjadas que obstruyen el poco espacio disponible para circular. A ningún alcalde se le ha ocurrido cubrir los canales de aguas lluvias y ampliar la malla vial con vías rápidas o por peaje. Ahora nos anuncian que habrá restricción los sábados para las placas que no sean de Bogotá. Pronto la medida se extenderá. Es el matoneo capitalino con los municipios cercanos. Un ciudadano de Cota, La Calera, Tenjo, Chía o Soacha no podrá venir a Bogotá. Los alcaldes de esos municipios deberían hacer lo propio con los carros de Bogotá impidiendo a los bogotanos salir los fines de semana fuera de la capital a Subachoque, La Vega, Anapoima, Villa de Leyva, Girardot, Guatavita, Sopó o al Llano. Lograríamos así el colapso total de la movilidad además de la quiebra del turismo, los restaurantes y de las pocas alternativas de entretenimiento de los bogotanos en los fines de semana. Desde 1998, ninguno de los alcaldes ha tenido la elegancia de anunciar que reducirá el impuesto de movilidad para compensar al propietario del vehículo por su incompetencia. Merecemos nuestro castigo por nuestra falta de reacción. *** Coletilla: el 4 por mil fue creado, de manera temporal, en 1998 …
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