Domingo, 28 de Diciembre de 2025

Estudió para ser jueza y ahora, con 36 años, es dueña de una mina de oro: la historia de Cinthia Martínez

ChileEl Mercurio, Chile 27 de diciembre de 2025

Cuando era pequeña, se aburría con "las rocas". Y ahora, tras aprobar el examen de grado para ser abogada, iniciará la explotación de un yacimiento que obtuvo hace dos años en un remate.

Cuando niña, Cinthia Martínez visitaba cerros perdidos en los vastos llanos del Desierto de Atacama. Su padre, Carlos Martínez Álvarez, tenía pertenencias en distintos distritos mineros entre las regiones de Antofagasta y Coquimbo, adonde llevaba a su hija menor.
Ella se aburría. "Cuando estaban explotando, no me llamaba la atención. Eran puras personas sacando rocas", recuerda ahora.
Ahora sabe de "rocas". Y sobre todo ahora que está a punto de explotar su propia aventura aurífera.
Villa Alemana y un cerro en el desierto
Cuando soñaba de niña, el futuro estaba muy lejos del agreste devenir minero. "Mi sueño cuando era pequeña era llegar a ser fiscal o jueza", dice.
Con los años, su padre se fue retirando de los negocios (incluso agrícolas). Llegó a tener 28 pertenencias mineras. Murió en 2012 y los pocos yacimientos quedaron bajo una sociedad entre herederos, con un yerno a cargo de la administración.
De las seis pertenencias dejadas en la sucesión, solo una, llamada Siete de Julio (hitos del 1 al 10), está en explotación, que se ejecuta por medio de un arriendo. Está en la quebrada El Bolsón, en la Región de Antofagasta, a tres horas de viaje desde la Ruta 5 Norte.
De todo eso, Cinthia Martínez sabía, por supuesto, pero no estaba involucrada. Cuando falleció su padre, ya cursaba técnico jurídico. Había sido mamá adolescente y la crianza de su pequeña Constanza era su prioridad.
Tiempo después, con una nueva pareja, los tres se instalaron en Villa Alemana. Así, su vida pasó a girar en torno al derecho. Se desempeñó en el Juzgado de Garantía de la ciudad y su jornada laboral transcurría en horario de oficina, entre asuntos de la burocracia y cumplimiento de causas.
El sueño de niña, sin embargo, estaba pendiente, así que entre medio inició sus estudios de Derecho. En eso estaba cuando renunció el administrador de la pertenencia de su padre aún en explotación. Los herederos -sociedades entre hermanos, sobrinos y otros parentescos- la nombraron a ella como administradora.
"No le voy a mentir, estaba temerosa. Yo decía: '¿En qué me estoy metiendo?'", narra. Aun así, asumió la representación legal y el manejo financiero.
De la ley del derecho a la ley del mineral
"Desde el 2023 asumí la gestión: viajar, conocer dónde estaban ubicadas las pertenencias, aprender cómo funcionaba todo", afirma. Revisó legajos y normas. Y se quedó pegada en el computador mirando puntos de colores que dispone Sernageomin sobre dónde están los yacimientos, con sus respectivas patentes y vigencias, a lo largo y ancho de toda la pampa minera del gran norte chileno.
Ocupaba mucho tiempo, por lo demás, buscando en la pantalla las pertenencias que habían sido de su padre.
Pasaron los meses. Ella continuó con su formación en Derecho, el trabajo, la casa. Y, como en toda historia, llegó aquella frase de "hasta que un día...". En su caso, un buen día se preguntó si acaso ella misma no debería buscar su propio yacimiento.
Constanza, su hija, fue fundamental. "Ella fue quien me impulsó. Me dijo: 'Mamá, tú eres la idónea, tú puedes'".
Se acordó de su revisión del mapa en Sernageomin, volvió a pensar en su padre y se entusiasmó. Descubrió que había tantos remates disponibles pero, azuzada por algunos datos de unas muestras y ahora recordando mejor las lecciones de su padre sobre cómo distinguir los colores en la vastedad de lomas de colores ocres, calipsos y bermejos, se atrevió. En una sesión telemática, con muchos postores que representaban a grandes empresas ("eran puros hombres... y yo era la única mujer"), ella pujó y obtuvo su pertenencia. El nombre: Angelita, hitos 1 al 6, próxima a Inca de Oro, en la Provincia de Chañaral, Región de Atacama. Se formalizó todo en agosto de 2023.
"En remate, una pertenencia minera puede partir desde lo mínimo, que es el pago de la patente minera propiamente tal, y desde ahí va aumentando. En esa instancia vi una pertenencia que partió bajo los $100 mil, y terminó adjudicándose en $440 millones", rememora, sin dar datos de su caso.
Como en todo remate, hay mucho riesgo en la pesquisa y en la elección. Y vino la sorpresa: "La ley que arrojó fue de 5,16% en óxido de cobre y 4% en oro", describe Martínez. Son concentraciones inusitadamente muy elevadas en cada caso. Hace que la pertenencia sea económicamente atractiva, especialmente en un contexto de precios altos del cobre y del oro.
Cinthia Martínez Rojas, con 36 años, es ahora -y a ella aún le cuesta procesarlo- una empresaria minera. Posee una mina de oro. Y tras haber avanzado en todos los procedimientos necesarios, dice que en 2026 comenzará la explotación para aprovechar, cómo no, el boom de los precios.
Los negocios que vienen
Nació en Copiapó, de niña vivió en Taltal y en Vicuña, y de joven en La Serena. Ahora reparte su residencia entre Viña del Mar y los nuevos domicilios que ya está visitando en Atacama.
Su historia empresarial incluye, hasta ahora, numerosos viajes al norte, inspecciones en terreno, túneles, calor, caminos largos.
Se preparó también en el aula. Cursó un diplomado en derecho minero y ahora avanza en dos (uno en gobierno corporativo, y otro en ética y compliance ). Y como si no le bastaran las obligaciones, ahora en diciembre acaba de aprobar su examen de grado y ya esperando hora para que la Corte Suprema le otorgue su título como abogada por la Universidad Santo Tomás.
La profesión ayuda, porque para explotar Angelita hay varios permisos por obtener. La parte de la ingeniería está lista. Ella misma habla de campamentos, polvorines, explotación subterránea y venta de mineral a Enami y plantas privadas (Santiago Metals). Cuenta con el capital para el traslado de maquinarias y la contratación del personal para iniciar las faenas.
Aunque tiene la mina desde 2023, esperó un par de años para tenerla en orden y terminar su carrera. Los precios récord del oro la han apresurado. Pero no solo eso. "Lamentablemente, he sido susceptible de robo de minerales", describe. "Eso también fue uno de los motivos por los que dije: ya no puedo seguir así. Ahora quiero dedicarme ciento por ciento a la explotación. Después de las fiestas voy con todo, porque necesito instalar campamento, oficina y guardias".
Hay una interesante coincidencia con su hija, hoy de 21 años: la pasión por las leyes (es estudiante de Derecho en la PUCV) y la atracción hacia el norte. "Lo hemos conversado mucho. Ella me apoya. De hecho, ahora va conmigo al norte a apoyarme".
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