Viernes, 26 de Abril de 2024

Tragedia en el Líbano, bajo la mirada de Nicole Nehme, Sofía Jottar, Fernando Arab y Pablo Zalaquett

ChileEl Mercurio, Chile 9 de agosto de 2020

Estas mujeres y hombres ligados al mundo de la empresa y negocios tienen una profunda vinculación familiar con la nación que este martes fue escenario de una explosión en la zona portuaria de Beirut. Algunos, como la abogada, incluso vivieron en carne propia los rigores de la guerra que se desató a mediados de los 70 en ese país de oriente. Aquí, cuentan sus historias.

Nicole Nehme es una de las abogadas más reconocidas en Chile en el ámbito de la libre competencia. Pero esta semana, otra preocupación ha estado en su mente. La gigantesca explosión que el martes hubo en la zona portuaria de Beirut, el Líbano, la hizo rápidamente conectarse con esa zona de Oriente, de donde proviene su familia.
"Mi hija me avisó. Le llegó una notificación de Le Monde, empecé a llamar, pero estaban colapsadas las señales. Después por WhatsApp supe que la familia estaba bien, y ayer (miércoles) ya pudimos hablar con más calma. Están horrorizados", cuenta al teléfono Nehme.
Nacida en Chile, cuando tenía tan solo seis meses sus padres regresaron a vivir al Líbano, país en el que ella vivió entre 1974 y 1983. La historia familiar ocurrió más o menos así: tras la Segunda Guerra Mundial, su abuelo paterno se había venido a vivir a Chile, en busca de mejores oportunidades para sostener a su familia. Terminó teniendo una cadena de cines en el norte, en los pueblos y ciudades mineras, "como Cinema Paradiso, en Chile", rememora Nicole Nehme, sobre salas de cine ubicadas en Copiapó -Teatro Atacama-, Vallenar o Potrerillos, en los años 50.
Con los años, el hijo de este migrante, Michel Nehme, quien se había quedado en el Líbano -tenía 6 años cuando su padre se había marchado a Chile-, también se vino, ya veinteañero, para juntarse con su padre y relevarlo en el manejo del negocio, de modo que el patriarca pudiera regresar a su tierra natal. Por coincidencias de la vida, justo en una reunión de despedida del patriarca, Michel Nehme conoció a María Cristina Zalaquett, con quien se casó.
En el año 1974, el matrimonio decidió regresar también al Líbano. "Mi papá tenía proyectos de negocios. Hizo el primer supermercado, precioso, en el centro de Beirut. Moderno, con escalera mecánica", cuenta Nicole sobre el complejo de nombre Chyah Supermarket. Pero la ilusión y ganas de desarrollar el emprendimiento duraron poco, porque se desató la guerra civil, en 1975. Cayó una bomba en el supermercado y empezó la guerra, el 13 de abril de ese año. Dos días después nació el hermano menor de Nicole. "Mi mamá lo tuvo bajo las bombas", revela.
Tras iniciarse la guerra, la vida de los Nehme Zalaquett cambió. "Mis 10 años en el Líbano fueron períodos de guerra y no guerra", cuenta, en que muchas veces la familia de Nicole debía ir a refugiarse en una casa que la familia de su padre tenía en las montañas (ver fotografía), ante el recrudecimiento de los ataques sobre Beirut. Hasta que en 1983, la madre y los hijos vinieron a visitar a la abuela materna en Chile. "Llegamos cada uno con una maleta, pero la guerra se desató de una manera tan terrible y la situación se hizo tan insostenible, que mi papá nos llamó y dijo: 'Quédense allá, yo los sigo'. Así llegó también él con su maleta, y todo quedo allá: casa, muebles, libros, fotos, la historia que uno lleva consigo se quedó. Ni las muñecas me las pude traer", rememora Nicole Nehme.
Acá en Chile, sus padres rehicieron su vida, también se dedicaron al comercio, y buscaron una buena educación para sus hijos. "Las personas del Líbano tienen eso, son cultas, informadas, leídas, hay muy buenos colegios y universidades", relata.
