PIB crecería por debajo de su potencial en 2025-26 y constituye una restricción para la programación de la política fiscal y la definición de los lineamientos salariales
La actividad económica creció un 3,1% en 2024, impulsada por
la reversión del impacto de la sequía cerca de un tercio del crecimiento se explica por el desempeño del
sector agropecuario (+11%) y energía, gas y agua (+20%) y por el inicio de
las operaciones de la tercera planta de celulosa. En el otro extremo, el producto bruto de la
construcción se contrajo un 1,6% producto de la finalización de las obras vinculadas al
ferrocarril central.
Si bien el dato estuvo dentro de lo previsto a lo largo del año pasado, fue menor al anticipado por el BCU y el MEF a inicios de 2025 (3,4%) y los datos del último trimestre indican que la actividad se desaceleró al cierre del año. Por un lado, es cierto que el PIB creció un 3,6% en términos interanuales, la mitad del crecimiento se explica por el sector energético (+14%) y la incidencia de la celulosa y la reapertura de la refinería en el sector industrial (+15%). Ambos sectores en conjunto representan un 15% del PIB; el restante 85% creció a una tasa interanual de 1,3%.
A su vez, en comparación con el tercer trimestre el PIB creció 0,3% en términos desestacionalizados, por debajo de la tasa de crecimiento potencial (0,5%-0,6%). Mientras que en el primer semestre el PIB creció 2,6%, en el segundo lo hizo solamente en un 0,9%. En la misma línea, el Indicador Mensual de Actividad Económica elaborado por el BCU indicaría que en tendencia-ciclo la actividad se mantuvo estancada entre octubre y enero. En este contexto, el arrastre estadístico que supone asumir que la actividad económica se mantendría en el mismo nivel del cuarto trimestre de 2024 durante todo el año 2025 fue de 1%, por debajo de lo previsto meses atrás.
Además, si bien la tasa de inversión tendió a estabilizarse en torno a 16%, la revisión de las cifras pauta que la reversión desde el nivel de 2022 (19%) fue mayor. En su nivel actual, la tasa de inversión es similar a la del período 2016-19 y es insuficiente para asegurar que la economía crezca en torno a su potencial. En ausencia de espacio fiscal para incrementar el gasto en inversión pública tradicional será clave promover la inversión privada en un contexto de creciente incertidumbre a nivel global que incrementa los costos de financiamiento.
Por otra parte, a excepción del encarecimiento relativo en la vecina orilla, los determinantes de la demanda internacional se han deteriorado en los últimos meses. La creciente incertidumbre en materia económica a nivel global derivada de los vaivenes de la política comercial en los Estados Unidos se trasladará tarde o temprano a la economía real. Incluso escapando a un escenario de recesión global, es esperable que el FMI revise sus proyecciones de crecimiento global para el próximo bienio: la demanda externa y los precios de los
commodities serán más débiles que lo previsto meses atrás.
En este contexto, la actividad económica podría expandirse por encima del 2% en 2025, una tasa que luce "dinámica" en comparación con lo ocurrido en la última década, aunque está incidida al alza por el efecto refinería, la mejora del saldo turístico y un arrastre estadístico de 1%; es menor a lo que podía preverse meses atrás; y podría ser incluso menor en la medida en que los efectos de la guerra comercial se materialicen (significativamente) en la economía real uruguaya durante 2025. De cara a 2026, en el escenario base la actividad económica crecería entre 1,5% y 2,0%, por debajo de su potencial, aunque los riesgos son a la baja.
Este escenario constituye una restricción para la programación de la política fiscal y para los lineamientos salariales que guiarán la próxima ronda de negociación colectiva. En primer lugar, en la medida en que el crecimiento esperado para el bienio 2025-26 será menor y la situación fiscal es peor a la prevista algunos meses atrás, el margen para incrementar el gasto público en la próxima ley de presupuesto es aún más limitado si se quiere evitar incrementar impuestos.
Por otro lado, este escenario de menor crecimiento condicionará la próxima ronda de la negociación colectiva. Más allá de las oportunidades de mejora en el diseño de la negociación colectiva, que esencialmente apuntan a incorporar la productividad y considerar la heterogeneidad de los sectores/regiones, a nivel general los lineamientos deberían incorporar el hecho de que la economía crecerá por debajo de su potencial en 2025-26. El margen para que existan incrementos generalizados del salario real será limitado si se quiere mantener una creación anual de puestos de trabajo en torno a 15.000-20.000 (1% de la PEA).