Miércoles, 10 de Diciembre de 2025

La compleja inserción de los jóvenes al mercado laboral

UruguayEl País, Uruguay 8 de diciembre de 2025

Entre los jóvenes de los hogares de menor ingreso, uno de cada tres está desocupado y, entre quienes sí trabajan, casi la mitad lo hace en la informalidad

En un contexto muy favorable en materia inflacionaria, una buena parte de los acuerdos salariales se habría adecuado a las pautas definidas por el Poder Ejecutivo, en especial en lo que hace al formato de los correctivos por inflación pasada. En la medida en que el Banco Central continúe fortaleciendo su credibilidad, el debate sobre estos mecanismos perderá trascendencia en el futuro.

En cambio, hasta ahora los acuerdos salariales no han incorporado en forma extendida las diferencias de productividad a la interna de cada sector de actividad (entre regiones, tamaño de empresas, etc.) o entre sectores, algo que estaba solamente sugerido en los lineamientos. Por la forma en que se fijan los ajustes, incluso cuando podrían estar alineados a la evolución media de la productividad, los incrementos propuestos suelen actuar como un piso uniforme para distintos sectores, regiones y tamaños. En este contexto, sería apropiado que durante 2026 se discuta la conveniencia de rediseñar los lineamientos para evitar que la variable de "ajuste" ante diferencias en la evolución de la productividad y los salarios sea la tasa de informalidad.

Sin perjuicio de que, incorporando las heterogeneidades del mercado laboral en la negociación colectiva, deberían lograrse mejores resultados en materia de empleo y formalidad, aún persisten desafíos. Dejando parcialmente de lado la discusión en torno a la baja calificación promedio de la fuerza laboral, en lo que resta de la columna pondré foco en la mala inserción laboral de los jóvenes (entre 18 y 29 años) en nuestro país y en algunas alternativas para mejorarla.

Hoy la tasa de desempleo ronda el 7% su nivel mínimo desde 2014 y la informalidad se ha estabilizado en torno al 22%. Sin embargo, el promedio esconde una situación muy asimétrica entre los jóvenes y el resto de la población adulta (entre 30 y 64 años), que se exacerba en los jóvenes que pertenecen a hogares de menores ingresos. Entre los jóvenes de los dos quintiles de menor ingreso, la tasa de desempleo es del 37% y 25% respectivamente; en cambio, entre los "adultos" la tasa de desempleo en los dos quintiles de menor ingreso es del 16% y 7% y entre el total de los adultos ronda el 5%.

Asimismo, entre los jóvenes de los dos quintiles de menor ingreso existe un elevado nivel de inactividad (que no se consideran desocupados porque no buscan empleo), y ello no se explicaría principalmente por motivos de estudio, algo que podría ser positivo: solamente 4 de 10 no buscaron empleo por motivos de estudio; los otros 6 no buscaron por motivos vinculados al cuidado de personas en el hogar, incapacidad o desinterés. En cambio, en los dos quintiles de mayor ingreso, el 80% de los jóvenes que no busca empleo lo hace por motivos de estudio.

Además, la tasa de informalidad entre los jóvenes que sí están ocupados es superior a la de los adultos (26% vs. 20%), en especial en el interior del país (35% vs. 25%). Asimismo, en los dos quintiles más bajos la tasa de informalidad entre los jóvenes ronda el 44% y se acerca al 60% en caso de que residan en el interior del país.

En este contexto, es importante avanzar en algunos ejes para mejorar las condiciones de acceso al mercado laboral, en particular para los jóvenes.

En primer lugar, incorporando en la negociación colectiva la productividad y la heterogeneidad entre sectores, regiones o empresas como comenté anteriormente.

A su vez, es clave facilitar el acceso de los jóvenes al mercado laboral mediante una mayor interacción entre la formación educativa y la profesional, en línea con lo sugerido por Ceres en su reciente informe ("Hacia una mayor integración entre educación y trabajo en Uruguay: el potencial de la formación dual").

Por último, debería discutirse en qué medida es necesario introducir cierto grado de flexibilización en el acceso al mercado formal de trabajo para mejorar la inserción laboral de los jóvenes. Un incremento en los costos de contratación y despido u otras rigideces orientadas a "proteger" los puestos de trabajo actuales no necesariamente genera mejores resultados de empleo a nivel agregado. Cuando se dificulta la entrada y salida de firmas (y puestos de trabajo) al mercado, se desincentiva la expansión de las actividades, empresas y empleos más productivos, que a la larga remuneran mejor los factores de producción: capital y trabajo.
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