Del relato de la abogada se hace evidente que su cercanía con el Líbano está intacta. No solo ha ido unas nueve veces en su vida -incluido el Año Nuevo del cambio de milenio-, sino que el último viaje, este verano, fue una estadía de dos meses y medio con su familia. "Nos fuimos la mitad de diciembre de vacaciones y luego enero y febrero en teletrabajo. Vivimos allá, mis niños fueron a un colegio allá. Me transformo, empiezo a hablar árabe, francés, me cambia el switch del idioma. Regresamos justo antes del coronavirus", cuenta.
En ese período, además de recorrer ciudades, museos, pueblos, ruinas históricas, se dio tiempo para regresar a los lugares que habían sido propios en su niñez, la casa en la montaña -que aún estaba-, sus vecinos y el departamento de Beirut.
Además, toda la familia Nehme está allá "y son cercanísimos", cuenta. Tíos, primos hermanos y en segundo grado siguen viviendo allá, una familia que para Navidad alcanza fácil 25 a 30 personas reunidas.
Tras la explosión que estremeció esta semana al puerto de Beirut, Nicole Nehme reflexiona sobre las lecciones que para Chile pueden ser reveladoras de la situación del Líbano, país que hoy atraviesa un momento sumamente complejo, con múltiples dificultades políticas, económicas, problemas de corrupción, e hiperinflación. "Falta de cohesión social, ruptura de un relato de nación, falta de conexión de la élite con el pueblo. Muchas cosas que uno las mira y dice, 'todavía estamos a tiempo para que no nos pase', pero claramente uno ve señales de riesgo", alerta.
Y prosigue: "Más allá de lo que pasó y la tragedia humana que implica, es el acto final de tantos actos fallidos previos. El Líbano en los últimos años ha caído en problemas de corrupción, gobiernos que no están logrando servir a la población, están con una crisis económica terrible, peor que la de Grecia después de 2008. La moneda se ha devaluado 80% en una semana. Las personas están con un corralito, no pueden sacar su plata del banco", refiere. "Es una crisis social sin precedentes, la gente no está pudiendo pagar los colegios, ir al médico".
"Está esta crisis social tan fuerte, que busca un verdadero rebaraje de la institucionalidad muy potente, luego viene el coronavirus, y ahora esta explosión, que es casi una especie de símbolo de un país, de una sociedad que no da para más. Esta negligencia tan aberrante es como un reflejo de lo que está pasando en los últimos años. Lo que le queda al libanés es decir, una vez más me paro y parto de cero, pero hasta cuándo. Hay un minuto en que la esperanza se acaba. Mi esperanza es que esto tan doloroso logre movilizar ayuda internacional, condicionada a cambios estructurales importantes en el Líbano, requisitos mínimos, accountability de cómo se gasta la plata, una intervención seria, de la mano de ayuda internacional", dice. Rescata que una señal de aliento puede ser la visita que Emmanuel Macron hizo esta semana al Líbano, para un nuevo pacto social.
Y hace un paralelo con Chile. Acá, el estallido fue el 18 de octubre, y allá el 16 de octubre partieron manifestaciones similares. "La generación que en el Líbano vivió la guerra es la misma que en Chile vivió en dictadura", señala, y agrega: "Hay que cuidar la cohesión social. Cuando tengamos crisis, mientras no son una explosión, todavía son oportunidades. En el caso de Chile, que estamos viviendo una crisis evidente, tenemos una oportunidad de canalizarla a través de la discusión constitucional, y podemos mantener la cohesión social y generar un pacto social, sin esperar una crisis mayor".
Pablo Zalaquett: "Gente que venía escapando del Líbano llegaba a la casa de mi abuelo"La conexión del exalcalde de Santiago y La Florida, Pablo Zalaquett Said, con el Líbano está profundamente asociada a los recuerdos de su abuelo, Simón Zalaquett, quien llegó desde Zahlé -pueblo montañoso ubicado a unos 50 kilómetros de Beirut-, hasta Antofagasta en los años 20, donde se casó con Victoria, también Zalaquett, nacida en Chile, pero de padres libaneses. Simón nunca dejó de estar conectado con su tierra natal. La exautoridad comunal y hermano de la ministra de la Mujer, Mónica Zalaquett, recuerda que para su abuelo -con quien vivió un tiempo cuando niño- "la causa libanesa era todo". Y que cada domingo que se realizaba en su mesa el almuerzo familiar, los platos árabes eran infaltables, "y el tema era la realidad del Líbano y lo que pasaba en Siria".
