Noticias de ayer
La noticia de la Reconquista de Buenos Aires tras la ocupación británica llegó a la ciudad de Lima, centro de comunicaciones con la peninsula ibérica, unos 40 días después de ocurrida
En un día promedio de nuestras vidas, siendo periodistas o no, nos topamos constantemente con un sinfín de noticias
La noticia de la Reconquista de Buenos Aires tras la ocupación británica llegó a la ciudad de Lima, centro de comunicaciones con la peninsula ibérica, unos 40 días después de ocurrida
En un día promedio de nuestras vidas, siendo periodistas o no, nos topamos constantemente con un sinfín de noticias. Nos llegan aunque no lo queramos. En una zambullida mínima en las redes sociales podemos cruzarnos cuatro o cinco veces con la misma "primicia", que rápidamente deja de serlo. Lo más frívolo y lo más trascendente, todo nos alcanza de inmediato.
Por ello, parados desde nuestro siglo XXI, resulta casi imposible imaginar que, muchos años atrás, las noticias tardaban días o semanas en llegar a sus destinatarios. Aun las más urgentes. Voy a poner un par de ejemplos de aquellos tiempos que me gustan, los de la Buenos Aires de principios del siglo XIX, cuando las buenas o malas nuevas eran portadas a través de las leguas por algún valiente emisario montado a caballo.
Cuando en agosto de 1806, los porteños reconquistaron la ciudad que había estado en poder de los ingleses durante un mes y medio, alguien tenía llevar la primicia a la madre patria. Fue Manuel Ladrón de Guevara quien, en su función como correo de número, partió el 16 de agosto de ese año, cuatro días después de la Reconquista, a llevar la información nada menos que hasta Lima, que era entonces el centro de comunicaciones con España. Bruno Ramírez, primer cartero porteño, en un dibujo realizado por E. Marenco
El jinete arrancó el camino de 537 leguas y 59 postas hasta Potosí, en el Alto Perú; y después, prosiguió hasta la capital del Virreinato del Perú, donde llegó el 22 de septiembre de ese año. En total, Ladrón de Guevara hizo más de 1000 leguas (4800 kilómetros) en 36 días, según cuenta el historiador Víctor García Costa. Un recorrido veloz para las condiciones de la época. Y pese al tiempo transcurrido, para los habitantes de Lima la noticia que portaba ese heraldo porteño era de "último momento".
Otro que se transformó en un raudo transmisor de buenas noticias fue Gerónimo de Helguera . Héroe de la independencia que se desempeñó en las filas de su amigo Manuel Belgrano, este teniente coronel fue encomendado por el creador de la bandera para llevar a Buenos Aires el parte de que el Ejército del Norte había vencido a los realistas en la batalla de Tucumán. Poco después del combate de aquel 24 de septiembre de 1812, apenas sacudido el polvo de la batalla, el oficial trepó a su corcel para llegar a la reina del Plata apenas 6 días después. Por la proeza de recorrer 328 leguas (1500 km) en menos de una semana, este militar se ganó el mote de "culo ‘i fierro". El parte de la batalla de Tucumán Batalla de Tucumán llegó a Buenos Aires una semana después de la victoria del Ejército del Norte, gracias a la rauda carrera de Gerónimo de Helguera (Batalla de Tucumán, 50x70cm, de Javier Velasco en la muestra Manual de Historia Argentina de la galería Mar Dulce)
Otro de los problemas que tenía el transporte de noticias y correos, además de la ineludible demora, era el peligro que conllevaba el recorrer los extensos caminos del sur americano. Si vamos un poco atrás en el tiempo, en 1771 , a la vez que se designaba al sevillano Bruno Ramírez como el primer cartero de Buenos Aires, se nombró a los primeros "correos de número", hombres que debían encargarse de llevar correspondencia principalmente a la Villa Imperial de Potosí y a la ciudad de Santiago de Chile.
A través de las llamadas carreras de postas, estos abnegados mensajeros debían hacer el primer destino, ida y vuelta, en 50 días. Y el segundo, con el cruce de cordillera incluido, en 32. Una tarea riesgosa e insalubre, por las condiciones de los caminos, las inclemencias del tiempo y las posibilidades de ser asaltado en algún tramo de la ruta.
El lado bueno de este oficio era que los correos podían jubilarse al cumplir 15 años de trabajo. El lado malo: casi ninguno llegaba vivo o sano al momento del retiro. García Costa enumeró algunos casos para ilustrar esta aciaga realidad: Juan Rodríguez, que ingresó en 1772, quedó inválido en 1776; Fermín Zorrilla ingresó en 1783 y falleció en 1800, por un vómito de sangre; Nicolás Gasco ingresó en 1800 y fue muerto de un trabucazo en 1803 por dos facinerosos en ocasión de robo. Y la trágica lista sigue…
Habría que recordar el sacrificio de estos personajes en esas ocasiones en que nos entra la ansiedad simplemente porque alguien no nos contesta al instante un mensaje de WhatsApp, primo evolucionado de aquel correo primitivo.