El desahogo de Carolina Rozo, tras dos años de proceso
JOSÉ ORLANDO ASCENCIO - SUBEDITOR DE DEPORTES @josasc
Durante casi año y medio, Carolina Rozo, quien fue fisioterapeuta de la Selección Colombia sub-17, sacó adelante un proceso contra el técnico de ese equipo, Didier Luna, por acoso sexual
JOSÉ ORLANDO ASCENCIO - SUBEDITOR DE DEPORTES @josasc
Durante casi año y medio, Carolina Rozo, quien fue fisioterapeuta de la Selección Colombia sub-17, sacó adelante un proceso contra el técnico de ese equipo, Didier Luna, por acoso sexual. Finalmente, Luna fue condenado a 28 meses de prisión por injuria por vías de hecho, tras haber llegado a un acuerdo con el juez y haber pedido perdón a la víctima. Sin embargo, el entrenador pidió rebaja de su sentencia. La fisioterapeuta no pudo volver a trabajar en un equipo y aún trata de recuperarse de las secuelas psicológicas que le dejó el caso. Desde marzo de este año se vinculó con la Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (Acolfutpro). Está terminando un posgrado en alta dirección y gerencia y su tesis es sobre el fútbol femenino. Con la sentencia ya conocida, ¿cómo siente que se manejó este caso? Ante un tema de acoso sexual y violencia de género acá en Colombia, realmente a mí me fue bien, sacamos el caso en un año larguito, independientemente de los altibajos que hubo este año, el tema del covid-19, audiencias que se cancelaron, creo que todo se manejó bien. Di con una muy buena fiscal, antes había tenido tres fiscales hasta que dejaron a la doctora Soraya de la Hoz, y pues el juez también hizo su labor como la tenía que hacer. Siento que el proceso se llevó bien de parte de nosotras, con la verdad, con mi abogado, y creo que se manejó de la mejor forma, en los términos legales. ¿Cómo fue el tema del preacuerdo de Luna? Tuve que tomar la decisión. Me llama el abogado un día antes y me dice que hay un acercamiento para hacer un preacuerdo: él acepta su culpa, pero como es un delito excarcelable, se denigra a injuria por vía de hecho. Yo les dije que no quería un preacuerdo, que quería ir hasta las últimas consecuencias, lo quería ver preso. Pero cuando me empiezan a pintar el panorama y él empieza a dilatar, o es esto, sentar el precedente y arriesgarme a que la gente y la sociedad misma juzguen, o dejarlo escabullir. Te apuesto que si no hubiera sido así, el tipo estaba de nuevo en la Federación. ¿En qué cambia, para usted y como precedente, que la sentencia a Luna haya sido por injuria y no por acoso? Yo no quise salir realmente a bajarme al nivel del señor Luna. Es el típico perfil y la conducta del tipo que es culpable y sale a victimizarse. ¿Cómo es posible que mande en su apelación que el juez no tuvo en cuenta a su familia? Yo también soy madre de familia, también tengo mi esposo, también sufrieron ellos conmigo, más lo que hizo sufrir a otras jugadoras que también tienen su núcleo familiar... Es absurdo. Uno como víctima nunca va a estar satisfecho, creo que la ley lo hizo bien como se pudo y hasta donde se pudo, pero lo más importante era que este señor se declarara culpable y lo aceptara. ¿Cómo maneja uno personalmente un tema de estos tan delicado? ¿Está tranquila? Es muy difícil. Yo le decía a la gente que conoce mi caso, en las primeras audiencias, cuando yo salía a hablar en público, yo quería vomitar; lo digo escuetamente, yo quería vomitar todo lo que había guardado por tantos meses, y yo por eso salía a hablar con todos. Necesitaba que sintieran lo que estaba pasando dentro del fútbol femenino y en esa Selección Colombia. Sentía una fuerza impresionante, no pensé que se fuera a desplegar tanto, pero finalmente, ya en las últimas audiencias, te confieso que yo no quería saber nada más. Esta situación me dejó en una depresión de la que todavía estoy en tratamiento, un tema de ansiedad, y ya en las últimas audiencias, antes de llegar lloraba mucho, me estresaba, y eso le