La noche en que el ‘Viejo Willy’ hizo historia en Uruguay
José Orlando Ascencio - subeditor de deportes @josasc
Los duelos entre Uruguay y Colombia en Montevideo, por lo general, han sido batallas épicas, duras, con más lucha que fútbol, de las que muchas veces no salimos bien librados
José Orlando Ascencio - subeditor de deportes @josasc
Los duelos entre Uruguay y Colombia en Montevideo, por lo general, han sido batallas épicas, duras, con más lucha que fútbol, de las que muchas veces no salimos bien librados. De hecho, hablando de eliminatorias al Mundial, solamente una vez la Selección salió triunfadora del estadio Centenario. Allí, el 5 de julio de 1973, nacía una leyenda para nuestro fútbol. El protagonista de esta historia era un jovencito de 21 años, Willington José Ortiz Palacios, que ya para ese entonces, con apenas un año como profesional, era el mejor jugador del fútbol colombiano. Hoy, a los 69, el recuerdo de ese momento tiene un sitio especial. Willington marcó el gol del único triunfo colombiano en Montevideo, que en su momento ilusionó al país con la clasificación al Mundial de Alemania 1974. La foto de su gol está en un lugar especial. Willington abrió hace algunos años un restaurante en el norte de Bogotá, El Rincón del Viejo Willy. La imagen del tanto encabeza el lugar, con muchos otros recuerdos de una carrera futbolística de 17 años. "Haber ganado allá fue muy importante. ¡Le cuento que eso todavía tiene vigencia! Colombia no le ha podido volver a ganar allá a Uruguay. Le hemos ganado acá en Barranquilla. ¡Y eso fue hace unos poquitos años! Eso no es fácil", le había dicho Willington a Julio César Guzmán, de EL TIEMPO, hace unos meses. Ahora, el ‘Viejo Willy’ accedió a contar sus recuerdos de esa noche, que la Selección espera reeditar hoy. El fútbol y la vida entonces eran muy diferentes. Colombia solamente había ido a un Mundial, el de Chile 1962. Los equipos del país estaban llenos de jugadores foráneos y era difícil para los locales abrirse campo. Los sueldos de los jugadores eran más bajos que los de hoy, pero alcanzaban para vivir. La edición del 6 de julio de 1973, en la que EL TIEMPO registró la victoria colombiana, mostraba que el premio mayor de la Lotería del Atlántico era de un millón de pesos, que una vajilla para tinto costaba 164 pesos y una camiseta para niño costaba 28 pesos. Lo que era difícil de comprar en esa época era una camiseta de la Selección Colombia. No era la época de hipermercadeo de hoy, así que pocos tenían aquella prenda de color zapote o blanca, con la bandera tricolor en diagonal. Y mucho menos la hiperoferta de fútbol, tanto por televisión como por streaming, algo que en 1973 era una fantasía. De hecho, el partido de Montevideo no se vio en el país. Así que la única manera de seguirlo era a través de la radio. "Tan solo una hora antes de la iniciación del partido fue autorizado por el propio presidente de la República que este fuera transmitido por TV, lo que impidió que fuera llevado a la afición colombiana, puesto que ante la cancelación inicial se desistió de la transmisión hacia Colombia", relata la crónica que Hernán Peláez Restrepo escribió para EL TIEMPO. El propio Willington recuerda hoy que el desplazamiento no era fácil. Y la llegada, mucho menos. "Nos tocaba irnos por vuelo comercial, como lo hace cualquier otro pasajero. Tuvimos que tomar un vuelo hasta Buenos Aires y desde allí, otro a Montevideo. Y apenas llegamos al aeropuerto, pues se imaginarán lo que nos decían: que nos iban a ganar, que nos iban a meter tantos goles...", expresó. Partido bravo A la Selección Colombia la dirigía un técnico extranjero, el yugoslavo Todor ‘Toza’ Veselinovic. Después de jugar el Mundial de 1958 con la selección de ese país, hoy fraccionado en varios pedazos (de hecho, su lugar de nacimiento fue Novi Sad, hoy Serbia), Toza llegó en 1969 para dirigir a Independiente Santa Fe y revolucionó el fútbol colombiano en su momento. Con Veselinovic, la exigencia física era enorme, pues exigía mucho despliegue de los jugadores, acostumbrados a un fútbol más lento, de más manejo de pelota. Y mientras las tácticas que dominaban la época pasaban por el 4-2-4 o el 4-3-3, Toza, en ese partido en Montevideo, sorprendió con su planteamiento. Necesitaba ganar: venía de dos empates con Ecuador, ambos por 1-1, y de un 0-0 contra Uruguay en El Campín. "Lo que se planificó en ese partido es que nosotros apretábamos en tres cuartos, con los dos delanteros con los que jugábamos en esa época, que eran Ernesto Díaz y Jaime Morón. Yo jugaba como un ‘9’ falso, arrancando desde atrás, y en la mitad, estaban ‘Tumaco’ González, Hermenegildo Segrera y Óscar Ortega, que recuperaban la pelota. Yo siempre estaba cerca de ellos, y en dos toques debíamos lanzar la pelota a los