Horst Paulmann en primera persona: las frases que retratan su trayectoria como protagonista del retail de América Latina
El viernes el fundador de Cencosud dejó el directorio de la compañía, marcando un hito en su camino empresarial, que partió en los años 50, cuando él y su familia se instalaron en el sur de Chile y comenzaron un negocio, primero en hotelería y restaurante, luego rotisería, y que derivó finalmente en un incipiente supermercado. El resto es historia. Acá, una selección de frases extraídas de diversas intervenciones públicas o entrevistas que ha concedido a lo largo de este camino de emprendimiento. Azucena González
"Gracias al esfuerzo de todos ustedes, !Paris es nuestro¡".
(en marzo de 2005, tras ganar la batalla por el control de la multitienda Paris, que enfrentó a Cencosud con el grupo Luksic y Parque Arauco).
"Cuando decidí el nombre de Jumbo, que lo saqué de una revista suiza, me gustó porque es algo que pisa fuerte". "Ojalá que un día Cencosud llegue a Estados Unidos y demostrar que podemos".
(julio 2006)
"Nos hicimos de la joya peruana".
(en diciembre 2007, cuando cerró la compra de Wong en Perú)
"El capital que perdura solo se gana trabajando y gastando menos que los ingresos".
"Ha sido un exitazo (...) he puesto mucho corazón al proyecto".
(junio de 2012, a una semana de abrir Costanera Center).
"Tenía mucha más ansiedad cuando abrí el primer hipermercado de Chile, el Jumbo de Kennedy. Me afeité tres veces en la mañana haciendo tiempo. No quise ir hasta las 10. Les había pedido a mi hermana y a mi señora que fueran antes, para que me avisaran si había clientes. Tenía miedo que no hubiera ninguno, porque había que pagar las cuentas".
"Mis hijos me dicen: 'Papá, tú no escuchas'. Cuando yo no quiero escuchar, no escucho nomás. Cuando me dicen ¿cuánto ha invertido? No quiero ni saberlo".
(en marzo de 2012, a propósito de la inversión final que significó hacer Costanera Center).
"Tuve una suerte única junto a mis seis hermanos. Mi madre, Hilde, nos enseñó desde chicos que cuando algo viene mal, vienen siempre tiempos mejores. 'No claudiquen, hagan esfuerzos, sigan adelante y les va a ir bien', nos decía. Y este esfuerzo nos ha llevado al éxito. Mi hermano Jürgen, con su línea Sky, su distribuidora, los campos y un montón de compañías. El más chico, que está en Alemania, Rüdiger, hizo una tremenda empresa, Paulmann Lighting, que compite con Osram y Phillips. No hay ninguna familia en Alemania o Europa que no tenga lámparas de él".
(en marzo de 2012).
"Era flojo. Cuando tenía 11 años -recién había terminado la guerra en Alemania y vivíamos en el campo-, un profesor me dijo: 'Horst, tú eres inteligente, pero piensas que sabes todo y no estudias. Si sigues así, a fin de año te voy a rajar y vas a repetir el curso'. Ahí me puse a estudiar. Fue una enseñanza para mi vida. He tenido mucha suerte, pero la suerte es 95% esfuerzo y trabajo, y un 5%, saber aprovechar las oportunidades".
(marzo de 2012).
"Estuve en el colegio hasta los 16 años. De chico siempre trabajamos. Trabajé a los 16 y 17 años de garzón en el Club Alemán, junto a mi hermano Jürgen. Mi sueño siempre fue estudiar ingeniería en la Universidad Técnica Federico Santa María".
"Cuando hicimos el supermercado, compramos dos cajas registradoras. Estaba prohibida la importación, así es que uno importaba máquinas refaccionadas de supermercados de Estados Unidos, y encima tenía que pagar 1.200% en derecho de aduana. O sea, una caja registradora costaba lo mismo que un Chevrolet Impala. Las pagamos con 36 letras. En eso salió la licitación del Hotel de La Frontera, en Temuco. Como éramos hoteleros, dijimos 'hagamos el hotel en vez del supermercado'. Esperamos la licitación del hotel y !perdimos, porque había 36 letras protestadas¡ Por suerte que nos falló el hotel, porque de otro modo no tendría hoy supermercados en cinco países".
"Se me ocurrió venirme a Santiago y poner un supermercado. Buscaba un terreno de 5 mil metros y le compré al señor Silva, que tenía su casa en calle Las Verbenas (paralela a Kennedy), un terreno en Kennedy de 10 mil metros. Pero siempre mi sueño era conseguir los terrenos que eran de la Fuerza Aérea, que estaban detrás. Pensaba que podían ser un shopping fabuloso. Empezamos a construir un supermercado de 1.800 metros cuadrados. En eso fui a Alemania y vi que estaban haciendo hipermercados, que yo no conocía. Mandé un fax para que echaran abajo una muralla y poner una nave más, y luego, otra nave más. Y así nació un local de cuatro mil metros cuadrados. !En ese tiempo era de locos¡ Abrí el supermercado y no sabía qué poner. Un cliente me subió y me bajó, me dijo que cómo era posible que abriera un local en que uno se perdía y lo único que se vendía eran muñecas'. Pablo Huneeus hizo un libro en el que sale que si el retail fuera una religión, Paulmann sería el Papa del retail ".
"El 75 no había ninguna obra en Chile. Llegaron oficiales con metralletas y me dijeron: 'señor Paulmann, hay una orden de suspender la construcción de esta fábrica, aquí atrás están los terrenos que van ser las casas de los oficiales de la Fuerza Aérea, y no permitimos fábricas al lado'. Les dije: 'esto no va a ser fábrica, sino que un supermercado'. Dijeron '¿cómo aquí dice fábrica de ladrillos prensados?, y yo les dije: '!es la empresa que está colocando los adoquines¡".
"Con el primer Jumbo, en dos meses nos fue tan bien que dije esto es buenísimo, y me compré un Mercedes-Benz. Le compré a Sergio Portugués, que me dijo que tenía un Mercedes fabuloso, que venía navegando. A los tres meses, cuando me llegaron las cuentas, le tuve que decir: 'Sergio, no te puedo recibir el auto porque no tengo ni un peso para pagártelo'. 'Horst -me dijo-, no me puedes hacer esto porque yo contaba con la plata, necesito caja. Te propongo venderte desatornilladores'. Listo, le dije. Eso, al menos -pensé- lo vendo en el Jumbo. Así es que estuve cinco años vendiendo desatornilladores, pero tuve la oportunidad de aprender otra lección: hay que quedarse con los pies en la tierra".
"Mire yo no he vendido nunca un terreno. Salvo el que está en Quinchamalí. Quinchamalí es casi todo mío. Lo compré en US$ 2,3 millones y lo vendí en US$ 6,5 millones, el mismo día que compré el Unicenter en Argentina. Se lo vendí a Javier Vial, que en paz de descanse. Y me quedé con seis hectáreas. Hay otro más que lo vendió Laurence Golborne, donde está hoy día el Lider frente al terminal de buses en pleno centro de Viña del Mar, en 2008, en la época difícil. Me dijo: 'hay que vender terrenos'. Menos mal que fue uno nomás".