afecta a uno la salud. Pero sacaba fuerzas y estaba siempre presente. ¿Qué tanto la ha afectado lo que pasó en lo profesional? En marzo llegué del torneo, y ahí me empezaron a cerrar la puerta. Estuve muerta laboralmente dos años. Caí en una depresión terrible, tuve que llevar el caso y hacer la denuncia penal, entonces hablé con los abogados, con los testigos, me puse a indagar, a buscar, eso me quitó tiempo y no podía tener un trabajo normal. De pronto había oportunidades, más hacia la parte clínica, pero siento que este caso me quitó mucho tiempo. ¿Ha tenido algún contacto con los directivos, otro entrenador que la invite a trabajar? Nadie. Es más, te cuento una anécdota: yo tengo una colega que estaba en Selección Bogotá, estudió conmigo, estuvo en Selección sub-20 en un tiempo, y por el simple hecho de haber subido una foto conmigo en una red social le terminaron contrato a los ocho días de haberla publicado. Ella no está en el país ahora. ¿Qué tanto se habla, entre las mujeres que hacen parte del entorno, de acoso en el fútbol femenino? Bastante. Creo que me volví como una persona referente. De hecho, me han buscado mujeres que ni siquiera son del deporte. Tuve un caso de una persona en Gas Natural, una directiva que estaba siendo acosada por uno de sus jefes y me escribió por redes sociales, me preguntó qué hacía. Son muchas las que me escribían para asesorarlas; yo trataba de darles esa ruta, pero existe mucho temor de afrontar una situación penal. Hay mucha gente que señala a quien denuncia y no al denunciado. ¿Vale la pena denunciar? Siento que sí; si la justicia no avanza, si estos casos siguen a medias, la justicia no mejorará con el tiempo. El problema no son los jueces ni los fiscales, sino que las leyes son muy garantistas. ¿En qué quedó la investigación de la Federación a Luna? Ellos me enviaron dos citaciones más insistiendo. Me dije que qué estaban pensando, que sean serios: lo que querían era que fuera a hablar con ellos, a hacer lo que hicieron con la jugadora de Cali que también denunció, encerrarla con un abogado, el señor Luna y la psicóloga, presionarla y vulnerarla sola. Ellos querían que yo entregara las pruebas para ayudar al señor Luna a sacudirse. Él lo dijo en una entrevista que le hicieron en Acord Colombia: decía que la Federación siempre lo había apoyado, que su padrino era Álvaro González y que cuando superara sus problemas, allá volvía. Yo finalmente les mandé una carta muy fuerte, en la que les dije que no fueran dobles; mientras yo estaba en una audiencia, que es lo peor que le puede pasar a una mujer, viendo a su victimario, ellos manejaban esta payasada para quererme sentar allá con ellos. ¿Cómo explicar que, por denunciar, le hayan cerrado puertas para trabajar como fisioterapeuta? Es un modus operandi. Para mí, la Federación Colombiana de Fútbol con lo que hizo sabiendo que yo había hecho una denuncia verbal cuando él se sobrepasó conmigo en enero de 2018, lo que hicieron fue seguramente decirle, y llegó más envenenado contra mí, empieza toda la retaliación laboral, peor que cuando le dije que no. Es un tema complejo y difícil; cuando ese señor sale a decir que tiene el respaldo de Ramón Jesurún y Álvaro González, qué podemos esperar... Ahora está en Acolfutpro, hace tres meses. ¿Qué ha encontrado hasta ahora? Yo estaba lista para firmar un contrato con la Policía Nacional, y me llamó Carlos González Puche. Yo ya tenía decidido que no más fútbol, pero ellos me hicieron una propuesta: les cogí tanto cariño a las jugadoras que inmediatamente les dije que sí. Me he encontrado con situaciones muy precarias: jugadoras que entrenan sin contratos, en condiciones bien difíciles, en canchas terribles. Si trabajan en una cosa, se tienen que retirar por amor a su liga, y este año la suspendieron; se quedaron sin el pan y sin el queso, nadie les respondió. El peor cáncer para el fútbol femenino son los dirigentes.