Eduardo Vargas no alcanzó para evitar el zarpazo continental de Botafogo
Emotiva final en Buenos Aires. El atacante chileno, autor del descuento y protagonista de dos acciones fallidas frente al arco, puso en la cornisa al "Fogao", que celebró con épica después de luchar desde el primer minuto con un jugador menos. El equipo de la Estrella Solitaria disputará el Mundial de Clubes, Copa Intercontinental y la Recopa ante Racing.
"I ncreíble lo que logró este equipo. Gregore es un chico muy importante para el grupo. Se lo merece. Es un tipo top. Valió la pena. Hicimos historia. Eso ya no va a desaparecer", decía desbocado Alexander Barboza, zaguero de Botafogo, rindiendo tributo a un compañero que protagonizó, acaso, la postal más simbólica de la final disputada en Buenos Aires.
Gregore, volante raspador de 30 años, jugó con fuego: antes del minuto de juego casi le sacó la cabeza a Fausto Vera, jugador del Atlético Mineiro, con un zapatazo destemplado, bruto, que le significó la expulsión directa del juez Facundo Tello.
"Eso cambió todo, es muy raro que pase al minuto, solo un vez me pasó, en el Mundial del 86 cuando a los 35 segundos expulsan a (José) 'Charly' Batista contra Escocia. Eso tranquilizó en demasía a Mineiro e hizo doblegar esfuerzos a Botafogo. Los errores defensivos de los primeros dos goles fueron evidentes, después parecía que Mineiro lo daba vuelta, porque (Eduardo) Vargas entró muy bien, es muy peligroso, tuvo esa chance muy clara que definió alto, pero la pelota le quedó muy lejos del pie de apoyo, si mete esa, se mete en la historia", valoró el uruguayo Eduardo Acevedo.
"Turboman" tuvo un protagonismo impensado, porque ingresó en el descanso, con su equipo desfigurado tras los goles de Luiz Henrique (zurdazo bajo a los 35', con el meta Everson de cómplice) y Alex Telles (penal a los 44 tras ingenua infracción de Everson a Luiz Henrique), y en la primera jugada acertó de cabeza, en un corner lanzado por Hulk, venció al larguirucho John. Fue el partido 50 del renquino en el torneo continental y su octavo gol.
Fue la chispa que requería el "Galo" para llevarse por delante a un equipo cada vez más agobiado, hundido cerca de su área y que en el complemento se quedó sin descarga ofensiva, con los músculos endurecidos. El DT portugués Artur Jorge levantó un muro para resistir (5-3-1) y soportar las diagonales del zurdo Hulk desde la derecha al centro.
Vargas, que compartió el centro del área con Deyverson y luego con Alan Kardec, tuvo dos chances más en el epílogo: una definición apenas alta, tras un desmarque vivaz para capturar un pase de Mariano (86'), y luego ingresando por la izquierda en solitario remató alto y apurado (89'), cuando la jugada le ofrecía vacío a Hulk por el medio. Gabriel Milito terminó de rodillas sin poder creer el destino.
"Esto es un sueño y ya nadie lo puede quitar", repetía John, mientras miles de fanáticos congregados en el "Nilton Santos" de Río iniciaban la fiesta interminable e inédita, porque el "Glorioso" fue el último grande de Brasil en acomodarse en el palmarés del principal torneo de la Conmebol, y dejó de ser el paria en la mesa de los clubes grandes de Río. Antes, la aventura de Júnior Santos, un jugador que hizo carrera en el fútbol japonés y a los 30 años la vida le dio un puñado de minutos en la final más enjundiosa del fútbol sudamericano. El bahiense, en tiempo añadido, se pegó una de esas corridas valientes para quemar tiempo en una esquina, pero le agregó un plus: desairó a dos rivales y enfiló hacia el arco. Fue el 3-1. Colosal.
Acevedo cierra: "Botafogo ganó el título con autoridad y con un jugador extraordinario: Luiz Henrique".