¡No te lo puedo creer!
Miguel Gómez Martínez
Repetí varias veces las declaraciones de Gustavo Bolívar, director del Departamento de Prosperidad Social, al programa de Mañanas Blu pues no podía dar crédito a lo que escuchaba
Miguel Gómez Martínez
Repetí varias veces las declaraciones de Gustavo Bolívar, director del Departamento de Prosperidad Social, al programa de Mañanas Blu pues no podía dar crédito a lo que escuchaba. Según Bolívar, "la gente prefiere vivir en la mugre y el barro para no perder subsidios". Se refería el libretista, escudero presidencial y figura principal del gobierno, a que los subsidios no son siempre buenos. Sólo una persona tan cercana al poder puede permitirse ese tipo de licencias verbales cuestionando el mecanismo privilegiado del populismo. El director del DPS reconoce lo que la economía ha señalado desde hace más de cuatro décadas en investigaciones de varios premios Nobel como Gary Becker o James Buchanan: los subsidios producen frecuentemente efectos perversos e indeseados. En lugar de corregir las distorsiones pueden reforzarlas o agravarlas. Esto es particularmente cierto en los subsidios monetarios donde el beneficiario recibe un dinero que se convierte en gasto personal que puede ir a alimentación o vivienda pero también para adicciones o vicios. El subsidio monetario, a diferencia del que está incluido, por ejemplo, en el menor valor de un servicio público, se transforma en dinero de bolsillo. Me resulta difícil de creer que Bolívar tenga la audacia de cuestionar uno de los pilares de la cacareada política social del gobierno. Cuando escuché la entrevista en su totalidad, me sorprendió la coherencia con la que el alto funcionario hablaba de los problemas derivados de repartir subsidios a diestra y siniestra. Con mucha claridad conceptual afirmó que era preferible otorgar al ciudadano vulnerable un crédito con tasa subsidiada para que esta persona inicie una actividad que le permita ir superando su situación de pobreza y pueda algún día no requerir el subsidio. Tiene razón Bolívar en este enfoque que rompe con unos programas de apoyos monetarios que fueron instituidos en el gobierno Pastrana -que sólo han crecido en costo y en número de beneficiarios- generando una cultura asistencialista en sectores enteros de la población. No podía creer que el director del DPS hubiese entendido lo que James Buchanan había demostrado en sus investigaciones de la escuela de la elección pública donde analizó cómo los políticos responden a las demandas de beneficios y privilegios de sus electores lo que conlleva el aumento del gasto público ineficiente. Bolívar, sin haber estudiado economía, ha captado con claridad que muchos subsidios no buscan corregir las deficiencias de los mercados sino que están dirigidos a satisfacer intereses electorales puntuales. Si Gustavo Bolívar logra rediseñar algunos de los subsidios distorsionantes que hoy existen pasará a la historia por haber hecho lo que los pomposos ministros de Hacienda de los gobiernos anteriores no quisieron enfrentar. Coletilla: ¡En 2024 se vendieron 815.000 motocicletas! Así es imposible tener una movilidad ordenada y segura.
Consultor empresarial. migomahu@gmail.com