Lula pierde brillo

Los problemas en Brasil parecen esfumarse con el Carnaval de Río, pero este año Lula da Silva no podrá olvidar que su popularidad está a la baja y que es la peor que ha tenido en toda su historia presidencial. Varias encuestas de las últimas semanas dan cuenta de que su imagen positiva sufrió un deterioro de hasta 11 puntos en un mes, llegando al 28%, mientras la negativa sube como la espuma. Quizás lo más duro para Lula es que en los estados en los que habitualmente recibe el mayor apoyo también pierde puntos, e incluso, en dos de ellos, Bahía y Pernambuco, la desaprobación supera a la aprobación.
La economía es lo que tiene más complicado a Lula. La inflación golpea a los brasileños -los alimentos subieron más de 7% los últimos meses-, pero también el tema de la salud, y el desempleo juegan en contra de su popularidad. A toda costa Lula intenta recuperarse, y para eso, además de anunciar ciertas iniciativas, como medicamentos gratis o un subsidio a los alumnos secundarios que pasen de curso, hizo cambios en el gobierno. Para contrarrestar las supuestas falencias de comunicaciones, puso en esa cartera al publicista que lideró su campaña, y además nombró a Gleisi Hoffmann, líder de su Partido de los Trabajadores, como nueva secretaria de Relaciones Institucionales, clave en las negociaciones con el Congreso, dominado por los partidos centristas y la derecha, donde necesita hacer algunas reformas y discutir presupuestos.
No es inusual que los presidentes busquen alguna estatura internacional para mejorar su imagen interna. Lula en esta presidencia ha carecido del brillo de las anteriores. En parte, hay que decirlo, porque su aura de político surgido desde el entorno popular se empañó por las acusaciones de corrupción en el escándalo de Lava Jato, que lo llevaron a la cárcel, de la que fue liberado por asuntos procesales y no porque la Corte Suprema lo declarara inocente. El fin de semana fue a la asunción del Presidente uruguayo; ahí se reunió con "líderes progresistas" para lanzar algo así como un frente para defender la democracia. Antes se había anunciado que la próxima reunión del BRICS, la asociación de países supuestamente "no alineados" pero liderada por China y Rusia, se efectuaría en Río de Janeiro, en julio.
El entorno internacional es distinto al de sus anteriores mandatos, el BRICS está demasiado vinculado a Beijing para ser una buena plataforma publicitaria, y con Donald Trump en la Casa Blanca las relaciones hemisféricas cambiaron, disminuyendo las posibilidades de protagonismo para Lula.
Al comienzo de su mandato se ofreció para mediar en la guerra de Ucrania, pero su intento no prosperó. Su imparcialidad estaba cuestionada, dada su cercanía en el BRICS a Moscú y Beijing, pero lo que puede haber molestado más a los aliados de Ucrania fue una entrevista en la revista Time, en 2022, antes de ganar las elecciones. Ahí había señalado que Joe Biden estaba promoviendo el conflicto, que debió ir a Moscú a negociar de inmediato, y que Zelenski "es tan responsable de la guerra como Putin" por su aspiración a ingresar a la OTAN.
Ahora, tras el bochornoso incidente de la Casa Blanca entre Zelenski y Donald Trump, dijo que la "crisis no es problema de un país, sino de personas que no quieren discutir la paz sino la guerra". Es improbable que este tipo de intervenciones en el ámbito externo lo ayuden a recuperar su popularidad. Los brasileños quieren respuestas a sus problemas.