Es que entre 1968 y 1975, Simón Zalaquett fue nada menos que cónsul del Líbano, la autoridad máxima del país en Chile, ya que no había embajador, explica su nieto. Tanto fue el reconocimiento a su labor, indica el exedil, que cuando motivos de salud le impidieron a su abuelo seguir al mando de la representación diplomática, Beirut prefirió nombrar en su reemplazo al hijo de Simón, Antonio Zalaquett -padre de Pablo Zalaquett-, pese a ser nacido en Chile. Antonio Zalaquett también fue presidente del círculo libanés.
A través de la prima de su padre, May Zalaquett, quien tiene una farmacia en Beirut, Pablo recibió videos, fotos y las impresiones más directas de la detonación que sacudió a la capital del Líbano esta semana: "Dice que fue una cosa que los removió por completo. Que fue como volver a la guerra". Guerra que marcó la vida de muchos libaneses, y que trajo a algunos de ellos a Chile durante los años 70 y 80. Lo recuerda bien, pues su abuelo muchas veces los recibió en su hogar: "Gente que venía escapando del Líbano llegaba a la casa de mi abuelo (...), escapaban producto de dos grandes conflictos. El mayor, que siempre atravesó el Líbano, entre musulmanes y católicos maronitas, y las batallas entre palestinos e israelíes en territorio libanés".
La gran deuda pendiente de Zalaquett es visitar la tierra de su abuelo. "Yo llevé a mis hijos al Medio Oriente, pero no pudimos cruzar al Líbano, porque la situación no era segura. Tengo esa deuda con mis hijos. Fuimos a Belén, a Jordania y no estaban las condiciones para ir al Líbano. Me recomendaron no ir", recuerda.
Fernando Arab: "La gente del Líbano es de buen corazón y espero que se vuelvan a levantar una vez más"Todos se estremecieron con las imágenes. Pero cualquiera que tuviera un mínimo vínculo con el Líbano, con su gente, su rica historia y cultura, se iba a sentir parte de la tragedia que este martes azotó al país árabe, luego de la explosión en su capital, Beirut. Uno de ellos es el subsecretario del Trabajo, Fernando Arab, descendiente de libaneses que llegaron hace un siglo a Chile.
La historia se remonta a un pequeño pueblo en Líbano, en las montañas del país a 68 kilómetros al norte de Beirut, llamado Akoura. Allí, en 1894 nació Nemetallah, el bisabuelo del subsecretario. En la década del 20, "Natalio", como le decían al bisabuelo, cruzó el planeta y llegó a Chile, junto a su esposa y sus tres hijos mayores, Farayallah, Watfa y Khalil, este último nació en el barco de camino a Chile.
Una vez arribados a la capital del país, decidieron establecerse en Melipilla. Allí, arriba de una carreta, Nemetallah se dedicó a vender vestuario. "Su situación mejoró, le fue bien, como buen comerciante árabe. Tuvieron una mejor condición y se vinieron a vivir a Santiago", recuerda Fernando Arab. En Chile tuvieron otros ocho hijos.
El mayor de los hijos, Farayallah, el abuelo del subsecretario, quien nació en Líbano en 1923, tuvo a tres hijos con otra libanesa que conoció en Chile, Yamel Nessrallah: Fernando, padre de la actual autoridad de gobierno; Jorge y Juan. Este último, que falleció hace algunos años, fue el auditor general del Ejército y le correspondió investigar como fiscal adjunto la tragedia de Antuco, en la Región del Biobío.
Por toda esta historia, el martes, cuando los canales de TV comenzaron a transmitir en vivo la tragedia de la explosión, Arab, pensó en sus antepasados y en los hermanos de su abuela que aún viven allá.
"Sentí mucha tristeza, las imágenes son impactantes. Lo primero que pensé, obviamente, fue en mi familia y en toda la historia que hay detrás. La gente del Líbano es de buen corazón y espero profundamente que se vuelvan a levantar una vez más, como lo han hecho a lo largo de toda la historia", recuerda Fernando Arab.
