Viernes, 16 de Mayo de 2025

60 años de la película inmortal

ChileEl Mercurio, Chile 23 de marzo de 2021

Con su vestido negro y sus perlas, Holly Golightly se convirtió en un ícono de estilo, pero la versión cinematográfica solo dulcificó al personaje adelantado a su época. Una heroína independiente, atrevida y melancólica, que encontraba paz desayunando frente a las vitrinas de Tiffany's.

E l momento más imborrable de la versión cinematográfica de "Desayuno en Tiffanys" ocurre cuando las letras amarillas de los créditos aún no desaparecen. Es en esa escena -un poco más de dos minutos- donde se originó el mito: al despuntar el día un taxi cruza la Quinta Avenida neoyorquina y se estaciona en la cincuenta y siete. Una lánguida Audrey Hepburn, transformada en Holly Golightly, se baja y camina hacia las vitrinas. Lleva un largo vestido negro de satén, un gran collar de perlas, anteojos oscuros y guantes que cubren sus brazos. En su mano lleva una bolsa de papel de la que saca un vaso de café donde remoja un croissant , mientras contempla lo que hay tras el otro lado de los vidrios de la joyería Tiffany's, y luego sigue su camino por las calles de un Manhattan que recién entra en la década de los 60. Suena "Moon River", la canción que fue compuesta para la película. Su letra habla de esas personas que buscan un gran sueño.
Esa secuencia resume el sello de estilo que los seguidores de la moda han admirado desde la primera vez que la película se proyectó en la pantalla grande en octubre de 1961: el encanto de su protagonista, la ciudad, la bohemia, la excentricidad, y, por sobre todo, las perlas y el vestido negro.
Seis décadas luego de su estreno, la película de Blake Edwards --basada en la novela homónima que Truman Capote publicó en 1958- se ha convertido en un clásico y elevó a Audrey Hepburn como ícono de estilo. "Las mujeres pueden parecerse a Audrey Hepburn si lo desean, cambiando su cabello y comprando un pequeño vestido negro. Creé un look de mí misma que fuese alcanzable", decía la actriz en una entrevista en 1989. Ahí también comentaba que para agregar un poco de excentricidad a Holly se tiñó de rubio algunos mechones de su pelo. Pero hubo dos responsables: Hubert de Givenchy, el hombre tras los vestidos negros, y el agudo sentido del glamour de Edith Head, quien oficialmente era la diseñadora de vestuario de la cinta.
Givenchy solo creó dos vestidos para que Audrey llevara en la película (ella misma lo exigió), pero esos diseños opacaron el trabajo de Edith Head, quien luego fue degradada al rol de "supervisora de vestuario". Fue un acto de reparación con el costurero francés por lo que sucedió siete años antes durante la realización de la película "Sabrina".
En esa producción la mayoría de los conjuntos parisinos que lucía Hepburn los diseñó Givenchy (fue el comienzo de sus colaboraciones con la actriz), pero fueron confeccionados por el equipo de Head. Entonces fue ella quien recibió el Oscar al Mejor Vestuario y Givenchy ni siquiera apareció en los créditos de la cinta. "Desayuno en Tiffany's", quizás, fue una corrección de viejos errores y un acto de justicia. Aun así, la opinión de Edith Head fue gravitante: el diseño que Hepburn lucía en la secuencia inicial era un vestido corto de Givenchy, pero los productores y el director de la película lo consideraron demasiado "revelador". A Head se le ocurrió alargarlo hasta el piso y lo combinó con anteojos de sol Oliver Goldsmith, los guantes negros largos y las perlas que acentúan el escote media luna del diseño original.
Hoy existen tres copias de los vestidos: una que está en el archivo de Givenchy, una que se exhibe actualmente en el Museo del Traje de Madrid y otra que tenía Audrey Hepburn.
La verdadera Holly
Truman Capote escribió "Desayuno en Tiffany's" con la idea de evolucionar su estilo, que lo llevara lejos de sus trabajos anteriores y avanzar hacia un estilo de prosa más mesurado y urbano. Inicialmente la novela se publicaría por entregas en Harper's Bazaar (que pagó dos mil dólares de adelanto), pero cuando la revista leyó la historia sobre una mujer independiente con varios amigos, fiestas, visitas a mafiosos y una vida nocturna prominente, decidió no publicarla. Era demasiado atrevida. Indignado, Capote juró que no la publicaría, pero unos meses después, en octubre de 1958, Random House la llevó a las librerías.
Sam Wasson afirma en su libro "Fifth Avenue, AM: Audrey Hepburn, Breakfast at Tiffany's y Dawn of the Modern Woman" que, más allá de la dulce adaptación cinematográfica de la historia original, el personaje de Holly Golightly se adelantó mucho a su tiempo. Como luego sucedería con las heroínas contemporáneas, ella había huido de la opresión patriarcal, era dueña de su destino, se divertía sin culpas y no le preocupaban los juicios del resto. Solo la acompañaba su melancolía.
Capote aseguraba que la novela retrató una tendencia que había notado en Nueva York: mujeres jóvenes que acudían en masa a la gran ciudad para hacerse famosas. "La razón fundamental por la que escribí acerca de Holly, además de que me encantaba, fue que era el símbolo de todas esas chicas que venían a Nueva York y giraban alrededor del sol por un instante como el mes de mayo vuela y entonces desaparecen. Quería rescatar a una chica del anonimato y preservarlo para la posteridad", dijo Capote a la revista Playboy en 1968. Para Sam Wasson, el origen, no solo de Holly Golightly, sino también de las obsesiones de Capote, pasaban por su madre, Lillie Mae, quien tenía por costumbre desaparecer durante meses y dejaba a Truman con sus familiares. Cuando por fin se divorció de su marido, adoptó el nombre de Nina, dejó a Truman de cinco años en casa de su tía en Alabama y se fue a Nueva York a perseguir sus sueños.
A Capote, sin embargo, nunca lo convenció la languidez de Audrey Hepburn para el papel de Holly Golightly. Cuando Capote vendió los derechos de su novela quería a Marilyn Monroe como protagonista. La Holly del libro era muy sexual. Era una acompañante -eufemismo para hablar de sus servicios sexuales- de hombres maduros y de mafiosos. Sin embargo, Blake Edwards optó por Audrey Hepburn. Marilyn Monroe rechazó la oferta porque tenía su agenda colapsada. En lugar de lo sexy , ganó la elegancia infinita.
También dicen que Capote quería interpretar al narrador de la historia: en la novela, el vecino gay de Holly; en la película, el vecino que se enamora de ella y logra que deje su vida alocada. Se convirtió en una historia romántica y diluyó la vida libertina de Holly, cuya única posesión era un gato sin nombre porque ella no se sentía dueña de nada.
El director Blake Edwards trató de respetar la novela, pero fue imposible. "Por eso se agregó una trama, una historia de amor, por razones comerciales".
Para Audrey Hepburn, quien luego fue destacada por Capote, Holly le permitió alejarse de los roles femeninos tradicionales de princesas o monjas con los que era relacionada. Con Holly pasó a la posteridad. Imposible que no ocurriera con un personaje que decía: "He comprobado que lo mejor que me sienta es tomar un taxi e ir a Tiffany's. Me calma de golpe, ese silencio, esa atmósfera tan arrogante; en un sitio así, no podría ocurrirte nada malo, es imposible (...) Si encontrara un lugar en la vida real donde me sintiera como me siento en Tiffany's, me compraría unos cuantos muebles y le pondría nombre al gato".
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