La felicidad de Fico
Ricardo Santamaría
La renuncia de Daniel Quintero a la alcaldía de Medellín, decisión que tomó para unirse de lleno a la campaña de su pupilo, Juan Carlos Upegui, es una excelente noticia para Fico Gutiérrez
Ricardo Santamaría
La renuncia de Daniel Quintero a la alcaldía de Medellín, decisión que tomó para unirse de lleno a la campaña de su pupilo, Juan Carlos Upegui, es una excelente noticia para Fico Gutiérrez. Si había alguna duda sobre su triunfo en las próximas elecciones del 29 de octubre, con esto ya queda despejada del todo. El razonamiento es simple: El discurso de Fico es el cambio. Desde que se lanzó se ha opuesto a la manera de gobernar de Quintero y ha sido su más duro crítico. Y con ese mensaje, Fico tiene hoy una intención de voto superior al 60% en todas las encuestas. Entonces, el hecho de que Quintero ahora se presente no solo como padrino de la aspiración de Upegui, sino como uno de sus jefes de campaña, pues lo único que hace es reforzar la posición de Fico. En serio: Es tan elemental que parece una jugada inspirada por la campaña de Gutiérrez. Será un mes duro de confrontación política en Medellín. Seguramente el tono de la contienda subirá. Pero más allá de la reflexión en torno a esta decisión, a mi lo que siempre me sorprende es la angustia y la necesidad apremiante que muestran algunos gobernantes por asegurar su sucesor. ¿Qué es lo que tanto necesitan o temen? En América Latina a lo largo de nuestra historia tenemos innumerables ejemplos de dictaduras de izquierda o derecha que se perpetúan a lo largo de los años designando a la fuerza sus respectivos sucesores. No importan los nombres sino la conclusión: Esto siempre sale mal. Tienen que forzar las cosas, hacer trampa o usar indebidamente los recursos públicos para favorecer esa sucesión. En no pocas ocasiones, el ejercicio del poder se convierte en un acto de abuso contra los opositores. No estoy diciendo que este es el caso de Medellín o de Colombia. No. Este no es mi punto. Lo que me sorprende es la forma como al final se destaparon las cartas en la capital antioqueña y quedó al descubierto que la pelea no es entre los candidatos Gutiérrez y Upegui, sino entre el actual alcalde Quintero y el aspirante Fico Gutiérrez, su antecesor en el cargo. Tal vez Quintero no ha sopesado bien el asunto, pero el mensaje que da con su salida al ruedo es que Upegui no lo está haciendo bien, al punto de que fue necesario renunciar a un puesto al que fue elegido popularmente. El desempeño del candidato quedó cuestionado por su jefe político y la consecuencia será la pérdida de confianza entre los electores. Veremos qué pasa en próximas encuestas. Tampoco cayó en cuenta Quintero que la elección de alcalde es distinta a la de presidente. En alcaldías, los electores buscan un ejecutor, alguien que resuelva problemas diarios de seguridad y servicios públicos y eso no se puede delegar en un padrino y la gente lo entiende. Así pues, el más feliz con lo que está ocurriendo en Medellín es Fico.
Analista.