delanteros", explicó Willington. "No teníamos que hacer muchos toques en la mitad: había que sorprender a los uruguayos en velocidad y con habilidad: Ernesto era muy hábil y Jaime era muy rápido. Además, Tumaco sorprendía y llegaba de atrás, era un ‘8’ de ida y vuelta, muy técnico", complementó. Con ese plan, Colombia debía sorprender a un equipo uruguayo duro y rocoso, que estaba en proceso de renovación. La base que había ido al Mundial de México 70 ya se había ido, aunque quedaban algunos como Luis Ubiñas, Víctor Espárrago y Luis Cubilla, pero a la par iba apareciendo la generación de la siguiente década, encabezada por Fernando Morena, un recio ‘9’ con el que, un par de años después, hubo otra historia para contar. Y otra celebración colombiana. Además de la experiencia y de los antecedentes (hasta ese entonces, Colombia solamente le había ganado a Uruguay una vez, en la Copa América de 1957), Uruguay apelaba también a otro tipo de argumentos: no solamente pegaban, y muy fuerte, sino que también intimidaban al rival. Willington, que apenas llevaba un año como profesional, lo sufrió, pero supo sobreponerse. "Lo mas difícil es la presión que ellos le meten al equipo rival: te quieren meter en un arco y te presionan tanto, desde que inicia la jugada el arquero, que te ahogan. Ahí terminan haciendo el gol y provocando el error. Eso es lo más fuerte que tienen", recordó Willington. Toza mandó ese día a la cancha a Pedro Antonio Zape en el arco; Arturo Segovia, Luis Eduardo ‘Camello’ Soto, Jaime Rodríguez y Gerardo Moncada en la defensa; Hermenegildo Segrera, Óscar Ortega y Domingo ‘Tumaco’ González en la mitad y arriba, a Ernesto Díaz, Willington Ortiz y Jaime Morón. La base era el campeón colombiano de la época, Millonarios, que puso seis jugadores. El planteamiento de Veselinovic funcionaba a la perfección. Uruguay se vio maniatado y solamente una vez inquietó a Zape en la primera etapa, cuando el portero anticipó a Morena luego de un cobro de tiro libre de Cubilla. Es más, Colombia pudo haber terminado en ventaja, primero, porque el juez chileno Alberto Martínez no sancionó un penalti por falta contra Morón, a los 15 minutos, y luego, a los 25, el cartagenero tuvo una opción clarísima, tras un pase de Willington: de frente al arco de Héctor Santos, la tiró afuera. "El desespero uruguayo aumentó con el correr del tiempo y las sorpresas que deparaba el rival. Pocas alternativas de gol y confusión en la mitad del campo motivaron a pensar que la escuadra visitante estaba constituyéndose en una complicada sorpresa", dice la crónica de EL TIEMPO. Y llegó el gol de Willington El partido no cambió de tónica para el segundo tiempo, aunque Toza hizo un cambio: sacó a Morón, metió a Adolfo Andrade (el padre de Andrés, el actual jugador de Nacional) y adelantó un poco a Willington. Y así llegó el gol de la ventaja de Colombia, que el ‘Viejo Willy’ narra como si lo estuviera marcando de nuevo. "Tumaco me da la pelota a mí, yo driblo a un volante de ellos y le doy la pelota a Ernesto. Él se va en velocidad y tira la pelota atrás. Yo llego ahí y le pego al palo de la mano derecha del arquero. ¡Le pego de una!", relató Willington. Ese momento, el del contacto con la pelota, es el que está inmortalizado en una de las paredes de su restaurante. A partir de ese momento, en vez de echarse atrás, Colombia mantuvo la misma tónica para sostener la ventaja. "¡No teníamos por qué cambiar! Seguíamos en tres cuartos, tratando de apretarlos, para que no nos metieran en nuestro arco. Seguimos haciendo lo mismo", recordó Willington. Y así terminó el partido. En Bogotá, muchos de los hinchas que habían seguido el juego por radio salieron a celebrar a las calles. Nunca antes Colombia había ganado un partido como visitante en la eliminatoria. Y menos en Montevideo. El equipo siguió concentrado, a la espera de lo que ocurriera en el partido entre Uruguay y Ecuador, cuatro días después. Los celestes debían ganar por dos goles o más goles de diferencia para ir a Alemania 74. "Creíamos que Uruguay no le iba a hacer tantos goles a Ecuador", dijo Willington. "Escuchamos ese partido por radio, qué televisión ni qué nada... Al final ellos hicieron los goles sobrado". Todo lo que no pudieron hacerle a Colombia se lo marcaron a Ecuador: el juego salió 4-0. El equipo de Toza quedó invicto, pero eliminado, y hubo que esperar 16 años más para volver a un Mundial. Han pasado 48 años y otras batallas épicas, como los dos penaltis atajados por Pedro Zape a Fernando Morena en la Copa América de 1975, como el día que Carlos Bilardo sacó a Willington cuando ganaba 1-2 en el Centenario y le voltearon el juego, en 1981, o los empates en 1997 y 2001. Pero la historia que hizo Ortiz en Montevideo aún no se olvida. Y aún no se reedita. ¿Será hoy?