Sofía Jottar: "Lo primero que hice fue preguntar por mis parientes. Pero viven arriba, en las montañas que rodean Beirut, por lo que están todos bien"Al escuchar la noticia de la violenta explosión que hizo desaparecer gran parte de la infraestructura portuaria de Beirut, la reconocida empresaria, banquetera y organizadora de eventos Sofía Jottar Awad cuenta que "lo primero que hice fue preguntar por mis parientes. Pero viven arriba, en las montañas que rodean Beirut, por lo que están todos bien. Hay uno que tiene su oficina a cuatro cuadras del lugar del estallido, pero gracias a Dios había ido a ver a sus papás a las montañas, y se salvaron (...) Fue muy impresionante ver la explosión, porque uno aprende a querer a la gente, a entender sus códigos, las palabras, las comidas, el acento. Te sientes identificado", indica.
Hace 12 años, Sofía Jottar viajó al Líbano y visitó Aaqoura, cuna de su abuelo José Jottar, quien vino a Chile hace más de 100 años escapando de la conscripción. "En ese momento Siria, Palestina y el Líbano eran parte del Imperio Otomano, y muchos jóvenes, especialmente de las familias católicas, se vinieron a América para no ser enrolados en el ejército turco durante la Primera Guerra Mundial", explica la banquetera.
José Jottar se asentó en Requínoa, donde instaló una tienda de telas y géneros, primero, y más adelante ropa, narra su nieta. Cuando logró una situación económica estable, volvió a su pueblo natal en busca de una esposa. "Y se casó con mi abuelita, Juana Mereb". Ambos eran originarios de Aaqoura, territorio que Sofía compara con Farellones, por su altura y la presencia de nieve en invierno, pese a estar solo a hora y media del mar. "Es un reducto ortodoxo y católico maronita, aislado del dominio musulmán. Hay unas seis iglesias de piedra preciosas, y muy cerca se encuentra la tumba del primer santo católico del país, San Chárbel".
De la ciudad mediterránea de Biblos, Jottar destaca su aire francés, con clubes frente al mar que describe como "maravillosos". Misma sensación europea de Beirut, explica, pero, claro, cruzada con el siempre presente recuerdo de la guerra: "Mantuvieron el antiguo hotel Holiday Inn con todos los vestigios de la guerra civil. Puedes ver las marcas de los disparos y cómo los cohetes atravesaron el edificio. Se guardó como testimonio".
De sus recuerdos familiares, la empresaria detalla cómo en Requínoa los Jottar Mereb prosperaron y la familia empezó a diversificar sus negocios, concentrándose en el ámbito agrícola. Tuvieron siete hijos, uno de ellos fue Ramón, padre de Sofía, y quien falleció hace dos años. Su madre, Ana María Awad, es de padres sirios, pero provenientes de Marmarita, un pueblo cercano a la frontera con el Líbano, por lo que también en su lado materno tiene parientes que viven en este último país.
Uno de los hermanos de su padre es Jorge Jottar, quien fuera campeón de tiro skeet en Alemania en 1966, y padre de Patricio, hoy gerente general de CCU.
"Mi relación con el Líbano es de mucho cariño, porque mi papá nos hablaba siempre de la casa del abuelo, de cómo era el pueblo. Nos describía un restorán donde se hacía el kibbeh, con agua del deshielo de las montañas, porque para este plato tradicional se necesita agua helada, carne y trigo. Y también nos contaba de lo precioso y moderno que era Beirut. De sus tiendas y boutiques . Mis familiares del Líbano generalmente hablaban árabe, francés e inglés. Gente muy culta", rememora Jottar.
Si bien sus padres no le legaron el idioma, la también chef pone como herencias la comida árabe y los bailes, que recuerda especialmente en las celebraciones de Año Nuevo en el Estadio Palestino. Compartir con las colonias de Siria y Palestina era común, explica Jottar, ya que la libanesa es pequeña y no cuenta con su propio club o estadio, además de que muchas de sus tradiciones son comunes con ambas culturas del Levante.
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